Bob Woodward es una leyenda del periodismo mundial. Fue protagonista central del caso Watergate, que llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon.
Esta semana reveló una parte del contenido de su próximo libro, Rage, sobre el presidente Donald Trump.
Para escribirlo, tuvo oportunidad de realizar numerosas conversaciones con el propio presidente. Y en las que se dieron a conocer muestran a un personaje que deliberadamente engañó al público respecto a la pandemia de Covid-19. Incluso ya lo admitió públicamente, justificando su actitud con el supuesto propósito de no crear pánico.
Más allá de que la realidad siempre acaba imponiéndose, creo que se ha sobrestimado el impacto negativo que este hecho puede tener en la intención de voto de Trump.
El presidente de Estados Unidos cuenta con una base sólida y dura que lo respalda.
Desde marzo de 2018, la aprobación que ha obtenido no baja de 40 por ciento –según el promedio de encuestas de RealClearPolitics– y en este momento se ubica en 44 por ciento.
Trump puede haber fallado catastróficamente, pero ese segmento del electorado que lo respalda no lo va a abandonar. Quienes las escuchen, van a aceptar las justificaciones que esgrima y muchos otros ni siquiera se van a enterar de las denuncias de Woodward.
A veces hay una tendencia en la gente informada en creer que el grueso de la población sigue las noticias y los análisis como ella. Y se sorprenden cuando, a pesar de las revelaciones, no se cae la aprobación del presidente.
Si de la aprobación pasamos a la intención de voto, encontramos que las agujas casi no se mueven. Biden sigue adelante con un promedio de 7.5 puntos en las encuestas nacionales.
De hecho, desde mediados de julio a la fecha, Trump ha ganado algunos puntos, sin cambiar el balance con Biden.
Pero, como ya se ha explicado una y otra vez, en Estados Unidos no hay una elección, sino que son 50.
Y lo que se trata es de ganar algunas de esas elecciones, que pueden inclinar la balanza, la de los llamados 'estados columpio'.
Y, como le hemos comentado ya en este espacio, en algunos estados clave hay de facto un 'empate técnico'. En Florida, el promedio de las encuestas le da una ventaja de apenas 1.5 puntos a Biden. Con una diferencia menor a 2 puntos también están Carolina del Norte (a favor de Biden) y Georgia y Iowa, a favor de Trump.
Con una distancia menor a cinco puntos, y por lo tanto remontable, están Pennsylvania, Michigan, Ohio y Texas.
El número de votos electorales de estos ocho estados es de 158. Y son suficientes para voltear una elección.
Si Joe Biden fuera un candidato espectacular, como por ejemplo lo fue Obama, no habría ninguna duda de que Trump tendría todas las de perder.
Pero, me temo que es un candidato entre mediano y malo. No tanto como lo fue Hillary Clinton, pero es alguien que, si gana, probablemente sea por los errores de Trump más que por sus méritos.
En los procesos electorales, frecuentemente se confunden los deseos con las realidades.
Los candidatos o sus partidarios, interpretan las evidencias sesgadamente, dándoles un giro a su favor.
Pero, la realidad acaba por imponerse.
Trump nos puede parecer autoritario, antipático, racista, ignorante, antimexicano y… súmele los adjetivos que quiera. Pero es un candidato formidable.
No es difícil que en las semanas que restan convenza a un puñado de electores, el suficiente para inclinar la balanza a su favor en cuatro o cinco estados, y se reelija por cuatro años más.
Con ello cambiaría la historia para millones, como ya ocurrió tras su triunfo de 2016.
Veamos si sus opositores aprendieron la lección.
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