Ayer, el Inegi dio a conocer los datos de la oferta y la demanda globales, lo que nos permite tener un cuadro más completo del desempeño de nuestra economía en el segundo trimestre. Veamos algunos de los resultados más importantes.
1.- Durante el segundo trimestre del año, se dejaron de consumir bienes y servicios por alrededor de 8 mil millones de pesos diarios respecto a lo que se consumía en el primer trimestre. Ese monto equivale a la pérdida de 19.6 millones de salarios medios diarios del sector formal de la economía. O si quiere otro parámetro, a poco más de dos días de las ventas diarias totales que realizó la ANTAD en el primer trimestre.
El Inegi también reveló que la caída del consumo privado es lo que explica aproximadamente las tres cuartas partes de la caída del PIB en el segundo trimestre del año.
Por esa razón es que son tan relevantes los indicadores que nos van dando el seguimiento de lo que pasa con el consumo de las familias.
2.- Aunque la inversión fija bruta fue el componente que más retrocedió en el segundo trimestre, no afectó tanto como el consumo debido a que pesa menos en el PIB. Los datos que presenta el Inegi señalan que diariamente dejaron de invertirse aproximadamente 3 mil 300 millones de pesos respecto a lo que ocurrió en el primer trimestre. Esto representa el equivalente a 6.5 por ciento del PIB. Es decir, si el consumo se hubiera quedado estable, la economía habría caído 6.5 por ciento por efecto de la caída de la inversión.
3.- El consumo de gobierno no tuvo un efecto negativo. En contra de lo que muchos temíamos, debido a los recortes del gasto público, el consumo de gobierno no tuvo un efecto negativo directo en el comportamiento del PIB en el segundo trimestre del año, sino que incluso contribuyó con un crecimiento de 0.3 por ciento, que desde luego no le hizo 'ni cosquillas' a la fuerte caída de otras variables. El consumo total del gobierno es apenas poco más de la quinta parte del consumo privado, así que tiene pocas repercusiones globales en la economía.
4.- El sector externo tuvo un efecto leve en la economía. La diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes y servicios fue negativa en un punto porcentual. Es decir, aunque se desplomaron las exportaciones también lo hicieron las importaciones. Si todas las demás variables no se hubieran movido, el PIB del país habría caído en 1 por ciento en el segundo trimestre por efecto de lo que pasó en el exterior.
Una de las lecciones que podemos obtener de las cifras que ayer diera a conocer el Inegi es que, en buena medida, la recuperación de la economía va a provenir de factores principalmente domésticos.
La variable cuantitativamente más importante en lo inmediato es el consumo de las familias. Va a ser determinante la evolución del empleo en su desempeño. Las cifras que ha adelantado el presidente López Obrador respecto a septiembre indican que podríamos finalizar con cerca de 100 mil nuevos empleos. Sumados a los de agosto, se habría dado una recuperación de 17 por ciento del empleo perdido de marzo a julio.
Lo complicado va a ser que este paso de generación de puestos de trabajo formales se mantenga en los próximos meses.
La mayor parte de los pronósticos señalan que el saldo del año será del orden de 900 mil empleos perdidos.
Aunque el salario real sí está creciendo en el sector formal, la pérdida de ingresos en la economía informal será un lastre que impida una recuperación más robusta del consumo de las familias.
El tema de la inversión es capítulo aparte. Ya era necesario desde hace meses un golpe de timón para recuperar la confianza de los inversionistas. Ahora, se necesita más aún. En este contexto, de no haber un cambio de señales que sea claro y contundente, no se ve cómo se dé la vuelta a la caída de las inversiones privadas.
Y eso puede ser un factor que dañe a la economía mexicana por muchos años.
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