Eduardo Guerrero Gutierrez

Michoacán: terror anunciado

El gobierno de AMLO tendrá que decidir si busca hacer un tercer intento para recuperar Michoacán de las garras de la maña.

En mi entrega previa en este espacio, publicada el pasado 5 de agosto, señalaba que uno de los principales motores de la violencia en el primer semestre del año habían sido los conflictos entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y grupos criminales locales. Entre estos últimos, destaqué algunos ejemplos: células de Los Zetas, de Veracruz; la Nueva Empresa, en Jalisco, y Los Viagras, en Michoacán.

Escasos tres días después, el 8 de agosto, la segunda ciudad de Michoacán en importancia –Uruapan– amaneció bañada en sangre. Un total de 19 cuerpos aparecieron en tres distintos puntos de la ciudad. El CJNG se atribuyó las ejecuciones (aunque luego se deslindó). En la mayor parte de los reportes de prensa se dice que las víctimas tenían vínculos con Los Viagras. En todo caso, los responsables actuaron de forma pausada. Sabían que no serían molestados. Incluso se tomaron la molestia de colgar a nueve de las víctimas de un paso a desnivel para lograr un mayor impacto visual. A pocos pasos del 'puente del terror', personas armadas vigilaban a bordo de taxis y motocicletas.

Las ejecuciones de Uruapan probablemente fueron una demostración de fuerza con la que el CJNG busca arrebatarle a Los Viagras el negocio del cobro de cuota a los aguacateros. El aguacate de Uruapan y sus alrededores es, de lejos, el cultivo más rentable del país. Cada mes se exportan miles de toneladas del oro verde. Los pequeños productores de aguacate pagan unos 100 mil pesos de 'cuota'. Los grandes pueden llegar a pagar un millón.

Por lo menos desde 2006 los hechos de extrema violencia sacuden a Uruapan y al resto de Michoacán. En mayo de este año ya hubo una semana de enfrentamientos entre el CJNG y sus rivales, con un saldo de 24 muertos. Como suele ocurrir en estos casos, hubo policías municipales entre las víctimas. Lo peor es que la guerra va para largo. Hace un par de días circuló un video en el que se exhibe a un grupo de 18 hombres fuertemente armados, que portan uniformes con las siglas CJNG, mientras una voz advierte que van a pelear con todo contra Juan José Farías Álvarez, El Abuelo (en su momento, El Abuelo encabezó un grupo de autodefensas, al igual que los hermanos Sierra Santana, líderes de Los Viagras).

Sin embargo, la violencia en Michoacán no terminará con la muerte o la captura de El Abuelo, ni de los hermanos Sierra Santana ni del propio Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho (máximo líder del CJNG). En Michoacán la maña lleva años cambiando de nombre y de dueños. Los Valencia, la Familia Michoacana, Los Templarios, La Tuta, Los Viagras, el CJNG. A veces estas mafias se disfrazan de justicieras y se hacen llamar autodefensas o policía rural. A veces, como ahora, se pelean. A veces tienen tintes evangélicos. A veces prometen cuidar a la población. Sin embargo, en el fondo, la maña siempre busca lo mismo: controlar el negocio de la droga sintética que florece en Michoacán gracias al puerto de Lázaro Cárdenas y, sobre todo, extorsionar a los aguacateros.

Los medios voltean a lugares como Apatzingán, Tepalcatepec o Uruapan después de los eventos más escandalosos, cuando hay una 'disputa' o un 'reacomodo', como el que actualmente está teniendo lugar. Sin embargo, la verdadera tragedia es cotidiana, y va más allá de los enfrentamientos y las muertes. En Michoacán (al igual que en varios municipios de los estados colindantes) la maña hace lo que quiere porque ella es, de facto, la única soberana. El dinero de la maña basta y sobra para financiar manifestaciones y grupos de autodefensa. También alcanza para imponer, comprar o intimidar a cualquier alcalde. No importa quién esté en la boleta. Por eso los criminales pueden tranquilamente colgar cuerpos de puentes, dejar mantas, cerrar caminos y carreteras. Tienen que acabar con sus rivales, pero la policía les tiene más o menos sin cuidado.

En este contexto, una alternativa para los productores de aguacate es apoyar a alguno de los grupos en pugna, probablemente al CJNG. Otra alternativa es intentar pagar protección privada (decidir a quién le pagan, en lugar de dejarse extorsionar por el grupo delictivo en turno). Recurrir a las autoridades obviamente queda descartado.

En dos ocasiones, el gobierno federal se ha visto obligado a intentar hacer algo ante el control que la maña ejerce sobre las autoridades de Michoacán. Primero con el 'Michoacanazo' de mayo de 2009, y luego con la intervención federal a principios de 2014 (cuando la disputa entre Los Caballeros Templarios y los grupos de autodefensa amenazaba con convertirse en una guerra civil. Ninguna de las dos intervenciones se planeó bien ni se llevó a sus últimas consecuencias). El gobierno de AMLO tendrá que decidir si busca hacer un tercer intento para recuperar Michoacán de las garras de la maña. Si se tarda, probablemente se verá obligado a intervenir en un contexto de emergencia, como le pasó a Peña Nieto en 2014.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Cómo poner fin a la negligencia y complicidad de las fiscalías?
Criminales se reparten Guerrero con mediación de la Iglesia; el gobierno asiente y la violencia disminuye

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.