Perspectiva Bursamétrica

La increíble volatilidad que vamos a observar en este año

Los semáforos rojos en varias ciudades del país afectaron significativamente a la actividad económica.

El autor es presidente de Bursamétrica .

Acabamos de revisar nuestros pronósticos para la economía mexicana después de conocer algunos datos recientes de la actividad económica, así como la evolución de los contagios de Covid-19 y la cuestión de las vacunas.

De entrada le comento que con nuestro indicador más oportuno para enero, en el IBEM estamos revisando nuestras expectativas para el primer trimestre a la baja. El Índice Bursamétrica de la Economía de México/(IBEM) para enero se ubicó con base en cifras originales (no desestacionalizadas) en 112.58 unidades vs. 124.94 puntos de diciembre, con un decremento de 9.89 por ciento mensual, equivalente a una variación negativa de 13.27 por ciento anual.

Los semáforos rojos en varias ciudades del país afectaron significativamente la actividad económica, pero adicionalmente la base de comparación en diciembre, enero y febrero recientes, doce meses antes, es muy alta en términos relativos, ya que en aquel tiempo no se habían aplicado medidas de confinamiento social.

En enero se observó mejoría en solo dos de los componentes del indicador, como en el precio de la mezcla mexicana de exportación de petróleo, y el indicador IMEF de manufactura. Del lado opuesto afectaron al indicador: las ventas de las cadenas comerciales, la percepción sobre la situación actual y a futuro del Indicador de Confianza Económica de México (IMCE) del IMCP/Bursamétrica, el indicador IMEF de servicios, la producción, exportación y las ventas domésticas de automóviles, los trabajadores afiliados al IMSS, el Índice de la Bolsa Mexicana de Valores y el ISM de manufactura norteamericana.

Por estas razones, nuestra estimación del IGAE de enero es de una caída de 6.0 por ciento real anual. Para el primer trimestre, suponiendo que los semáforos rojos en varias ciudades pasan a color naranja desde mediados de febrero o en marzo, estimamos una contracción de 4.4 por ciento real anual.

Ahora déjeme darle nuestra nueva estimación para el segundo trimestre. No lo va creer, pero una variación positiva entre 15 y 20 por ciento no sería extraña. ¿A que se debe esto? La razón es muy simple. Si el año pasado el PIB del trimestre cayó en 18.7 por ciento real anual, la base de comparación es tan baja, que con una muy pobre reactivación económica no pudiéramos descartar ver variaciones en el IGAE de abril, mayo y junio de entre 18 y 30 por ciento real anual.

Es un hecho de que Estados Unidos nos va a favorecer en nuestra economía exportadora. La manufactura y el campo exportadores van a observar crecimientos promedio de más del 10 por ciento a lo largo del año, y probablemente no tengan un solo trimestre negativo. Pero el resto de la economía estará sujeto a la dinámica interna. Algo va a ayudar el sector exportador al resto de los sectores, pero es difícil que lo logre hacer con tal fuerza que detone un proceso de recuperación expansiva. Y esto se debe a que los motores internos están apagados o en reversa. Veamos:

La inversión presenta caídas de dos dígitos. Y las que representan creación de puestos de trabajo están cayendo en cerca de 15 por ciento. La crisis de confianza, la inseguridad y la falta de un Estado de derecho son, junto con la pandemia, los principales problemas del país.

La nueva regulación del outsourcing no ayuda a tener un marco flexible de contratación; es difícil que las empresas inviertan en expandir su capacidad de producción y además puedan contratar a más personal. Le puedo asegurar que surgirán nuevos esquemas para la contratación de personal. También creemos que la economía informal va a ganar terreno.

El crédito en el sistema financiero está en contracción, lo que es natural ante la magnitud de la recesión. Los programas de reestructura tuvieron un papel fundamental para evitar un credit crunch, pero no existen las condiciones para que el financiamiento se expanda nuevamente. Más bien subsiste un alto riesgo de que crezca la cartera incobrable y que esto debilite al capital de las instituciones financieras y limite su capacidad de otorgamiento de crédito.

El gasto de inversión del sector público está limitado a unos cuantos proyectos insignia, y la austeridad con que han tenido que administrar los escasos recursos va a continuar.

Pensamos también que la reforma fiscal que pudiera plantearse después de las elecciones es probable que sea otra versión de cobrarle más a los más ricos y a los cautivos de siempre, lo que no va a alentar la inversión productiva.

Para los siguientes trimestres estamos estimando un rango de entre 5.0 y 10 por ciento real anual para el tercer trimestre y de 1.0 a 2.5 por ciento real anual para el cuarto trimestre. Con esto todo el año puede tener un crecimiento de entre 1.0 y 7.0 por ciento real anual. Con estos rangos tan abiertos, podrá comprender usted que cualquier estimación para este año es un verdadero volado.

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