Coordenadas

La carrera entre la vacuna y la pandemia

EU planea vacunar a 100 millones de personas en los primeros 100 días de la administración de Biden, mientras países como México enfrentarán problemas de abastecimiento, señala Enrique Quintana.

Éste año vamos a enfrentar en el mundo una carrera entre la vacunación y la continua propagación de la pandemia.

Del resultado de esa carrera van a depender la vida y la salud de millones de personas así como el estado de la economía en buena parte del orbe.

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, presentó su estrategia para hacerle frente al covid 19, que incluye medidas para frenar el ritmo de los contagios como algunas restricciones a viajes o el uso generalizado de cubrebocas durante 100 días y al mismo tiempo estableció la meta de vacunar a 100 millones de personas en ese lapso.

No se ve imposible la meta. Estados Unidos ya es el país que más vacunas ha aplicado, con una cifra de 19.1 millones al 22 de enero.

Pese a este esfuerzo, el propio presidente Biden reconoció que lo más probable es que la situación se deteriore aún más antes de que empiece a mejorar.

Señaló que es probable que el próximo mes el saldo de fallecidos en Estados Unidos supere el medio millón de personas, al sumarse otros 100 mil muertos antes de terminar el mes de febrero.

Lo que estamos observando ha sido anticipado por diversos expertos que han señalado que es factible que haya mutaciones del virus SARS Cov-2 que propicien un ritmo más rápido de los contagios.

Así, aunque se mantengan sin cambio las tasas de letalidad, simplemente por el hecho de que haya más personas enfermas, se tendrá un mayor número de fallecidos.

En los países en desarrollo como México, nos encontramos en desventaja respecto a lo que hará el gobierno de los Estados Unidos.

Las razones son diversas.

En primer lugar, la presión económica derivada de la falta de apoyos a la población así como a las empresas conduce a que sean menos efectivas las medidas de reducción de la movilidad.

En segundo lugar, en países como el nuestro, donde el propio presidente de la república ha desestimado el uso del cubrebocas, se tiene una circunstancia de mayor laxitud en la prevención de los contagios, lo que ha conducido a que éstos crezcan a los niveles más elevados de la pandemia como vimos en toda la semana que termina.

En tercer lugar, el proceso de vacunación será más lento debido a la falta de disponibilidad de un mayor volumen de vacunas, lo que se va a acentuar con el hecho de que se aplicarán menos vacunas de las variedades que han mostrado ser más eficaces, la de Pfizer y de Moderna, y un mayor volumen de otras que tienen niveles de eficacia un poco menores.

En cuarto lugar, es probable que la tasa de mortalidad baje más lentamente debido a las deficiencias de la infraestructura hospitalaria que en una gran parte del país se encuentra desbordada. Se está presentando con más frecuencia el hecho de que la gente se enferma de gravedad y se mantiene en su domicilio ante la falta de opciones para recibir atención hospitalaria acudiendo a los hospitales cuando los pacientes ya están graves.

La combinación de un proceso de vacunación más lento y prolongado, y una aceleración de los contagios, combinado con la saturación de hospitales, producirá lamentablemente un cuadro en donde es probable que en el primer trimestre del año lleguemos a 200 mil fallecidos oficiales.

Y si se consideran las llamadas muertes excedentes no sería extraño que estemos por arriba de las 300 mil muertes antes de que concluya el mes de marzo, pues el factor que detecta la secretaría de Salud hasta la semana 50 del año pasado es de 40.4 por ciento por arriba de los fallecimientos esperados.

Será casi imposible que todo este cuadro no afecte tanto a la economía como a la sociedad e incluso a la política.

En el caso de la economía, aunque haya estímulos positivos derivados de un mejor desempeño de la economía norteamericana, es probable que el comportamiento del mercado interno sea más pobre que lo que estima la mayoría y el resultado global probablemente sea un crecimiento de la economía que apenas podría estar por arriba del 1 a 2 por ciento, en donde tendríamos quizás un primer semestre con signo negativo y una recuperación moderada en la segunda mitad del año.

En el caso de la sociedad, estaremos viviendo una de las crisis más severas de nuestra historia por la terrible letalidad así como por la gran cantidad de personas que se habrán enfermado.

Tendremos muy probablemente un crecimiento significativo de la pobreza ante la pérdida de ingresos así como al disparo de los llamados "gastos catastróficos" derivados de la enfermedad para cientos de miles o quizás millones de familias.

Es una incógnita como estos hechos habrán de traducirse en el ámbito político.

Hasta ahora las encuestas no han revelado ni una caída en la popularidad del presidente de la República ni tampoco en las intenciones de voto para su partido, Morena.

Sin embargo todavía quedan pendientes los meses de la campaña y falta calibrar bien a bien el impacto que habrá en un proceso electoral inédito que probablemente se lleve a efecto en medio de la pandemia.

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