Con Todo Respeto

El nuevo viejo sindicalismo

El deterioro del sindicalismo inició hace muchos años, casi después de terminar el desarrollo estabilizador, y ahora en el actual gobierno enfrentaremos una nueva era, escribe Georgina Morett.

El deterioro del sindicalismo en México inició hace muchos años, casi después de que terminó el desarrollo estabilizador, y ahora en el actual gobierno enfrentaremos una nueva era, que muy probablemente nos remontará a mediados del siglo pasado.

Con líderes que llevan muchísimos años al frente de las organizaciones sindicales y las confederaciones obreras, se discutirá la propuesta de Morena para reformar diversas disposiciones de la Ley Federal del Trabajo en lo que corresponde a la justicia laboral.

Desde que inició el actual sexenio se señaló que era momento en que líderes como Carlos Aceves del Olmo, de la CTM, se prepararan para su remoción, sobre todo él, que tiene como un fuerte rival al senador Pedro Haces, quien también perteneció hace algunos años a esta central obrera.

Pero con estas reformas se prevé que se incrementen los conflictos sindicales como las huelgas que iniciaron el 25 de enero en 45 maquiladoras de Tamaulipas, de las cuales sólo cuatro o cinco continúan en paro, pero también la huelga en la Universidad Autónoma Metropolitana, y esto se da, después de ocho años en que en México no se había presentado una sola huelga y cuando no se han aprobado las reformas.

Entre los principales cambios legales se plantea que los sindicatos deben adecuar sus estatutos a las disposiciones contenidas en el artículo 371, en el que se desglosan las maneras en que los trabajadores elegirán a sus líderes, así como el proceso de votación.

Y que el voto será personal, libre y secreto; tendrá adicionalmente el carácter de directo y esta disposición iniciará su vigencia en los seis meses posteriores a la entrada en vigor de la reforma.

Además, establece que los estatutos sindicales deben señalar los mecanismos para sancionar a los responsables del manejo indebido de los recursos, sin menoscabo de que se ejerzan las acciones legales que correspondan, y prohíbe a los sindicatos, federaciones y confederaciones participar en esquemas de evasión de contribuciones, incumplimiento de obligaciones patronales y actos de simulación.

Pero esto no implica que tengan que cambiar los liderazgos sindicales y que se vaya a acabar con las viejas prácticas que más bien se fortalecen, y como ejemplo de ello está Napoleón Gómez Urrutia y la maestra Elba Esther Gordillo, quienes han retomado mucha fuerza en el actual sexenio.

A pesar de que aseguran que está amparado en todos los estados del país, el líder de los petroleros, Carlos Romero Deschamps, tampoco se ha visto enfrentado con el actual gobierno y el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que sólo tenía una denuncia que no había sido ratificada, mientras el contrato colectivo es muy benevolente con los trabajadores.

Al líder de la FSTSE (Federación Sindical de Trabajadores al Servicio del Estado), Joel Ayala, ni siquiera se le vio abrir la boca para defender a los trabajadores que fueron despedidos del gobierno federal, y Víctor Flores, de los ferrocarrileros, ya externó su apoyo al tren maya.

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La falta de experiencia de Manuel Negrete está convirtiendo a Coyoacán en un problema de gobernabilidad para la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Eduardo Ramírez, quien enfrentó un juicio por extorsión, es la manzana envenenada. El alcalde Negrete lo incluyó en la nómina como asesor y ahora está pagando las consecuencias.

Ramírez le vendió al alcalde la idea de que él sería un buen ariete (aunque no es así) en la búsqueda de coincidencias con quienes despachan en el antiguo palacio del Ayuntamiento.

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