La economía mexicana 'se tropezó' de nueva cuenta en diciembre.
Desde junio y hasta noviembre, había tenido incrementos leves pero sistemáticos. Esa tendencia se interrumpió –de acuerdo con las cifras oportunas del Inegi– en el último mes del año pasado.
Los indicadores que se dieron a conocer esta semana implican un retroceso en la actividad económica del orden de 1.1 por ciento entre noviembre y diciembre. A tasa anual, la caída fue de 5.4 por ciento.
No sorprendió este resultado. En diversas entidades de la República se instaló de nuevo el semáforo rojo, lo que implicó el cierre de algunas actividades económicas y la reducción de la movilidad de la gente.
Los datos reportados anticipan que en el último trimestre del año se presentó una caída del PIB de 5 por ciento, aproximadamente.
Hacia finales de este mes tendremos una idea más clara del retroceso del PIB en 2020, pero todos los indicios señalan que estará en un rango de 8.5 a 8.8 por ciento, aproximadamente.
Otro indicio del tropiezo económico de diciembre lo podemos observar en el comportamiento de las ventas del comercio minorista, que revela la ANTAD.
La caída de las ventas a tiendas comparables fue de 6.2 por ciento, la más grave desde junio.
En la medida que empiecen a aparecer otros indicadores correspondientes a la actividad económica de diciembre, me parece que vamos a confirmar el nuevo freno.
El hecho será indiscutible. Lo relevante es si se va a tratar de un fenómeno acotado al mes o si se va a extender a los primeros meses de este año.
Ayer, BBVA presentó sus expectativas para 2021 y ya revisó a la baja su pronóstico de crecimiento para este año aduciendo el efecto que tendrá este cierre. Anticipaban un alza del PIB de 3.7 por ciento y la ajustaron a 3.2 por ciento.
Para el primer trimestre de este año, la propia institución estima que habrá un decrecimiento de 0.8 por ciento.
No me extrañaría que fuera incluso más severo el retroceso ante la evidencia de la lentitud con la que avanza el proceso de vacunación, así como el agravamiento de los contagios de Covid-19, lo que va a extender a más entidades el freno de la economía.
Sume a ese hecho el impacto que tendrán las mayores restricciones que se impondrán en Estados Unidos y que ayer fueron anunciadas por el presidente Biden.
Lo hemos dicho en este espacio y lo reiteramos: nos enfrentamos todavía a un año de enorme incertidumbre en el que caben muchos escenarios.
Ello se manifiesta en la disparidad de los pronósticos respecto al comportamiento del PIB, de acuerdo con lo que reveló la encuesta de Citibanamex que se publicó esta semana.
Los más optimistas (UBS, Vector y Oxford Economics) consideran que el PIB de México crecerá este año en 5.6 por ciento. En contraste, los más pesimistas, Grupo Bursamétrica, estiman un alza de apenas 1.5 por ciento.
Y si viéramos este resultado con mayor detalle, como lo hizo el Imco con su Indicador de Recuperación Económica Estatal, nos encontramos con entidades que ya van relativamente bien como Sonora, Campeche, Tamaulipas e Hidalgo, en contraste con otras que están muy por abajo del nivel previo a la pandemia, como Baja California Sur, Puebla, Guanajuato y Aguascalientes.
Seguimos en una fase de la economía en la que existen aún muchas más preguntas que respuestas, pero de lo poco que puede dejarse en claro es que vamos a enfrentar un año que será más difícil de lo que la mayoría imaginaba.
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