Opinión

El Fracaso: 3 consideraciones para darle una justa dimensión

 

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En cualquier empresa suele tenerse conciencia de que no existe la perfección. Aunque todo se procura en su diseño e implementación para que salga bien, cualquier iniciativa o proyecto, cualquier producto o proceso, así como más de una idea o experimento está y estará irremediablemente expuesta a la posibilidad de su fracaso.

Fracasar es fallar en lo que respecta a la consecución de metas preestablecidas. Cualesquiera que sean las razones que los expliquen, es no conseguir los objetivos deseados.

Pocas cosas se constituyen en una prueba tan fuerte para un director de empresa como sobreponerse al fracaso. Experimentarlo es duro. Suele ser un suceso lastimoso.

¿Qué debemos aprender del fracaso más temprano que tarde? Aquí 3 consideraciones para la reflexión:

1. El fracaso es intrínseco a cualquier carrera.- No hay actividad humana que esté libre de su posibilidad. Toda vida profesional, así esté llena de preparación, dedicación y entrega, irremediablemente experimenta la sensación del fracaso en algún momento.

Quien se forja para el éxito continuo debe desarrollar la capacidad para sobreponer desde una modesta desilusión por un resultado fallido pero mejorable, hasta el complejo esfuerzo que puede requerir superar una gran frustración ante una realidad que, al no poderse cambiar, debe ser asimilada.

2. Eludir el fracaso no lo evita, lo alimenta.- Pocas sensaciones son tan humanas como el miedo. Miedo al riesgo mismo, miedo al desenlace desconocido, miedo a la incertidumbre. Muchos, para evitar fracasar, apelan al exceso de cautela y, en su peor expresión posible, al inmovilismo.

Lo curioso es que no deja de ser paradójico en la vida profesional y personal que si se opta por no hacer nada, en ese mismo momento se está ya construyendo el fracaso mismo. Aunque parezca contraintuitivo, los antídotos al fracaso son el intento, la persistencia y la confrontación.

3. Querer tener éxito continuo no es malo en sí mismo.- Si entendemos por éxito el desempeño notable en cierta actividad o la construcción de logros fuera de lo común, es saludable y deseable que en la empresa y en la vida misma se procure el éxito de manera reiterada y continua. Incluso, no es incorrecto que disguste saludablemente no tenerlo.

Lo incorrecto es que, en el deseo de ser 'exitoso' se pierda conciencia de que su contraparte natural es el fracaso y que, como consecuencia, en algún momento se asuma que ya no pueden presentarse resultados y efectos de tipo adverso en una empresa, proyecto o trabajo (incluso familia). No obtener resultados positivos es una posibilidad todo el tiempo.

Un solo éxito no hace un verano perdurable, como un solo fracaso no produce un crudo invierno. En la dinámica de la vida misma, una secuencia de resultados adversos enseña a sobreponer la desmoralización, como una secuencia de éxitos continuos permiten forjar templanza.

El director de empresa encuentra el balance adecuado cuando puede hablar de sus éxitos con prudencia y es capaz de describir sus fracasos con serenidad.

Buscar siempre el éxito es apropiado y plausible. Esperar el éxito en absolutamente todas las actividades que se desarrollan en el camino de la vida es equivocado. Uno nunca debe olvidar que la posibilidad de fracaso siempre va a estar ahí.

Bien suele decir Andrés Oppenheimer en sus textos y conferencias, "no hay éxito (de largo alcance) que no sea resultado de una larga cadena de fracasos".

* El autor es empresario y conferencista internacional.

Twitter: @mcandianigalaz

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