Fernando Curiel

Estado de la Cuestión: El Boom!

Fernando Curiel reflexiona sobre la Nueva Novela Latinoamericana y algunos de los principales escritores de este fenómeno.

Uno. Acuerdo general existe, en el sentido de que cuatro novelistas mayores, formaron el "cogollo" del boom! El mexicano Carlos Fuentes, el peruano (hoy peruano-español) Mario Vargas Llosa, el argentino (y parisense) Julio Cortázar y el colombiano (y mexicano y cubano) Gabriel García Márquez.

Dos. Desaparecido Fuentes sin que se columbre la aparición póstuma de obras de la talla de La muerte de Artemio Cruz o Cantar de ciegos o Cambio de piel; afanado Vargas Llosa en tareas conyugales; perdida la fuerza la campaña de re-etiquetar a Cortázar (como él re-etiquetó a París en Rayuela); dicho ya al parecer todo lo que de García Márquez puede decirse; llegada es la hora del volver los ojos, simplemente como Nueva Novela Latinoamericana, al macizo del Iceberg.

Tres. Múltiples fueron, en primera instancia, las causas de un fenómeno, estético, político y editor, que involucró a América Latina y a España. Y digo en primera instancia, porque también habrá que sumar la traducción de este corpus novelístico a los principales idiomas, sobre todo de Occidente; y el esplendor que, en los campi norteamericanos produjo su estudio (lance del que da cuenta el scholar Seymour Menton en sus amenas memorias).

Cuatro. ¿Qué múltiples causas? En América Latina, la política cultural de la Revolución Cubana, domiciliada en la Casa de las Américas de la Habana (y su al arranque prestigioso premio), que llevó primero a la alianza y después a la ruptura con el Boom¡ (trato a la homosexualidad, Caso Padilla, exigencia castrista de sumisión intelectual); y el afán, sobre todo por parte de Vargas Llosa, de establecer un Antes y un Después en lo que se refiere a los grandes antecesores: Rivera, Gallegos, Artl. Distinción entre "novela primitiva" y "novela de creación" que hace (rato ha) agua.

Cinco. En España, particularmente en Barcelona, una agresiva embestida editorial en el marco del orto del franquismo y de una renovación literaria entre los personeros de los dos grupos claramente identificables, los madrileños y los catalanes (digamos, el equivalente de la pugna futbolera entre el Real Madrid y el Barcelona).

Seis. Incluso, territorialmente, habría que incluir a los Estados Unidos, debido tanto al florecimiento de los multidisciplinarios Cultural Studies (cultura y sociedad), como al llamado New Journalism (el de Wolfe, Talese, Thompson, incluso Mailer y Capote) que fundía en el periodismo los recursos y las estrategias de la literatura narrativa de ficción.

Siete. Pero hablaba del robusto cuerpo bajo las aguas del Iceberg. Largo y variopinto listado de autores que, José Donoso, intentó censar en su Historia personal del boom! (censo de nombres, ciudades, costumbres, morrocotudas fiestas inclusive).

Ocho. Deslizo, en grado de tentativa, autores por recuperar. Y disculpo involuntarias omisiones. En Uruguay (en realidad a la cabeza de la nómina entera), Juan Carlos Onetti. En Argentina, Ernesto Sábato, Marichal, Juan Manuel Puig y el obligado e imprescindible Jorge Luis Borges (de imposible pronunciación para nuestro impresentable, y por fin exitoso empresario, ex presidente, si es que fungió realmente de Ejecutivo Federal, Vicente Fox). De Chile, el citado Donoso.

Nueve. En Cuba misma, Carpentier, Lezama Lima, Cabrera Infante y, por qué no, el estigmatizado Norberto Fuentes. En Paraguay, Roa Bastos (con el que compartiera una cena en mi departamento de entonces, envidiando su especie de rebozo entretiempo). En Nicaragua, por supuesto, sobre todo, Sergio Ramírez. En Venezuela, Otero Silva…

Diez. ¿Y en México? Pensaría, sin lugar a dudas, en Salvador Elizondo y Juan García Ponce, en Sergio Pitol y Sergio Galindo, Pacheco, no se digan los "jalisquillos" Agustín Yáñez, Juan José Arreola, Juan Rulfo y mi tocayo del Paso; en Gustavo Sáinz y José Agustín, en el guanajuatense Jorge Ibargüengoitia (quien, por cierto, ruidosamente se descolocará del Boom¡). Y con un pie en la ficción y otro en el reportaje, Leñero.

Once. Y ya que de narrativa en lengua española hablamos, soy de la opinión que asimismo debemos incluir, en el recuento de esta lista de lecturas o relecturas posibles, a Camilo José Cela, a los Juanes Goytisolo y Marsé, a Martín Luis Santos, y a tantos otros autores, mayormente madrileños y barceloneses.

Doce. En condiciones estamos, máxime que la política a la mexicana y a la latinoamericana, ya chole, de un asomo, primerizo o veterano, a una cauda de autores de primer rango, conservando los géneros radiantes de la Novela y del cuento (y, no se me malinterprete, asimismo desde luego de la poesía (lo que pasa es que, en no pocas ocasiones, la poesía se alojó en la prosa).

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