La última vez que la economía de Estados Unidos cayó en dos trimestres consecutivos fue en el primer semestre de 2009, hace precisamente nueve años.
La larga duración del ciclo expansivo de Estados Unidos ha puesto en alerta a diversos observadores, que señalan que se han acumulado indicios de una próxima recesión.
Quizás el más relevante de todos ellos tenga que ver con las tasas de interés.
Desde hace una década, tras la gran crisis financiera de 2008, el costo del dinero estuvo por los suelos.
La tasa de Fondos Federales estuvo por abajo del 1 por ciento en Estados Unidos desde octubre de 2008 hasta junio de 2017.
Es decir, tuvimos casi una década entera de un costo del dinero casi regalado.
Pero, desde esa fecha, ya ocurrieron incrementos de las tasas por cerca de 2 puntos porcentuales… y falta.
Las previsiones de la Reserva Federal anticipan tres incrementos más el próximo año.
De este modo, al cierre de 2019 bien podríamos tener tasas que se colocaran cerca o incluso por arriba del 3 por ciento.
En el pasado, apenas en 2007, llegamos a tener tasas que se ubicaban por arriba del 5 por ciento.
Es decir, en las referencias históricas, todavía habría márgenes de aumentar más el costo del dinero.
Y, las minutas que ayer dio a conocer la Reserva Federal indican que tal vez podríamos estar llegando al techo del ciclo de alzas en el 2020 con niveles del 3.75 por ciento.
Estamos en una etapa desconocida e incierta.
Tras la crisis de 2008, muy pocos hubieran pensado que habríamos de vivir la etapa más larga de expansión económica, desde que hay registros.
Hoy, claramente, la política monetaria cambia de signo y todo parece indicar que la política fiscal no tendrá el empuje necesario para mantener la expansión.
Por eso, más y más pronósticos anticipan la posibilidad de un freno económico, incluso recesión en algún momento del 2020.
Es probable, entonces, que el récord del gobierno de Peña de tener todos sus trimestres con crecimiento, no se logre mantener en la administración de AMLO.
Me preocupa que, además de no poder cumplir con diversas promesas, quizás a los 18 meses de que el nuevo gobierno entre en funciones, pueda enfrentar un entorno internacional caracterizado por una recesión.
Y, el problema es que, dada la intensificación de nuestra relación comercial con EU, ahora se cumpliría plenamente el viejo dicho: si a Estados Unidos le da gripa, a México le da pulmonía. Estaríamos muy lejos del 'catarrito'.
Hay una tendencia, en el nuevo equipo que va a tomar el gobierno, a subestimar las implicaciones del entorno internacional.
No todos piensan así. El equipo de Hacienda ve con toda atención hacia lo que pasa afuera. Pero hay muchos que piensan que un gobierno como el de AMLO, con la legitimidad que obtuvo en las elecciones, no tiene por qué preocuparse del entorno externo.
Sigo teniendo la esperanza en la sensatez del presidente electo, que perciba que lo que pasa en Estados Unidos, nos importa y mucho.
Prepararnos para un ambiente de freno o incluso de recesión económica, puede influir en las estrategias económicas que se apliquen desde 2019.
Más vale crecer menos y con solidez que buscar resultados rápidos que nos expongan.
Veremos si la racionalidad prospera.