Leer es poder

Ayudemos al presidente

En una república respetable la gente abuchearía a López Obrador al oírlo hablar de su lucha contra la corrupción, aquí no.

En estos tiempos de aguda crisis sanitaria, de contracción económica nunca vista, de inseguridad desbocada, es necesario ayudar al presidente. En medio de la emergencia es nuestro deber ciudadano señalarle la necesidad de que investigue a su hermano, que pida las más altas sanciones contra su partido y que él mismo declare todo lo que sabe respecto al financiamiento ilegal de su movimiento. Mientras no ocurra eso, la fama que ya tienen de corruptos se irá extendiendo como mancha de aceite.

No es cierto que no haya pasado nada desde que Carlos Loret de Mola reveló el flujo de dinero sucio a la campaña de López Obrador. De hecho han pasado muchas cosas. Por ejemplo, el estruendoso silencio del fiscal 'autónomo' Gertz Manero respecto al posible lavado de dinero (paquetes de dinero sin contabilidad ni registro). O el no menos elocuente silencio de Lorenzo Córdova (dado que supuestamente era dinero para las campañas). Para no hablar del hondo silencio en que se sumió Santiago Nieto, que hasta el momento no ha congelado las cuentas de Pío, ni de David León, ni del presidente de la República, que en ese entonces era presidente de Morena. Un silencio atronador. Un silencio significativo. Un silencio que dice más de lo que calla.

Todos vimos los videos del hermano incómodo, todos nos indignamos, pero sólo Xóchitl Gálvez y el PAN presentaron una denuncia. Hay que tomarlo en cuenta al momento de preguntarnos dónde está la oposición. ¿Por qué las barras de abogados o los abogados independientes no lo hicieron también? ¿Por qué las cámaras empresariales no exigieron con energía que el presidente y su hermano esclarecieran el origen del dinero, máxime que en una de sus conferencias matutinas el presidente confesó un delito?

No se trata de un asunto menor. El gobierno de López Obrador ha dado muestras suficientes de que no sabe gobernar (no es una opinión, los números rojos en seguridad, salubridad y economía lo demuestran), pero por lo menos le quedaba su honestidad. Sin esa prenda, ¿qué le queda? Los 30 millones de votos que lo llevaron al poder. ¿Pero cuántos de esos votos se obtuvieron gracias al financiamiento ilegal? ¿Cuántos de esos votos los otorgaron personas que creyeron que en Morena no eran corruptos?

Esa era la bandera central de este gobierno: la honestidad. Hoy mismo es una bandera manchada. Tras la exoneración de Manuel Bartlett y sus casas y sus empresas. Tras la autoexoneración de Irma Eréndida Sandoval y sus afición inmobiliaria. Tras los videos de Pío, ¿qué queda? El puro cinismo. Antes escucharlos perorar puritanamente sobre la honestidad era chocante, ahora resulta insoportable. En una república respetable la gente abuchearía a López Obrador al oírlo hablar de su lucha contra la corrupción, aquí no. Muchos le siguen creyendo. Al parecer ese es el único argumento de los que lo defienden: su alta popularidad. Pero ni tan alta, al comenzar su segundo año de gobierno López Obrador tiene 58 por ciento de aceptación, cuando Calderón en ese mismo momento tenía 62 por ciento y eso que estábamos en medio de una guerra.

Debemos ayudar al presidente. Sus causas son justas (primero los pobres), pero su incapacidad es manifiesta. ¿Cuáles son sus logros en dos años? ¿Repartir dinero? Por eso piensa que gobernar no tiene ciencia. Ayudémosle al presidente a reorientar la barca. No debería ser gracioso que los mejores y más críticos videos en contra de López Obrador presidente sean los que circulan de López Obrador como candidato. Ayudemos a López Obrador a volver a sus orígenes. Su denuncia de la mafia del poder sigue hoy vigente, aunque hoy sus miembros forman parte del consejo asesor del presidente. Su añeja crítica de erradicar los privilegios a los medios afines al gobierno continúa siendo loable, podría comenzar a aplicarla a La Jornada, el medio impreso que más recibe los favores del gobierno. Las barras de abogados podrían hacerle un gran servicio al presidente si le señalan todas las violaciones al Estado de derecho en las que incurre esta administración.

Los que verdaderamente dañan al proyecto de la cuatro té son sus defensores, los paleros que organiza desde la oficina de comunicación de la Presidencia. Los que votaron por López Obrador y creen que lo apoyan más defendiendo políticas equivocadas que señalándole lealmente las diversas corrupciones en que nada esta administración. Defender el proyecto implica poder separar de él las peores partes, las ya carcomidas. No ayuda nada al proyecto de la honestidad la secretaria de las multipropiedades. No ayudan nada al proyecto de la transformación las políticas regresivas y contaminantes de Pemex y la CFE. No ayuda a nadie la muy clara persecución de periodistas críticos. No ayuda a Morena el silencio sobre Pío. Ayudemos al presidente. Hagámosle ver que mientras no haya una investigación independiente sobre las andanzas de su hermano, sus dichos sobre la corrupción no valen nada.

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