Enrique Cardenas

El (triste) futuro educativo de nuestros niños y jóvenes

A la pérdida de aprendizaje que ya se había detectado en México, a la falta de programas para restituir esas pérdidas, el nuevo modelo educativo no ofrece ninguna respuesta.

Universidad Iberoamericana de Puebla y Universidad de Guadalajara

Esta semana aparecieron los resultados del examen PISA que se lleva a cabo a nivel internacional. No hay muchas sorpresas y más bien se confirman los temores para México, y la mayor parte del planeta. La pandemia afectó fuertemente el aprendizaje de los niños y jóvenes en todo el mundo, y en México hay caídas que continúan una tendencia a la baja en el desempeño académico de los estudiantes en nuestro país. Primero algunos datos: los resultados a nivel mundial mostraron una fuerte caída entre 2018 y 2022 en las tres áreas cubiertas: matemáticas, lectura y ciencia. De ellas, sólo matemáticas habían estado relativamente estable de 2003 a 2018, mientras que ciencias y lectura han caído en los últimos 10 años. Sólo 18 países se desempeñaron mejor que el promedio de la OCDE, y 4 países, Colombia, Qatar, Perú y la región de Macao en China, han mejorado en las tres áreas desde que empezaron a tomar parte en las mediciones.

En su reporte de resultados (https://www.oecd.org/publication/pisa-2022-results/index#pisa2022results), la OCDE resalta algunas lecciones que se pueden aprender de los sistemas educativos resilientes. Por ejemplo, la OCDE menciona algunos temas que fueron claves en el caso mexicano:

1. Les fue menos mal a los sistemas que cerraron menos tiempo las aulas (OCDE). En ese sentido, el caso mexicano es lamentable. Fue uno de dos países en el mundo que cerraron por año y medio las escuelas, lo que evidentemente afectó el aprendizaje de los alumnos.

2. Estudiantes que contaron con sus profesores todo el tiempo a pesar de estar en confinamiento les fue mucho mejor en matemáticas y lograron desarrollar cierta autonomía efectiva en el aprendizaje (OCDE). En México, los profesores en general no tuvieron contacto con sus alumnos durante el confinamiento por una variedad de razones. Ello agravó la situación de los alumnos y su aprendizaje.

3. En escuelas que proveyeron ayuda adicional a los alumnos en lugar de hacerlos repetir el año les fue mejor a sus alumnos (OCDE). En México no ha habido un programa de apoyo para resarcir los conocimientos no aprendidos y llenar las lagunas generadas por la pandemia. A la fecha sigue sin existir un programa para ese efecto.

No es novedad que el sistema educativo nacional requiera mejoras y en eso se enfocaba la reforma educativa del Pacto por México. Al eliminar al INEE y debilitar los procesos de evaluación, la prueba PISA es de los poquísimos instrumentos que nos quedan para valorar lo que se está haciendo en el país y compararlo internacionalmente. Sin evaluación es imposible mejorar.

Por otra parte, la SEP declaró ayer ante los resultados de la prueba PISA para México que éstos “no demuestran cambios significativos respecto a las ediciones anteriores de esta evaluación. Nuestros estudiantes presentan retos en las tres áreas evaluadas: matemáticas, español y ciencias, lo que confirma que era necesario un cambio en el modelo educativo, situación que se agravó por la emergencia sanitaria.” Ante esto, uno se pregunta cómo serán los resultados de la próxima evaluación de PISA cuando el nuevo modelo educativo ha disminuido al mínimo la enseñanza de las matemáticas, del español y de ciencias. ¿Cómo será posible mejorar esos resultados con la Nueva Escuela Mexicana?

A la pérdida de aprendizaje que ya se había detectado en México, a la falta de programas para restituir esas pérdidas, el nuevo modelo educativo no ofrece ninguna respuesta. Ese es realmente el drama: que una generación de niños y jóvenes, de por sí golpeada por la pandemia casi sin ninguna defensa, va a afrontar retos cada vez más complejos en su vida, con pocos instrumentos para enfrentarlos y con carencias que no podrá resarcir.

Es verdad que en todo el mundo la pandemia golpeó el aprovechamiento escolar de los niños y jóvenes. La diferencia en los resultados de cada país será la manera como se enfrentó ese desafío, qué recursos adicionales se facilitaron para apoyar a esos cientos de miles de personas para evitar su pérdida de aprovechamiento. Lamentablemente, ya desde hoy podemos asegurar que su futuro no es prometedor en un México en que las autoridades educativas estuvieron prácticamente ausentes durante y después de la pandemia, y su respuesta fue y sigue siendo poco efectiva para el tamaño del desafío.

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