Opinión Enrique Cardenas

Lo que registrará la historia económica del 2019

El esfuerzo contra reformador alcanza muchos otros ámbitos además del económico, que no obstante tiene implicaciones económicas, considera Enrique Cárdenas Sánchez.

Como historiador económico de lo mediato y de lo contemporáneo, siempre me pregunto cómo se podría caracterizar un periodo en relación a otro. Así, por ejemplo, al periodo de Echeverría y López Portillo lo he bautizado como "el populismo económico de los setentas"; o bien, al periodo 1982-1988 lo he denominado "La crisis de la estrategia y el estancamiento de los ochenta". ¿Cómo titularemos el capítulo sobre el primer año de gobierno de AMLO? A juzgar por lo que hemos visto hasta el día de hoy, un título podría ser: "Contrarreforma parcial y nulo crecimiento, 2018–…". Aquí están mis reflexiones como historiador económico.

No hay duda que AMLO ha emprendido un proceso de contrarreforma. Después de tres decenios de reformas económicas graduales, AMLO ha emprendido revertir varias de ellas, aunque también ha abrazado otras. La reforma energética la ha echado atrás en casi todos sus aspectos esenciales, como apuntalar a Pemex con dinero de impuestos y sin un plan de negocios que convenza a nadie; construir una refinería para "dejar de importar gasolina" (aunque para ello habrá que importar en su lugar petróleo ligero); suspender la subasta de nuevos contratos a privados y cambiar las reglas de participación privada; someter los órganos reguladores que estaban diseñados para ser independientes, y otras. La contrarreforma, por lo que se puede ver, también alcanzará al sector eléctrico, aunque todavía no hay claridad sobre su envergadura.

El esfuerzo contra reformador alcanza muchos otros ámbitos además del económico, que no obstante tiene implicaciones económicas. Por ejemplo, la contrarreforma educativa tiene consecuencias graves de mediano y largo plazo en la formación de capital humano. Ampliar los delitos susceptibles de enfrentar prisión preventiva oficiosa, los recortes presupuestales al Instituto Nacional de Acceso a la Información, las amenazas de violentar la independencia del INE, las renuncias forzadas de la presidenta del Tribunal Electoral del PJF Janine Otálora y del ministro de la SCJN Eduardo Medina Mora (y tener ministros afines), son hechos que conmocionan el estado de derecho y revelan la frágil división de poderes. La intromisión del Ejecutivo usando la fuerza del Estado, muchas veces extralegalmente, mostró la debilidad de las instituciones. Ello disminuye el crecimiento económico potencial.

Será importante notar en ese texto (por ser escrito en el futuro) que el nuevo tratado de libre comercio con EUA y Canadá, a instancias de Donald Trump, negociado aún en el gobierno de Peña Nieto, fue también avalado por AMLO lo cual fue positivo. Éste hizo todo lo necesario para que Estados Unidos lo ratificara, incluyendo los acuerdos paralelos impulsados por los demócratas que le sacaron algunas otras ventajas a los intereses mexicanos. Asimismo habrá que recalcar que instruyó a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, con el apoyo de los empresarios (que por cierto la Coparmex lo había impulsado desde hacía algunos años), a elevar los salarios mínimos muy por encima de la inflación. Eso no había ocurrido en decenios.

También habrá que explicar el nulo crecimiento económico durante el primer año de gobierno (y seguramente muy bajo en el segundo). El primer punto será, sin lugar a dudas, la decisión de AMLO de cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco cuando ya se había avanzado una tercera parte. Esta decisión fue un golpe a la inversión y a las expectativas de los inversionistas por la forma como se tomó la determinación. Simplemente fue para hacer ver "quién mandaba", sin ninguna lógica ni sentido. Los grandes empresarios entendieron el mensaje y muchos se acercaron al poder para no sufrir represalias, le prometieron al presidente invertir en el país, pero muy pocos lo hicieron. Luego le prometieron que lo harían en 2020. Está por verse.

La política hacendaria también fue un factor que estancó la economía. El primer año de gobierno, que toma tiempo en arrancar, fue agravado por ineptitud de nuevos funcionarios que tuvieron subejercicios del gasto, los recursos fiscales adicionales para Pemex (sin que ello repercuta en mayor producción ni rentabilidad) desviaron inversión a obras en proceso, la inversión en proyectos de largo plazo con rentabilidad muy baja o incluso negativa, la caída de los ingresos que obligó a reducciones de gasto. Resultado, un equilibrio fiscal ayudado por el uso del fondo de estabilización, a costa de una contracción de la demanda agregada.

Banco de México se enfocó en mantener el nivel de las reservas internacionales mediante altas tasas de interés que atrajeran y retuvieran capitales, lo que no impulsó el crecimiento pero mantuvo la credibilidad en el banco central. Como consecuencia, la inflación y el tipo de cambio se mantuvieron estables o incluso a la baja.

A todo lo anterior se agregaron la incertidumbre por la volatilidad de las decisiones del gobierno y por la percepción de debilidad del Estado de Derecho, la inseguridad y la violencia que, además, aumentaron durante el primer año.

El resultado, contrarreforma parcial y cero crecimiento económico en 2019.

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