Fernando Curiel

Desmantelado sistema literario

La libertad de imaginación creadora, se ve constreñida por la sospecha de quedar mal, ofender, a tal o cual dictaminador, miembro de jurado, funcionario cultural, “capo”.

Uno. Partamos de que una obra literaria, cualquiera, excepcional o del montón, poesía o prosa, se inscribe en un sistema. Sistema Literario (SL). Dominio integrado por diversas fases interconectadas.

Dos. Creación, Producción, Circulación, Recepción y Certificación. Fases en las que participan individuos particulares, instituciones, agentes y agencias, burocracias.

Tres. En teoría, el tejido de creación original; su producción como libro, revista o suplemento; los canales de acceso público (rato ha, la propuesta de escribir para sí, ha quedado en insensatez); la lectura, profana o lega; y el certificado autorizado de que lo que se propone como obra literaria, lo es o no lo es.

Cuatro. Otra fase, muy mexicana, la Divinización, ya no tiene posibilidades de existencia, dada la crisis que aqueja a nuestro SL. Hoy por hoy se ve difícil la disputa, la labor propagandística de sus monaguillos, de imponer, incuestionable, autoritariamente, a tal o cual polígrafo como Tlatoani (que, más bien, tiende a resurgir en la política).

Cinco. ¿Crisis, adelante? Añadiría: desmantelamiento más bien.

Seis. La profusión de becas, premios de todo pelaje, estímulos, famas hechizas, guerrillas culturales, digamos "foncanización" y "conacultación" de la vida literaria; a lo que se agrega, en el medio editorial, la derrota por toda la banda de la Ley del Riesgo Estético a manos de la Ley de la Rentabilidad, acabaron por trastocarlo todo.

Siete. La libertad de imaginación creadora, se ve constreñida por la sospecha de quedar mal, ofender, a tal o cual dictaminador, miembro de jurado, funcionario cultural, "capo". Al autor, en cierne o veterano, no lo apremia la lógica subversiva (esencia de poesía y prosa), de la obra en proceso, sino la corrección política.

Ocho. Frente a otras épocas, las fases de Producción (editoriales) y Circulación (librerías), en vez de ampliarse se han enflaquecido. Si, en el primer caso, corresponden al pasado aventuras editoriales como el FCE en los 30's, y ERA y Siglo XXI en los 60's; en el segundo ocurre lo mismo con innovaciones como Librerías del Cristal y la Librería Gandhi del inolvidable Mauricio Achar.

Nueve. ¿Y la Recepción y la Cerficación? Mismo cuadro. Las formas principales de recepción, la lectura profana que llamo anticonceptiva por no producir nuevos textos y quedarse en el simple gozo, y las legas del periodismo, la crítica y la academia, no escapan a los efectos perniciosos de las fases anteriores. Menos aún, el proceso de certificación que dicta qué y qué no es literatura.

Once. Un ejemplo en el que se debaten las distintas fases del Sistema Literario tuvo penoso lugar meses atrás.

Doce. Aludo, lo recordará el lector de El Financiero, a la trifulca protagonizada, de un lado, por funcionarios del FONCA, y del otro, por creadores derechohabientes en plan de protesta por retrasos, arbitrariedades, "cuatachería" en la elección de becarios en las distintas ramas que corresponde al FONCA promover. FONCA nacido del "compromiso histórico" signado por el presidente Salinas de Gortari y el notable escritor, pero también ambicioso político, Octavio Paz (y que me disculpen, aunque cada vez menos, sus palafreneros).

Trece. Trifulca en la que el entonces director del organismo, a su vez creador y funcionario, brilló por su ausencia, y para cuya defensa, que resultó inútil pues se acabaría por despedirlo, sus representantes soltaron la sopa de los abusos, las cantadas preferencias, la ilegalidad manifiesta, los compromisos sectarios que había acabado por imponerse.

Catorce. ¿Qué hacer? Toda vez que mientras se desmantelaba el SL, y a modo de puntilla, irrumpía y se imponía una revolución tecno-electrónica que altera la edición, los canales de distribución, la lectura, el juicio valorativo, la formación de públicos, alterando las pausas entre creación y producción hasta el punto de la instantaneidad (lo que dura un I-mail, una selfie, la formación de un I-book)…

Quince…Juzgo que escritores, editores, críticos, investigadores y expedidores de constancias literarias, tendrán que ajustarse a los nuevos (nuevos y cambiantes) tiempos. Reinventarse. Aunque en modo alguno (deseo ser muy claro), a costa del libro impreso, de su manipulación y hojeo, de su fruición de aventura privada, personal. Al creador, de manera particular, se le brinda la oportunidad de controlar, por lo menos, las fases de Producción, Circulación y Recepción. Dominio de no poca monta.

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