Gerardo Herrera Huizar

Bailongo y Guardia Nacional

La nueva policía nacional se inaugura con una tarea por demás compleja, que la ubica, en la práctica, como el muro de contención de la oleada migrante.

Se cumple un año del abrumador triunfo electoral de Morena. Se cumplen también siete meses del gobierno de la 4T y habrá bailongo.

El festejo, precedido por un evento relevante para el futuro inmediato de la cuarta república, la formal entrada en operación de la Guardia Nacional, se da en un ambiente de claroscuros, bajo presiones externas por el tema migratorio y demandas internas de sectores sociales diversos por el peculiar estilo de gobernar.

La nueva policía nacional se inaugura con una tarea por demás compleja, que la ubica, en la práctica, como el muro de contención de la oleada migrante y la somete ya a la lupa inquisidora de organismos nacionales e internacionales y de la sociedad toda ante la demanda de seguridad, que fue la justificación originaria de su creación, desde las ofertas de campaña.

Más allá del reto reputacional que enfrenta el nuevo organismo policial, existen desafíos estructurales que exigen atención inmediata para su funcionamiento eficaz. Ha trascendido en medios y redes sociales la precariedad de condiciones de infraestructura, alojamiento, medios de vida y servicios con los que arranca la Guardia y que son indispensables para su operación eficiente, amén de la generación de un cuerpo doctrinal, normativo y de formación de cuadros con un enfoque de carrera meritocrática.

Si bien se percibe una aceptación social generalizada y una amplia expectativa en la efectividad del desempeño del organismo para devolver a la ciudadanía la seguridad cotidiana, es necesario tener presente que la maduración de una organización de esta naturaleza y su transformación de una fuerza eminentemente castrense a una policía civil requiere inteligencia, tiempo y recursos, por lo que difícilmente pueden esperarse resultados inmediatos o espectaculares ante la magnitud de los problemas, crimen y violencia que deberán enfrentar. La prueba de fuego será la CDMX.

La expectativa es alta, más que la que en su momento representaron la Policía Federal Preventiva y la Policía Federal, ambas fallidas y hoy nuevamente transformadas.

Deseamos suerte.

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