Coordenadas

Surge la ‘nueva guerra fría’: ¿dónde estará AMLO?

Lamentablemente México no será espectador entre el conflicto Rusia-Ucrania, escribe Enrique Quintana.

Así como en los últimos meses de 1989 el mundo cambió, hoy también lo está haciendo.

Terminó entonces una era que había comenzado a finales de la década de los 40 del siglo pasado, la de la llamada “guerra fría”, y comenzaba otra etapa que parecía ya irreversible y que algunos pensaban que era para siempre. No fue así.

En 1989 el régimen comunista de la Unión Soviética se cayó a pedazos y por lo tanto la rivalidad estratégica con los Estados Unidos y con las instituciones que representaban al capitalismo llegó a su fin.

Durante el tiempo que prevaleció la Guerra Fría vivimos bajo la amenaza de un conflicto que amenazaba al mundo entero: una guerra nuclear entre las dos superpotencias.

Al término del comunismo, parecía haberse llegado a un momento en el cual esa amenaza finalmente estaba desterrada. Durante casi medio siglo el mundo se movió en función del conflicto entre los dos sistemas y ese hecho moduló la vida social.

Se presentó desde la persecución artistas e intelectuales en Estados Unidos durante la época del llamado ‘macartismo’ hasta el derrocamiento de gobiernos democráticos, propiciada por la intervención norteamericana en América Latina, sin dejar de mencionar conflictos tan críticos y trascendentes como por ejemplo las guerras de Corea o Vietnam.

Hoy estamos quizás ante el fin de aquella ilusión que comenzó en 1989.

No porque haya revivido el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo. No. Ese ya quedó para la historia.

Ahora pareciera que el regreso a los afanes imperiales de Rusia puede marcar la nueva era.

El país que gobierna Putin es mediano en lo económico. El valor de su PIB es de apenas 1.5 billones de dólares. Una cifra inferior, por ejemplo, al de Italia, que es de 1.8 billones. Es la treceava parte del de Estados Unidos.

Pese a ello, Rusia sí es una potencia militar y además, amenzante.

Ya advirtió a Finlandia y Suecia, que de ingresar a la OTAN, podría haber consecuencias militares graves para ellos. En esta reconfiguración del mundo derivada de la invasión rusa a Ucrania, aún no sabemos cuál va a ser el papel que juegue China.

Por lo pronto, pareciera haber un respaldo tácito a las acciones de Putin. Es explicable pues la potencia asiática, que será la mayor economía del mundo en esta década sigue visualizando a Estados Unidos como un contendiente estratégico.

Probablemente China no intervenga de manera directa en ningún conflicto militar, pero es perfectamente posible que le ofrezca salidas a Rusia ante la sanciones económicas que podrían debilitar y eventualmente destruir el gobierno de Putin, si no hubiera apoyo de China.

Cuando se observa esta perspectiva geopolítica, se podría pensar que una cosa es lo que ocurre en el gran teatro internacional y otra muy diferente lo que puede estar pasando en las relaciones internacionales de un país como México.

Lamentablemente no será así. No seremos espectadores. También estaremos en el escenario.

En la medida que estamos en la inminencia de una redefinición del orden político internacional, también estaremos ante el dilema de ubicar a México en estas nuevas relaciones. El lenguaje diplomático tradicional, aquel que habla de la “Doctrina Estrada” y de la no intervención en los asuntos de otras naciones puede haber quedado ya rebasado.

México deberá tomar partido en los próximos meses respecto a un nuevo alineamiento internacional. Si se pretende establecer una posición como un país presuntamente no alineado, como ocurrió en la década de los 70, se estará de facto actuando en contra de los Estados Unidos, Europa y sus aliados.

Nuestro país está hoy en una de las situaciones más delicadas de la historia reciente.

Desde la década de los 90, al suscribir el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) y luego con su ratificación en la forma del TMEC, hicimos nuestra elección.

La economía y la vida del país se configuró sobre la base de esa definición.

Ponerla en riesgo hoy sería jugar con el futuro de toda una generación.

Ojalá estemos conscientes de lo que eso significa.

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