Coordenadas

La revisión de impuestos que viene

Fitch Ratings mantuvo la calificación de la deuda soberana de México, así como su perspectiva estable, pero reconoce que la falta de intervención del gobierno propiciará una fuerte caída de la economía este año.

No se espante. La reforma fiscal no será para el próximo año, pero considérela probable para 2022.

Le doy el contexto.

La calificadora Fitch Ratings, una de las tres más importantes del mundo, mantuvo la calificación de la deuda soberana de México así como su perspectiva estable, en la evaluación que dio a conocer ayer.

Entre las tres grandes, Fitch es la que tiene a la deuda de nuestro país en el escalón más bajo. La nota BBB es la mínima para mantener el grado de inversión.

Una degradación por parte de esta institución implicaría que la deuda gubernamental se convirtiera en un 'bono chatarra' o como se le conoce elegantemente, como una deuda con grado especulativo.

En la evaluación que dio a conocer, Fitch pondera la prudencia fiscal que ha caracterizado a la actual administración en medio de la crisis derivada de la pandemia.

Pero, al mismo tiempo, también reconoce que la falta de intervención del gobierno propiciará una fuerte caída de la economía este año, la cual en su perspectiva estará en –8.9 por ciento.

En contraste, la recuperación de 2021 será sólo de 4 por ciento, menos de la mitad de la caída.

Para no degradar la nota de la deuda mexicana ni tampoco considerar una perspectiva negativa, Fitch asume la posibilidad de que en 2022 pueda entrar en operación una reforma fiscal que fortalezca los ingresos del sector público.

Si esto no ocurriera, entonces no sería difícil que la calificadora modificara su perspectiva en el curso del próximo año y primero cambiara la perspectiva a negativa para luego bajar directamente la nota a BB, que es el nivel más alto de los 'bonos chatarra'.

Prácticamente nadie supone que en el periodo último de la actual Legislatura de la Cámara de Diputados y antes de las elecciones intermedias se emprendiera una reforma fiscal, por lo que la expectativa es que la reforma eventualmente pudiera proponerse para el final del próximo año, después de que los nuevos legisladores hubieran tomado posesión en septiembre.

Pero, para hace posible lo anterior, sería necesario que Morena y sus aliados confirmaran la mayoría que mantienen actualmente en la Cámara de Diputados, además de obtener avances significativos en las elecciones estatales del próximo mes de junio.

Además de obtener el balance político indispensable para poder operar la eventual reforma, se necesitan otras tres condiciones importantes.

La primera es que no haya que hacer nuevos desembolsos, por lo menos significativos, para fortalecer la posición financiera de Pemex.

Si ese fuera el caso, podrían cambiar los supuestos que ha establecido Fitch y cambiar también su evaluación.

El otro factor sería que no hubiera un agravamiento de la pandemia que condujera a que los resultados fiscales de 2021 estuvieran muy por abajo de lo esperado. En ese caso, probablemente la calificadora reconsiderara la evaluación del riesgo respecto a nuestra deuda que ayer dio a conocer.

Y por último, pero no al último, sería necesario convencer al presidente López Obrador de que ni la austeridad republicana ni el combate a la corrupción son suficientes para hacerle frente al deterioro de las finanzas públicas y que, por lo tanto, tiene que hacer uso de su capital político proponiendo una reforma fiscal antes de que en los mercados internacionales se considere que la deuda mexicana deba formar parte de la lista de los bonos chatarra.

Más que festejar que no nos reprobaron y que seguimos pasando el examen 'de panzazo', hay que advertir que el riesgo va a continuar en 2021.

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