Perspectiva Global

¿Qué país recibirá Andrés Manuel López Obrador?

La desigualdad, los mexicanos en pobreza y un Estado de derecho débil son algunos de los retos que recibirá la nueva administración, pero la actual le deja con qué enfrentarlos.

En menos de nueve semanas el candidato presidencial ganador, Andrés Manuel López Obrador, recibirá el documento legal que lo acreditará como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos.

Como comenté en este mismo espacio hace dos semanas, los participantes de los mercados le están dando un voto de confianza tanto al virtual presidente electo, como a su gabinete propuesto, así como al amplio mandato que la población le concedió con las mayorías que logró en ambas cámaras legislativas a nivel federal, así como en los congresos estatales ('Breves reflexiones sobre la elección del domingo', 7 de julio).

En mi opinión, hay una plétora de temas que analizar en torno a la elección que vivimos, el resultado de los comicios así como lo que podrá ser y hacer el nuevo gobierno. Sin embargo, considero que un primer paso es describir qué país recibirá nuestro siguiente presidente, al menos desde un punto de vista macroeconómico. En este sentido, Andrés Manuel recibirá un país muy sólido. Los tres balances en los que se fijan los inversionistas se encuentran muy sanos: (1) El balance externo; (2) el público; y (3) el financiero (el balance, no el excelente periódico que usted está leyendo).

(1) En cuanto al balance externo, el déficit en cuenta corriente se encuentra alrededor de 2.3 por ciento del PIB, con una fuente de financiamiento muy importante de inversión extranjera directa, que ha promediado poco más de 27 mil millones de dólares en este sexenio, de haber promediado alrededor de 17 mil millones anuales en los dos sexenios anteriores.

Asimismo, el Banco de México cuenta con un arsenal de más de 170 mil millones de dólares en reservas internacionales, que se fortalecen con los casi 90 mil millones que agrega la línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional.

(2) Por su parte, recibirá unas finanzas públicas sanas, con un déficit público de alrededor de 2.0 por ciento del PIB y con una deuda de 46 por ciento del PIB, que incorpora parte de pasivo laboral de Pemex (pensiones de los trabajadores) que absorbió la administración actual como parte de la reforma energética y que antes no estaba registrado en este indicador. Es muy importante señalar que la deuda externa sólo representa 30 por ciento de la deuda total del gobierno y se renegocia cada ocho años en promedio, muy diferente a la situación de nuestro país en 1994, por ejemplo, en donde la deuda externa era 70 por ciento del total y se tenía que renegociar cada tres meses en promedio.

Las agencias calificadoras han reconocido este esfuerzo y por ello no sólo aumentaron la calificación de la deuda de nuestro país en este sexenio (S&P y Fitch de 'BBB' a 'BBB+' y Moody's de 'Baa1' a 'A3'), sino que recientemente recuperamos la perspectiva 'estable'.

Otro tema clave de la salud con la que esta administración entrega finanzas públicas sanas es la dependencia de los ingresos fiscales de origen petrolero. Al inicio de esta administración, 40 por ciento de los ingresos públicos dependían del petróleo. Hoy sólo dependen en 20 por ciento (tomando en cuenta la cobertura petrolera).

(3) Finalmente, en cuanto al balance financiero, la siguiente administración recibirá un país con crecimiento sólido en el crédito de la banca comercial, con una tasa de 9.0 por ciento en términos nominales y con una tasa de morosidad por debajo de 5.0 por ciento. Cabe señalar que a pesar de que hay mucho espacio por recorrer en términos de penetración crediticia, ésta creció de 14 por ciento del PIB en 2012 a casi 18 por ciento actualmente (tomando en cuenta el crédito que otorga la banca comercial al sector privado no financiero, dividido entre el PIB).

Sin duda hay muchos retos que enfrentará la nueva administración, incluyendo nuestra fuerte desigualdad, una gran cantidad de mexicanos en pobreza y un Estado de derecho muy débil, que han ido abonando a incrementar los niveles de impunidad y por lo tanto de corrupción, violencia y crimen, pero podrá tomar esos retos desde una plataforma macroeconómica sólida.

* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.

* Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, ni del IMEF, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.

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