Perspectiva Bursamétrica

La política monetaria global: convergencia de la divergencia

Las políticas monetarias implementadas por los bancos centrales de las principales economías del mundo están en distintas fases, y además, con escaso margen para afrontar una recesión.

En la última década, y a raíz de los agresivos experimentos de política monetaria implementados después de la crisis hipotecaria, que evitaron con éxito un posible escenario de recesión profunda con deflación crónica, para el mundo, el impacto disruptivo de estas políticas denominadas cuantitativas o acomodaticias en los mercados financieros y de la economía real han sido evidentes.

Por ejemplo, la fase en la que la Reserva Federal mandó su tasa de referencia a cero y multiplicó su balance por tres, creando más de 3 billones de dólares en unos cuantos años (2009 a 2011), propició un abaratamiento generalizado del dólar, un incremento en los precios de las materias primas, una reducción de la tasa de interés de los bonos del Tesoro a largo plazo, alzas espectaculares en los precios de las acciones y una rápida recuperación de los bienes raíces, pero también se generaron reducciones en las primas de riesgo, bajas en las tasas de interés del resto del mundo, y bonanza en los mercados financieros emergentes. Todos los bancos centrales en el mundo fueron copiando estas medidas, y el resultado fue que vivimos la era de mayor creación de dinero en la historia de la humanidad en unos cuantos años.

Las etapas que adoptaron los bancos centrales fueron las siguientes:

Fase I:

Los bancos centrales bajan sus tasas de interés de referencia a mínimos históricos o en negativos.

Implementación de agresivos programas de expansión monetaria, multiplicando la oferta monetaria a un ritmo contundente.

Fase II:

Reducción gradual de los programas de compras de bonos soberanos. Anuncios explícitos de mantener la tasa de referencia muy baja por varios meses más .

Fase III:

Se inicia la normalización gradual de la tasa de referencia, con alzas muy graduales y con movimientos preanunciados, para no generar impactos sorpresivos en los mercados.

Se inicia una ligera y gradual contracción de la oferta monetaria, normalmente no recomprando los bonos soberanos que los bancos mantienen en su balance, y que están venciendo, lo que implica recoger dinero de la circulación.

Fase IV:

Se detiene la normalización en un nivel de la tasa de referencia que se considera una zona neutral, en donde la tasa no implica ni una política expansiva, ni contraccionista.

Continúa la contracción gradual de la oferta monetaria, aumentando su ritmo ligeramente.

Fase V:

Al aparecer presiones inflacionarias sube la tasa de referencia a un nivel restrictivo y se acelera la contracción monetaria. (Se reduce el balance del Banco Central más rápidamente para disminuir la demanda agregada de la economía y frenar el crecimiento económico que podría tener síntomas de sobrecalentamiento)

Al inicio de este año, el hecho de que la Reserva Federal ya se encontraba en fase III, mientras que el Banco Central del Euro se encontraba terminando la fase II, al mismo tiempo en que el Banco de Japón aún se encuentra en fase I, es el fenómeno al que le llamamos de políticas monetarias divergentes.

En los últimos dos meses ha ocurrido un cambio de señales muy relevante. Lo que en Bursamétrica denominamos la convergencia de la divergencia. La Reserva Federal ha disminuido el ritmo de reducción de su balance, y ha anunciado explícitamente que no piensa seguir subiendo su tasa de referencia en lo que resta del año. Al mismo tiempo, el Banco Central del Euro, que anunciaba en enero mediante sus medidas que entraría en la fase III, en su reunión de política monetaria de marzo se ha echado para atrás. Por su parte Japón no tiene para cuando salir de la fase I.

El efecto en los mercados financieros internacionales es que estamos viendo de nuevo un abaratamiento del dólar, reducciones generalizadas en las primas por riesgo y en las tasas de interés de largo plazo de los bonos soberanos en el mundo, con una tendencia alcista en los mercados accionarios globales.

Y en México, ¿qué ha pasado? Aunque el Banco de México no adoptó los programas agresivos de compras de bonos soberanos, Carstens bajó la tasa de referencia al 3 por ciento tratando de contrarrestar el impresionante flujo de recursos que llegaron a nuestros mercados, y se adelantó años después subiendo la tasa de interés de referencia rápidamente, preparando el terreno para una eventual salida de recursos financieros. Su sucesor, Alejandro Díaz de León todavía siguió subiendo la tasa hasta el actual nivel (8.25 por ciento) ante las amenazas de Trump sobre nuestra economía, el gasolinazo, y el resultado del proceso electoral en México. Hoy podríamos decir que Banxico es uno de los pocos bancos centrales que se encuentra claramente en fase V. Los bancos centrales desarrollados no tienen espacio para afrontar una recesión. El Banco de México tiene un amplio margen de maniobra para afrontar una recesión futura.

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