Enrique Cardenas

Las traiciones de AMLO y de Morena: Primero los pobres

Hay evidencia de que los pobres no van primero: eliminación de los apoyos a la asistencia pública, a las estancias infantiles y del Programa Prospera; escasez de medicamentos.

El lema de AMLO y Morena es "no mentir, no robar y no traicionar". Estos principios han sido violados numerosas veces por sus líderes, desde las elecciones del 1 de julio de 2018 hasta ahora. En este espacio me voy a ocupar específicamente, por ahora, del principio de "no traicionar". Ejemplos de esta violación hay muchos, y por eso tomará más de lo que pueda escribir en este espacio, pero vale la pena mencionar algunos casos.

Hoy me refiero a la traición a los pobres, a los verdaderos pobres de este país. La promesa de "Por el bien de todos, primero los pobres" ha sido traicionada. Empezó desde la eliminación de los apoyos del Instituto Nacional de Desarrollo Social a cientos de organizaciones civiles asistenciales que, muchas de ellas, vivían gracias al apoyo del gobierno y que específicamente estaban enfocadas a mejorar los niveles de bienestar de los más pobres: organizaciones dedicadas a los cuidados de los adultos mayores, dedicadas a atender a niños con discapacidad, a atender comedores comunitarios, migrantes y un muy largo etcétera. Esas organizaciones han disminuido sus actividades, la cobertura de población que podían atender, o de plano han desaparecido.

La decisión de eliminar el Programa Prospera, enfocado a los más pobres y vulnerables que incluía transferencias económicas para alimentación, consultas médicas, talleres de autocuidado, antes de contar con algún programa alterno, dejó sin atención a miles y miles de familias por muchos meses. En su lugar, está ahora el programa de Becas Benito Juárez para el bienestar que apoya a niños y jóvenes desde educación inicial hasta la universidad. Todavía es muy pronto para saber su efectividad, pero muchos de los nuevos programas no cuentan con reglas de operación (más de 400 mil millones de pesos serán erogados sin reglas de operación en 2020), frecuentemente están mal diseñados sin estar basados en evidencia, y con amplios huecos para la discrecionalidad y la corrupción.

La eliminación de los apoyos a las estancias infantiles, dirigidos a madres o padres jefes de familia de escasos recursos no cubiertos por la seguridad social, como por ejemplo personas que trabajan en la calle en un puesto de jugos o de tacos, en la central de abastos, en diversas ocupaciones no formales, que son las más numerosas y excluidas de nuestro desigual sector de servicios, se quedaron sin apoyo para dejar a sus hijos bien cuidados y atendidos, con alimentación balanceada, con desarrollo motriz e intelectual. Ello ya genera un atraso de los niños, con consecuencias de largo plazo pues está comprobado que lo que sucede en esos primeros años determina en buena medida las potencialidades del niño. Ellos no tienen capacidad de defenderse. Entregar el apoyo directamente a la madre, si acaso tuvo la suerte de que le tocara pues ya no hay recursos para más beneficiarios, no asegura que ese dinero irá para el desarrollo del niño. Con tantas necesidades urgentes, la madre fácilmente ocupa ese dinero para otra cosa. Por tanto, el futuro de los niños más pobres queda en riesgo.

Lo mismo ocurre con los apoyos a los refugios de mujeres violentadas. Se sabe que existe una enorme violencia intrafamiliar que lamentablemente mantiene en un infierno a mujeres y a sus hijos. El apoyo a los refugios también fue suspendido y afectó, principalmente, a familias de bajos ingresos que no tienen ninguna otra opción de huir de situaciones de violencia doméstica.

La escasez de medicamentos, de por sí difícil en zonas alejadas y en clínicas por todo el país, y que se evidenció por las protestas de los directores de los institutos nacionales de medicina y de los padres de niños con cáncer, afectan sobre todo a los más pobres, que no tienen los recursos para adquirir medicamentos si no se les entregan en las instituciones públicas.

El espacio se termina, pero hay más evidencia de que los pobres no van primero. No han ido primero. Y los programas existentes tampoco parecen tener un impacto positivo, a pesar de los miles de millones invertidos. Por ejemplo, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que apenas la secretaria del Trabajo reconoció que solamente el 1.5 por ciento de los becarios del programa tendrá empleo, o el programa Sembrando Futuro, que incentiva la quema de selva y bosques para sembrar cualquier cosa y así obtener el subsidio.

La traición a los pobres también se pone en evidencia vía otras políticas, como la económica y la de seguridad. Aquí sólo menciono algunos ejemplos fehacientes de impactos directos sobre los más pobres. No se vale traicionar de esta manera.

COLUMNAS ANTERIORES

El referéndum del 2 de junio
“Enfermedad holandesa” una vez más

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.