Eduardo Guerrero Gutierrez

La detención del exsecretario Cienfuegos: cuatro reflexiones

Las investigaciones que se han abierto en EU contra autoridades mexicanas de primer nivel apuntan a que existieron varias redes de protección del crimen organizado al interior del aparato del Estado.

Sólo el tiempo dirá en qué termina el arresto del general Cienfuegos. No podemos adelantar vísperas, ni dar por buenas las acusaciones. Sin embargo, es inevitable plantearnos algunas preguntas sobre las implicaciones que la eventual culpabilidad del exsecretario tendrían para el Ejército mexicano y para la política de seguridad del actual gobierno. A continuación, cuatro reflexiones sobre el tema.

1. Si se confirman las acusaciones, entonces no hace falta ser un cártel con presencia nacional para corromper a los más altos funcionarios del gobierno federal. A diferencia del caso de García Luna, el Departamento de Justicia no acusa a Cienfuegos de haber colaborado con el Cártel de Sinaloa. Tampoco con el Cártel Jalisco Nueva Generación. De lo que se acusa al exsecretario es de brindar protección al grupo de Juan Francisco Patrón Sánchez, el H2, grupo también conocido como Los Mazatlecos.

Los Mazatlecos son una de las muchas escisiones que sucedieron a la antigua organización de los Beltrán Leyva, y mantienen vínculos con la organización de la familia Meza Flores (encabezada por Fausto Isidro Meza Flores, El Chapo Isidro), que, a su vez, tiene vínculos con una banda que se hace llamar La Oficina. Desde hace años los Meza Flores están en conflicto con el Cártel de Sinaloa. Los Mazatlecos y la familia Meza Flores son grupos importantes y, al parecer, exportan un volumen considerable de droga. Sin embargo, sus recursos y su poder de fuego no se comparan, ni de lejos, con el Cártel de Sinaloa o con el CJNG.

2. Incluso si se demuestra que Cienfuegos es culpable, ello no implica, en automático, que los criminales hayan corrompido a toda la cúpula de Sedena. Es un tanto enigmático que un secretario de Defensa decidiera coludirse con una organización de segundo nivel. No dudo que otros cárteles hayan buscado sobornarlo. Probablemente Los Mazatlecos fueron quienes dieron con su punto débil. También es posible que Los Mazatlecos tuvieran algún contacto clave que propició un mejor acercamiento (por ejemplo, Edgar Veytia, el fiscal de Nayarit, actualmente sentenciado en Estados Unidos, precisamente por proteger al grupo del H2).

Sin embargo, no podemos descartar que Cienfuegos le haya dado entrada a Los Mazatlecos precisamente porque colaborar con dicho grupo lo comprometía menos que aceptar dinero del Cártel de Sinaloa o del CJNG. Es probable que Cienfuegos pudiera mantener contentos a los Meza Flores con algunas intervenciones puntuales y relativamente discretas. Por lo mismo, me inclino a pensar que, si efectivamente el exsecretario colaboró con los criminales, no hubo tantas personas involucradas en la cúpula militar. La acusación del Departamento de Estado señala que Cienfuegos acercaba a Los Mazatlecos con otros 'funcionarios corruptos' (aunque no especifica que fueran militares). Si cae, algunos otros caerán con él. Sin embargo, nada hasta ahora sugiere que el contubernio con el H2 haya contado con una participación generalizada de la plana mayor de Sedena.

3. Tampoco es una completa sorpresa. La detención de Cienfuegos el jueves pasado sí lo fue. Todo parece indicar que las autoridades norteamericanas actuaron con sigilo y por su cuenta. Por las circunstancias de la detención, es obvio que el exsecretario no la veía venir. Lo que no sorprende del todo es que el crimen organizado haya logrado penetrar en los más altos niveles del Ejército mexicano. Desde hace años se sabe que hay desconfianza de las autoridades norteamericanas para compartir información con mandos de la Sedena. Por ello, optan por trabajar con la Marina en los casos más delicados. Más revelador todavía es que AMLO decidiera romper con la tradición militar y excluir al grupo más cercano del general Cienfuegos del nombramiento del nuevo titular de Sedena. Este giro parece indicar que López Obrador tenía alguna razón para desconfiar del secretario saliente y su entorno inmediato.

Por otra lado, aunque el Ejército es un poco menos vulnerable que las policías, tampoco ha sido nunca una institución aislada del poder corruptor de la delincuencia. No podemos olvidar que algunos de los grupos criminales más sanguinarios del país fueron conformados precisamente por militares de élite. Tampoco podemos pasar por alto que en nuestros penales hay alrededor de nueve mil personas que en algún momento formaron parte de las Fuerzas Armadas. Entre el Ejército mexicano y la delincuencia hay una historia larga y compleja, que incluye numerosos episodios de colaboración.

4. Algo muy grave falló –otra vez– y seguirá fallando. No deja de sorprender que una figura tan prominente como Cienfuegos mantuviera durante dos años una colaboración con un grupo criminal, como la que se describe en la acusación del Departamento de Justicia, y que los focos rojos no se prendieran. Incluso si Cienfuegos efectivamente fue discreto. Incluso si involucró a poca gente.

Las investigaciones que se han abierto en Estados Unidos contra autoridades mexicanas de primer nivel apuntan a que existieron (y seguramente todavía existen) varias redes de protección del crimen organizado al interior del aparato del Estado. Se trata de redes que no siguen los contornos del organigrama, que se forman de manera casuística y que pueden involucrar lo mismo a civiles que a militares. Varios grupos criminales invierten fuerte en construir estas redes. El esquema les ha funcionado, y les seguirá funcionando, mientras no tengamos mejores mecanismos para 'vetear' a los altos mandos de las instituciones de seguridad, mejores mecanismos de denuncia y, sobre todo, mejor inteligencia.

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