Leer es poder

Un anacronismo barrido por la modernidad

La Cuarta Transformación se enredó con la austeridad que ha inutilizado a las instituciones. No ofrece ningún programa de futuro, salvo el de sembrar arbolitos.

El indomable candidato López Obrador resultó ser un pésimo gobernante. Es una pena porque los motivos y agravios de quienes lo llevaron al poder subsisten. Votaron millones por él porque se sintieron –y sienten– que representaba una posibilidad de resarcir los maltratos y el desprecio de los gobiernos anteriores.

Hasta ahora la oposición ha sido incapaz de formular una propuesta tan poderosa como "primero los pobres", ni siquiera se lo han planteado. Desde el poder se ha exhibido a la oposición como corrupta y el argumento más ingenioso que ha podido encontrar es el de "ustedes también son corruptos". Como si la igualdad en el mal los redimiera. Ningún mea culpa, ninguna autocrítica, ninguna expulsión de indeseables.

Dicen que el modelo funcionaba bien, pero lo desquició un demagogo. ¿Cómo va a funcionar bien un modelo que tiene a más de la mitad de la población en la pobreza? ¿Cómo va a funcionar bien un gobierno que mantiene estructuralmente al 10 por ciento de la población en extrema pobreza? ¿Qué fórmulas y programas proponen ahora para acabar con la extrema pobreza? Ninguna, no son votantes atractivos. ¿Qué candidato o autoridad va a proponer suprimir los 24 millones de apoyos sociales que reparte este gobierno? Sería tanto como darse un tiro en el pie.

La vocación social de este gobierno me parece innegable como también sé que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Veo a gente razonable, y alguna no tanto, defender con las uñas las acciones de López Obrador, aunque éstas tengan efectos catastróficos. Si dejan de creer en eso, ¿qué les queda? ¿Volver a creer en el PAN o el PRD? Se aferran a lo último que les queda para conservar la esperanza. Me parece un sentimiento muy legítimo.

¿No estaremos aferrándonos a un modelo que dejó de responder a las necesidades de la mayoría? No hay duda de que lo están haciendo mal como gobierno, los números no mienten y los otros datos son fantasías del presidente. ¿La oposición está presentando alternativas? ¿Cuál es el plan alterno de seguridad que proponen? ¿Volver a lo de antes? No funcionó lo de antes, no funciona lo de ahora, ¿están pensando en una opción distinta? ¿Están convocando a expertos para presentar una propuesta? De forma independiente un conjunto de seis exsecretarios de Salud presentaron alternativas para enfrentar la pandemia. Fueron olímpicamente despreciados por la soberbia gubernamental. Pero la sociedad ya vio que hay caminos diferentes para salir del atolladero.

Hablo de buenas intenciones y de malas ejecuciones. Por ejemplo, los repartos directos de efectivo. La idea original es de Gabriel Zaid. López Obrador primero la aplicó, como jefe de Gobierno, a los adultos mayores. Tuvo mucho éxito, otros gobiernos estatales la replicaron y finalmente se aplicó a nivel federal. Como presidente López Obrador extendió el reparto de recursos a diez programas sociales de amplio impacto. Lo hizo de golpe. No realizó estudios de viabilidad, ni programas piloto. Para usar una de sus metáforas preferidas: aventó a lo tonto el dinero al avispero. La apuesta de López Obrador de que el gasto de las personas que reciben estos apoyos detonará el mercado interno está resultando fallida. Lo advirtió Keynes: en tiempos de recesión la gente prefiere guardar el dinero a gastarlo. López Obrador tomó la idea de Zaid, pero la aplicó incompleta. El gobierno debe repartir dinero sin intermediarios y al mismo tiempo poner a disposición de la gente instrumentos y herramientas para que puedan transformar esos recursos en fuerza productiva y en riqueza. López Obrador sólo leyó la mitad del libro de Zaid y por ello cayó en el supuesto que presagiaba el título del libro: El progreso improductivo.

En ocasiones, llevados por la forma tan enfática que tienen de mentir, me he preguntado si no tendrán ellos la razón; que no la estamos viendo porque somos unos conservadores, ardidos por el cambio, furiosos por haber perdido privilegios. Pero basta asomarse al mundo para entender que no es así. Leo los duros artículos de The New York Times reprobando la política de López Obrador, los más duros aun en The Economist sobre su mala conducción económica, leo en The Lancet un artículo devastador que López-Gatell acusó de mentiroso. Para sólo referirme a los mejores medios del mundo en su ramo, aunque abundan los informes de agencias de inversión de tono aún más negativo. Al gobierno de López Obrador no lo va a derrotar la oposición sino la realidad. Es un gobierno de sobrevivencia, sin futuro. Su mayor apuesta política actual es hacer escarnio público de los expresidentes.

La Cuarta Transformación se enredó con la austeridad que ha inutilizado a las instituciones. No ofrece ningún programa de futuro, salvo el de sembrar arbolitos. Es ajeno a la tecnología, a la nanotecnología, al sorprendente avance de la ciencia y de la tecnología. Es ajeno al cuidado del medio ambiente, al feminismo, a la modernidad. Es un gobierno que no ofrece mañana. Un gobierno anacrónico que será barrido por la modernidad.

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