Debate Puntual

Qué difícil ser de Morena en el México de hoy

Lo que podría parecer como el camino pavimentado hacia la gloria política, puede convertirse en un callejón sin salida para Morena y sus seguidores, dice Marquina.

Mejor que en bandeja de plata: a partir del sábado, Morena será el nuevo poder dominante en la política mexicana, ya sea desde las curules y los escaños que ocupan actualmente como mayoría, desde el gabinete del futuro Presidente, o desde los congresos y gobiernos locales que tienen en sus manos.

En una democracia como aquella a la que debería aspirar todo país civilizado, debe ser muy difícil ser identificado como un miembro activo y hasta como un seguidor de Morena en los días recientes. No es para menos. Si revisamos las últimas tres décadas en la historia de México, entenderán a qué me refiero.

Desde 1988 y hacia el presente, muchos de los personajes que hoy conforman las filas de Morena estuvieron identificados como la oposición de los gobiernos emanados del PRI y del PAN, y en general de cualquier forma de poder existente, algunos de ellos incluso relacionados con los extintos partidos socialistas y comunistas de México. Con el paso de los años, lo que en su momento fue de los primeros bastiones de la izquierda legitimados y con mayor visibilidad, el PRD, pudo sacudirse el nombre de opositor y acceder a nuevos puestos de poder, incluida la Jefatura de Gobierno de la capital del país y distintas gubernaturas. Sin embargo, siempre le estuvo vedado el acceso al poder más ansiado en la política: la titularidad del Gobierno Federal.

Historias más, historias menos, López Obrador se convirtió en la imagen principal de la izquierda y la oposición mexicanas, primero desde el PRD y luego con la creación de su propio partido, desbancando incluso a figuras emblemáticas como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Bajo su manto protector llegaron muchos creyentes exiliados del PRD, y alguno que otro avezado que encontró la oportunidad de continuar sus aspiraciones políticas en Morena.

Para todos ellos que todavía hace unos meses eran la oposición, alcanzar la visibilidad y, hay que decirlo, el poder que representan la multiplicidad de cargos recibidos llegó como recompensa por todos sus años de lucha, o así quieren verlo.

Podrán preguntarse los lectores: ¿dónde está la dificultad a la que alude el título de este Debate Puntual? Si a nosotros o a los personajes aludidos nos cuesta trabajo verla, partimos de una inocencia que podría presumirse como perjudicial para la democracia.

La gran dificultad para los que hoy en día se identifican con Morena, sean funcionarios, militantes o seguidores, es que tienen, casi literalmente, todo el poder en sus manos. Mientras que, desde lejos, eso puede parecer una bendición, en la práctica conlleva muchas responsabilidades y muchos riesgos que deberían tenerse en cuenta en aras de la congruencia, la sana política y el bienestar de la sociedad.

En otras palabras, el riesgo está en convertirse en todo aquello que criticaron y contra lo que pelearon durante décadas; algo que podría incluso ser contradictorio con sus ideologías políticas (que no las personales), y que rompería esa burbuja de honestidad valiente bajo la que todavía hoy dicen vivir.

El tiempo que lleva instalada la LXIV Legislatura, así como los meses que López Obrador ha actuado como Presidente Electo, pueden dar mucho de qué hablar. En el Congreso ya han aplicado varios simulacros de aplanadoras, y desde su instalación se han hecho ataques verbales, a veces velados, a veces más explícitos, contra las minorías parlamentarias. En tanto, el Presidente Electo continúa generando un clima de hostilidad hacia sectores que lo cuestionan o que no le son favorables, al tiempo que se inclina más por los ataques hacia sus adversarios que a admitir que existen fallas o errores en su proyecto, como los cálculos incipientes sobre la verdadera capacidad del PEF al contraponerlo con sus propias promesas de campaña. Frente a esto, muchos de sus seguidores han mantenido el mal hábito de aplaudir sin cuestionar.

Lo que podría parecer como el camino pavimentado hacia la gloria política, puede convertirse rápidamente en un callejón sin salida para Morena y sus seguidores, quienes hoy siguen con las campanas al vuelo por la elección de julio de 2018. Ojalá, tras un Debate Puntual, entiendan que eso ya quedó para la historia, y que lo que sigue es gobernar para 120 millones de mexicanos que, partidarios o no, están esperando y merecen un gobierno congruente, eficaz, honesto y capaz de dar resultados.

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