Enrique Cardenas

Última llamada

El poder de los militares y del crimen organizado seguirá expandiéndose si Claudia Sheinbaum gana la Presidencia.

Esta columna la escribo para mis familiares, colegas, amigos y conocidos que han estado a favor de la 4T. Hace tiempo que no hablamos entre nosotros de temas políticos. Se volvió difícil, un tabú, pues casi siempre derivaba en discusiones en donde cada vez nos escuchábamos menos, hasta que acordamos, ‘civilizadamente’, mejor ya no tocar temas políticos. Ha sido la única manera de convivir en estos últimos años.

Estamos a menos de dos semanas de las elecciones y quiero dirigirme a todos ellos por escrito, para subsanar en una pequeña parte la ausencia de esas discusiones que tanto hacen falta, pero que hemos sido incapaces de sostener. Y lo que quiero es explicarles a mis familiares, colegas y amigos pro-4T por qué yo no tengo duda de que voy a votar por Xóchitl Gálvez para presidenta y no por Claudia Sheinbaum, y junto con ella por la oposición en Puebla para la gubernatura y los congresos federal y local. Hay muchas razones, demasiadas, pero quiero concentrarme en una sola: la libertad.

Para mí, esa es quizá la disyuntiva más relevante que se nos presenta en estas elecciones. LIBERTAD con mayúsculas. Primero que nada, quiero seguir habilitado para emitir mi voto para escoger a quien deseo que nos gobierne cada seis años, que ello ocurra en elecciones suficientemente ‘limpias’, parejas, donde los dados no estén cargados. Y si lo están, que se pueda hacer algo al respecto. No quiero renunciar a ese derecho y menos que me lo arrebaten. Ello implica que debe haber instituciones electorales confiables, con interés genuino en los ciudadanos y que haya mecanismos para asegurar la pulcritud de los procesos. La intención de eliminar la efectividad del INE y los ataques que han sufrido éste y el Tribunal Electoral por la 4T, terminarán por nulificarlos si gana Morena. Nuestra democracia estará herida de muerte.

Libertad también implica que la podamos conservar y disfrutar plenamente, es decir, que podamos vivir en libertad. Y para que eso ocurra, el ejercicio del poder público, dada su fuerza, debe estar acotado, supervisado y que los ciudadanos siempre podamos defendernos de manera efectiva ante abusos de la autoridad o del poder. Es decir, me gusta y atesoro tener libertad de pensamiento, de expresión, de decidir qué hacemos y cómo lo realizamos, sin temer ser calumniado por el presidente, sin tener miedo de represalias de cualquier tipo en el trabajo o en cualquier actividad, sin temer ser encarcelado o despojado de mis bienes. Pero para que yo tenga esa libertad se requiere que el poder tenga contrapesos, tenga mecanismos que eviten que abuse de su poder. Por eso he rechazado la cooptación que hizo López Obrador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, por eso rechazo las intenciones de la 4T por eliminar la efectividad del INAI, de la Cofece, de nuestras posibilidades de ampararnos legalmente cuando la autoridad abuse contra nosotros. Y ya lo ha hecho en el pasado, no es hipotético. Las reformas recientes a la Ley de Amparo, por ejemplo, nos impiden inconformarnos ante muchos de los abusos de autoridad de manera colectiva y los beneficios no se aplicarán a las personas que están en las mismas circunstancias, pero que no se ampararon. Es decir, protegerse de los abusos solo será posible para quienes tengan posibilidad de pagar un abogado. El que la 4T vaya contra los contrapesos del poder y de sus abusos a los ciudadanos me deja en la indefensión total. Y en esta condición, pierdo libertad. Mejor no hablo, mejor no hago, mejor no me muevo porque me pueden fastidiar.

También aprecio poder vivir sin miedo, con tranquilidad, tener libertad de tránsito, de movimiento, de vivir e ir a donde yo quiera. Si las calles, las carreteras, colonias, pueblos y ciudades están infestadas de crimen e inseguridad, pierdo un buen tramo de esa libertad. Claudia Sheinbaum promete seguir con la misma política de López Obrador, con los militares a cargo de la seguridad, con la política de ‘abrazos, no balazos’ y, presumiblemente, con las buenas relaciones con el crimen organizado que el presidente ha tenido en estos años y que le ha permitido extenderse y controlar ya más del 30 por ciento del territorio nacional. Es decir, no voy a votar por Sheinbaum porque el poder de los militares y del crimen organizado seguirá expandiéndose si gana la Presidencia, a costa de nuestra seguridad, de nuestra tranquilidad y de la libertad de moverme libremente por el país. Voy a votar por Xóchitl porque está convencida del papel que deben jugar los militares y que se debe combatir al crimen organizado sin cuartel, atacando las causas sociales de la delincuencia, pero sin menoscabo de hacer valer la ley y que el Estado mexicano controle todo el territorio nacional. Si gana Sheinbaum, lo que nos espera es más crimen, impunidad y pérdida de libertad.

No solo estamos votando por nuestro futuro, sino por el de nuestros hijos y de quienes nos rodean.

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