Debate Puntual

¿Qué tanto sabemos sobre Venezuela?

La falta de democracia es uno de los temas que permearon la última elección venezolana y una de las razones por las cuales hoy tenemos al país sudamericano como centro de muchas conversaciones.

Físicamente 3,800 kilómetros separan a México de Venezuela, una distancia considerable que impide que sepamos de primera mano todo lo que ocurre dentro del país que hoy está en boca de muchos.

Actualmente, ¿qué sabemos de Venezuela? Conocemos parte de la historia de Hugo Chávez, quien gobernó el país durante casi 15 años, fue reelecto tres veces y sólo la muerte impidió que comenzara su cuarto mandato. Lo sucedió Nicolás Maduro, quien ejerció por decreto desde 2013 hasta 2017, y fue 'electo' en 2018 para ocupar un segundo término al frente del país.

Sabemos también que, en agosto del año pasado, el éxodo de venezolanos superó los tres millones de exiliados, mismos que se han distribuido principalmente en naciones como Colombia, Perú, Estados Unidos, Chile, España, Ecuador, Argentina, México, Panamá y Brasil, en una corriente migratoria que no parece tener fin.

Al analizar dicho éxodo, vemos que la situación económica es uno de los principales factores que los venezolanos esgrimen para abandonar el país. La inflación alcanzó 1'299,724 por ciento al cierre de 2018, y las previsiones para 2019 aseguran que ese porcentaje podría crecer hasta alcanzar los 10,000,000 por ciento. El 60 por ciento de la población vive en pobreza extrema y no existe un escenario que pueda cambiar ese panorama a favor del pueblo en el corto o mediano plazo.

En cuanto a la política, se han cuestionado las reelecciones tanto de Chávez como de Maduro, puesto que la permanencia de una misma persona al mando de un país se asocia con regímenes autoritarios y dictaduras, como las muchas que presenció el mundo durante el siglo XX. La sospecha de la falta de democracia es uno de los temas que permearon la última elección venezolana, y una de las razones por las cuáles hoy tenemos al país sudamericano como centro de muchas conversaciones.

Después de varias semanas de intensos intercambios entre el gobierno de Maduro y la oposición, vimos las reacciones del mundo frente a la autoproclamación de Juan Guaidó como "presidente encargado de la República": Estados Unidos lo reconoció como autoridad principal en Venezuela e incrementó la ofensiva política y económica (a través de países aliados y organismos que controla) para desconocer el nuevo mandato de Nicolás Maduro; España, Francia y Alemania dieron un plazo de ocho días para que Maduro convocara a elecciones o, de lo contrario, reconocerían como legítimo el mandato de Guaidó. Rusia, China, México, Bolivia, Cuba, entre otros, han respaldado a Maduro, quien acusa a Estados Unidos de orquestar un golpe de Estado en su contra.

La postura de México frente a dichos acontecimientos ha causado indignación en varios sectores de nuestra sociedad, debido a que la posición política y económica de nuestro país sigue siendo de gran relevancia para los acuerdos que se dan en el continente.

Como lo hemos comentado en este Debate Puntual, a nadie sorprende que el presidente López Obrador respalde el gobierno de Maduro: sus posturas ideológicas y las de muchos de sus colaboradores cercanos y seguidores han sido afines a aquellas que siguen teniendo lugar en países como Cuba, Bolivia y, claro, Venezuela. Escudado en su interpretación de la Constitución, se negó a apoyar al Grupo de Lima cuando los países que lo conforman desconocieron el nuevo mandato de Maduro pero, contrario a ese mismo discurso, refrendó su respaldo al régimen en días recientes.

Siendo muy puntual, considero que ningún gobierno extranjero está facultado para declarar la legitimidad del presidente de cualquier otra nación que no sea la suya. Cada país tiene instituciones, reglas y principios democráticos. Lamentablemente no podemos olvidar que el pueblo venezolano ha sufrido ataques severos a los derechos humanos, a la dignidad y al bienestar en manos de un gobierno que, con artimañas políticas y enmiendas a sus leyes, logró por un tiempo tener el control casi total de las instituciones. Todo eso atrajo la atención de las demás naciones, que se han pronunciado de manera pública en contra del gobierno que encabeza Maduro.

Dicho lo anterior, llego a un tema fundamental para nosotros los mexicanos. Las alarmas que levanta la decisión del jefe del Ejecutivo de respaldar a Maduro no se quedan en el plano de la política internacional. Ahora mismo en México, vivimos el inicio de un émulo de la república bolivariana: un presidente con ansias de mesías, único poseedor de la 'verdad', que se autoproclama impoluto y se asume como el camino al cambio; un Congreso donde las mayorías necesarias para hacer leyes a modo están al alcance de las menores negociaciones, sin oposición que alcance para hacer un contrapeso, y sin un juicio crítico contra el actuar del presidente; la amenaza de una Guardia Nacional controlada por ese mismo gobierno que no tiene contrapesos políticos; instituciones que se suponen autónomas pero cuyos titulares han sido elegidos (#FiscalCarnal) o limitados a través de presiones presupuestales (Inegi, INE, IFT) por el gobierno federal.

Una vez más, escudado en su interpretación de la Constitución y la Cartilla Moral que adaptó a su gusto e intereses, el nuevo gobierno se da el lujo de romper la ley, como en Venezuela, con el enorme colchón que representa el respaldo popular. Sólo así se entienden acciones como la compra de pipas sin licitación porque, citando a la voz mandante de la 'honestidad valiente', "nosotros no somos corruptos; tenemos autoridad moral".

Nuestro Debate Puntual debe mantenernos atentos a todas esas señales y ecos que llegan desde Venezuela. La conformación de una oposición crítica y de una sociedad participativa puede evitarnos un escenario como el que ahora enfrentan los venezolanos.

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