Opinión Enrique Cardenas

Recetario para volver a crecer, 2020

Ha habido tanta destrucción institucional, que vamos a pensar que el mediocre 2.0% de crecimiento que estábamos habituados a tener era para un día de fiesta.

El 13 de junio pasado publiqué en este espacio la columna 'Una receta para enderezar la economía'. En ella mencionaba que existía cada vez más evidencia de estancamiento económico y que por tanto era indispensable corregir el rumbo. En aquella ocasión mencioné tres elementos clave: Uno, reiniciar la construcción del NAIM; dos, revisar el plan de negocios de Pemex y la política energética (re "establecer la credibilidad en la Comisión Reguladora de Energía, en el Consejo de Administración de Pemex y en el desistimiento a construir la refinería de Dos Bocas."); y tres, desistirse de tomar el control de la Suprema Corte de Justicia ("desistirse del aumento de ministros", que era la amenaza entonces).

El día de hoy, siete meses después, regreso a dar una receta para crecer en el 2020. Ya no son tres puntos. Son muchos más por el tiempo transcurrido. Ya estamos en medio de un grave estancamiento económico. Aquí van:

Primero, reiniciar la construcción del NAIM por lo que significa en inversión directa, creación de empleos, crecimiento potencial a futuro y un gran mensaje de sensatez.

Segundo, retomar la política energética que restablezca la confianza y la capacidad técnica de la CRE y de la CNH, refuerce la gobernanza de Pemex y que se detenga la construcción de Dos Bocas. Por tanto, que se privilegie la exploración y explotación de petróleo por ser más rentables y se deje de quemar de nuevo el combustóleo para generar electricidad limpia.

Tercero, resistirse a controlar el Poder Judicial (ya casi concluye la toma completa de la SCJN), a respetar los órganos constitucionales autónomos (especialmente al INE y al INAI) y a no continuar reduciendo el presupuesto del Inegi.

Cuarto, asegurar que los proyectos de inversión pública sean rentables (NO al Tren Maya y revisar el Transístmico) que complementen la inversión privada para potenciar su efectividad en creación de empleo y riqueza. Para hacerlo posible, es necesario revisar los programas sociales para asegurar que se cumplan sus objetivos, no generar mayor inequidad y sobre todo evitar el desperdicio de recursos.

Cinco, mantener estables las finanzas públicas en el mediano plazo. La economía necesita crecer para aumentar la recaudación.

Seis, eliminar la acción terrorista del SAT y de la UIF, dejar de usar a las instituciones de procuración de justicia y fiscalización como instrumentos para fines políticos (a nivel federal y estatal) y eliminar la extinción de dominio sin juicio de por medio. Regresar los derechos que como ciudadanos hemos perdido, minimizar los delitos con prisión preventiva oficiosa, y consolidar la presunción de inocencia como pilar de nuestro sistema judicial.

Siete, reducir drásticamente la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Para ello se requiere mejorar significativamente la procuración de justicia (NO a la prisión preventiva oficiosa), la rendición de cuentas y asegurar la veracidad de la información oficial.

Esta lista puede seguir aumentando, pero no da el espacio. Ese es parte del problema. Ya ha habido tanta destrucción institucional (incluyendo la reciente sustitución del Seguro Popular por el Insabi), pérdida de talento en el gobierno que se ha ido por bajos salarios o por amenazas de otra índole, salidas de capital, etcétera, que cada vez será más difícil retomar una senda de crecimiento vigoroso. De concretarse las amenazas institucionales pendientes, como el control del INE, la ampliación de delitos sujetos a prisión preventiva oficiosa y el terrorismo fiscal, entre otras intimidaciones, será difícil que la economía vuelva a crecer en forma significativa. Vamos entonces a pensar que el mediocre 2.0 por ciento que estábamos habituados a tener, era para un día de fiesta.

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