Enrique Cardenas

A falta de capitán, reacciona la sociedad

La reacción del gobierno federal ante la emergencia ha sido extremadamente débil para lo que se requiere.

Universidad Iberoamericana de Puebla/Puebla contra la Corrupción e Impunidad .

En las últimas semanas ha quedado claro que en México no hay una autoridad que nos guíe a través de las tormentas por las que estamos pasando. La voz (y liderazgo) del presidente de la República se ha perdido, ya es inaudible y no goza de credibilidad. A golpe de contradictorias declaraciones y lineamientos con su propio gabinete y no se diga con la OMS y la comunidad internacional, AMLO ha sido rebasado y no termina de darse cuenta. Independientemente de filias y fobias respecto del presidente, es una tragedia para el país. Los mensajes no son claros, incluso son discordantes, y no responden a la emergencia en ningún sentido.

La tormenta no sólo es del Corvid-19. Le anteceden la crisis de inseguridad, los reclamos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género, el desabasto de medicinas, la baja en el precio del petróleo y el estancamiento económico. A esos retos que han quedado sin respuesta efectiva se le suman la destrucción institucional que el país ha sufrido con este gobierno, como el desmantelamiento de la CRE y de la CNH en el ramo energético, la cooptación de la CNDH, el acecho sobre el INAI y el INE, la eliminación de cuadros profesionales por la reducción de sueldos y prohibición de trabajar en sus campos de especialidad por 10 años, la transición tortuosa y aún sin definición del sistema de salud al Insabi, y un largo etcétera.

Y a la pandemia del coronavirus se le agrega la crisis económica por choque de oferta (desarticulación de cadenas productivas, reducción de personas en la actividad económica, etcétera) y por choque de demanda (reducción del gasto de las empresas conforme venden menos, despidos o paros técnicos, etcétera), y la crisis social que sin lugar a dudas empeorará por la parálisis económica y la emergencia sanitaria. Hambre, saqueos, más violencia intrafamiliar y agudización de padecimientos mentales por ansiedad y otros más.

La reacción del gobierno federal ante la emergencia económica (antes de que también se convierta en social) ha sido extremadamente débil para lo que se requiere. Las medidas que está implementando son pocas y claramente insuficientes y sesgadas, como la cancelación de la planta de Constellation Brands en Mexicali que desencentiva la inversión privada. El gobierno parece no darse cuenta que es indispensable mantener el empleo, la demanda y evitar que disminuya la oferta lo más posible. Sólo el Banco de México está reaccionando con mayor oportunidad, aunque también parece faltarle contundencia.

En esta 'licuadora' de tormentas, y ante la falta de definición y estrategia clara del gobierno federal, gobiernos estatales y municipales, asociaciones de empresas, instituciones bancarias, educativas, grupos y clubes cívicos y sociales y personas de todos los ámbitos, han comenzado a reaccionar para enfrentar, hasta donde sea posible, las crisis que se avecinan. Algunos gobernadores se han adelantado al gobierno federal y han implementado medidas tanto de corte sanitario como de contención económica; las universidades privadas iniciaron el distanciamiento social y pronto le siguieron instituciones públicas; el Consejo Coordinador Empresarial, la Coparmex, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores y muchas más han ofrecido recomendaciones a sus agremiados, muchos de los cuales ya han comenzado a tomar medidas, como paros técnicos, vacaciones a los empleados, o venta de sus bienes y servicios a futuro. Incluso algunos bancos están ofreciendo aplazar el pago del principal de los créditos por cuatro o hasta seis meses. Cadenas hoteleras y negocios individuales venden servicios de hospedaje y gastronómicos a futuro, frecuentemente con descuentos.

La sociedad se está moviendo y los ejemplos abundan. Por ejemplo, un grupo de ciudadanos en Cholula se ha ofrecido para distribuir despensas del Banco de Alimentos a personas de la tercera edad, otros grupos ofrecen consejos administrativos de cómo llevar la empresa a distancia, otros más promovemos la compra adelantada de cualquier tipo de servicio que utilicen en la tienda de su barrio, pan y otros productos y servicios básicos como el estilista, algún profesor o incluso el bolero de la esquina. Las universidades y escuelas particulares están diseñando esquemas de crédito educativo para evitar que jóvenes dejen la escuela, y una larga lista de apoyos y acciones positivas de empresas y personas en nuestro México.

Muchos gobiernos de otros países ya han tomado medidas para evitar que se contraiga la demanda (que la gente tenga ingresos por su trabajo o condición y siga demandando bienes y servicios). Sus respuestas se basan en su propia experiencia, en sus posibilidades y en la determinación que tenga el gobierno en turno. En México vamos en sentido contrario. No hay reducciones o aplazamientos del pago de impuestos, ni créditos fiscales, ni pago a proveedores del gobierno, Pemex y CFE, ni muchas otras cosas que se podrían hacer. Lo poco que se está haciendo, como adelantar cuatro meses la pensión a adultos mayores, es absolutamente insuficiente. También resulta ilógico y contraproducente, como lo acaba de anunciar AMLO, pedirle a los servidores públicos reducir su sueldo 8 por ciento más. Es probable que las iniciativas de la sociedad, las empresas e instituciones privadas, no sea suficiente para evitar la crisis. Pero al menos será mucho menos dolorosa.

Es una tragedia que la 'licuadora' de tormentas haya pillado a México con un gobierno insensible, falto de empatía, incompetente y obtuso como el que tenemos. En momentos como éste es cuando se forjan los líderes reales, no por decreto ni anticipadamente como lo ha intentado AMLO y su 4T.

COLUMNAS ANTERIORES

El referéndum del 2 de junio
“Enfermedad holandesa” una vez más

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.