Enrique Cardenas

Los partidos necesitan a los ciudadanos

Sí por México es un colectivo de organizaciones de la sociedad civil interesadas en colocar una agenda ciudadana en las mesas de los partidos.

Más que nunca, los partidos necesitan a los ciudadanos si desean ganar las elecciones de 2021. El descrédito de los partidos políticos, y la ausencia de soluciones a los graves problemas del país que le dieron el triunfo a Andrés Manuel López Obrador en 2018, siguen vigentes. El hartazgo de los ciudadanos por la corrupción, la impunidad y la percepción de que el país estaba sumido en la desesperanza tras los gobiernos del PAN y del PRI, los llevó a votar por una alternativa, una opción que prometía cero corrupción, cero impunidad, regresar a las Fuerzas Armadas a los cuarteles y esclarecer los hechos como el de Ayotzinapa y los feminicidios.

Lamentablemente los males previos a 2018 no han sido resueltos y las promesas de eliminar la corrupción y la impunidad no han sido cumplidas. Tampoco se cumplió la promesa de eximir a las Fuerzas Armadas de tareas de seguridad pública, sino todo lo contrario. Se les han entregado más atribuciones y más presupuesto. La incidencia delictiva no se detiene y la economía inició un descenso desde fines de 2018. Y lo más grave, el nuevo gobierno ha llevado a cabo una destrucción sistemática de instituciones y contrapesos constitucionales al poder presidencial. Es decir, los problemas persisten e incluso se han agravado, al tiempo que los partidos no ofrecen alternativas creíbles que entusiasmen a la gente. La gente no añora el pasado, pero tampoco está contenta con el presente y el futuro que le promete el gobierno de López Obrador.

Lo ocurrido en las elecciones de Coahuila e Hidalgo el domingo pasado es sintomático del sentir nacional. En dos estados priistas de cepa, sin alternancia en casi 90 años, el PRI ganó de calle y venció al PAN y a Morena. Carro completo en Coahuila… con 38 por ciento de participación. Sí, las 'estructuras' partidistas, la operación de los gobernadores, el clientelismo tradicional se observó con claridad. El PRI operó con todo, como sabe hacerlo, y Morena avanzó significativamente en términos porcentuales, probando su propia estructura y clientelismo en tierras donde había tenido poca presencia, fuera de la elección presidencial de 2018. El PAN se desplomó. Todo ello con una baja participación del electorado.

Hay quienes afirman que es normal que las elecciones intermedias tengan alto abstencionismo porque no se juega la gubernatura. Es verdad. Pero también es cierto que la gente no salió a votar porque no vio alternativas atractivas. Una buena parte del electorado no quiso emitir su voto. Así de sencillo.

Y no lo quiso emitir porque la gente no se siente representada por los partidos. Tienen vida propia y se han alejado de la sociedad. La gente observa que ya no son capaces de traducir las aspiraciones de grupos amplios de la sociedad en políticas públicas, que cambian sus principios a conveniencia, que políticos brincan de un partido a otro por sus intereses personalísimos. Se percibe que los partidos tienden a servirse con la cuchara grande y sólo se interesan por ellos mismos. Los ciudadanos comunes y corrientes, no militantes partidistas, simplemente no se sienten atraídos por ninguna opción disponible. No quieren votar por el pasado, y no ven una alternativa que les incite a votar en el presente. Se quedan en casa. El abstencionismo florece y quien decide la elección es el dinero, el clientelismo y la sociedad queda al margen.

Los ciudadanos los hemos dejado. Hemos permitido que la cosa pública la controlen los políticos y los partidos para su propio beneficio. Y eso debe terminar. Es la única manera como podemos restablecer la utilidad pública de los partidos que son indispensables en una democracia donde haya pluralidad y tolerancia. Sí, los partidos son instituciones de interés público que deben representar a grupos amplios de la sociedad.

Y como tales, en este tiempo de incredulidad, hartazgo y frustración ciudadana al ver que no hay alternativas viables, los partidos deben reencontrarse con la sociedad, y la sociedad con ellos. Si la sociedad quiere tener alternativas atractivas, debe involucrarse en lo público. Si los partidos quieren el voto ciudadano, deben también acercarse, abrirse a opciones y a modos de operar diferentes, con rendición de cuentas y apertura para personas que representen de forma honesta y efectiva el interés público.

Por ello nació Sí por México esta semana. Este colectivo de organizaciones de la sociedad civil y personas interesadas en colocar una agenda ciudadana en las mesas de los partidos para que las hagan propias, las defiendan y lleven a cabo. Y luego, quien resulte electo, se les pueda exigir que lo cumplan, que lo defiendan en nombre de los ciudadanos. Los partidos deberán decidir si siguen con sus modos tradicionales de ignorar a la gente, de presentar caras no creíbles a la ciudadanía, de escoger a sus candidatos en una lógica de reparto del botín. O bien si se abrirán a la sociedad, si adoptarán una plataforma ciudadana que represente a amplios grupos sociales, que abrirán sus puertas a candidatos no militantes. Esa decisión deberán tomarla el próximo 8 de noviembre. Si aceptan la propuesta de Sí por México, habrá oportunidad de que sean las propuestas y el proyecto del país quien defina a los ganadores mediante el voto. Si no lo hacen, la elección la determinará el dinero público que se destina a la compra del voto por quienes detentan actualmente el poder.

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