Eduardo Guerrero Gutierrez

El plan era quebrarnos

Como ha sido la norma en este gobierno, se pensó que era fácil regatear los compromisos que en otro tiempo, para bien o para mal, asumió el Estado mexicano.

Intercalo mis apreciaciones con fragmentos de conversaciones que tuve ayer con elementos de la División de Fuerzas Federales. Desde su testimonio se entiende el descuido, y la absoluta falta de tacto, con la que el gobierno ha actuado en torno a la Policía Federal.

En primer lugar, resulta curioso que el secretario Durazo lamentara ayer la desinformación. Los policías me dicen que en los siete meses que lleva este gobierno hubo completo hermetismo por parte de los altos funcionarios de la secretaría. "Nunca nos dijeron ni cuánto íbamos a ganar ni cómo serían las condiciones en la Guardia Nacional ni a dónde iban a mandarnos".

La inconformidad explotó a raíz de un video en el que uno de los primeros policías federales en concluir los cursos de la Guardia Nacional revela las condiciones que le ofrecieron. De entrada, una reducción de su remuneración neta, de 15 mil a 12 mil pesos. También desaparecen los días descanso. Algo crítico, pues en la Policía Federal se descansa cinco días por cada 25 días laborados. Estos días de descanso son indispensables para que los policías puedan desplazarse desde donde estén desplegados y vean a sus familias.

Además de las malas condiciones, los elementos resienten el desprecio del gobierno. Curiosamente su enojo no es tanto hacia el presidente (a pesar de que ayer mismo, en medio de la crisis, insistió en que la Policía Federal "se echó a perder") como hacia los funcionarios que llegaron a ocupar cargos directivos en diciembre. "El secretario nunca se presentó con el personal. Nunca ha dado la cara; él está con los militares".

El grueso de los elementos de la Policía Federal parece que están unidos. Desde ayer se inconformaron elementos de varias divisiones, y al parecer las protestas apenas comienzan. Hay un paro nacional anunciado para hoy, a partir de las 9:00 horas. "Yo creo que esto va para largo. Vienen algunos compañeros de Michoacán y de Jalisco. No todos, porque no se quiere descuidar la seguridad, pero esto no se termina". Me comentan también que ayer sí hubo amenazas. En la División de Inteligencia, en concreto, se advirtió que a todo aquel que se levantara de su lugar se le iniciaría un acta por abandono de empleo.

Por supuesto, no todos los policías buscan lo mismo. Algunos elementos quieren servir en la Guardia Nacional, pero que se respeten sus condiciones laborales. Otros, de plano, sólo piden una salida digna. Me dicen que la última vez que hubo un programa de retiro voluntario se ofrecieron 30 mil pesos por año laborado; y que ahora sólo les ofrecen 9 mil. "Desde el principio, el plan era quebrarnos. Pero vamos a dar batalla. Es lo que merecemos después de muchos años de servicio".

En el fondo de la protesta de los policías hay un profundo agravio. Más allá del maltrato económico y verbal, consideran que la Guardia Nacional se diseñó precisamente para anular su formación y su experiencia como policías. "En lugar de crear batallones con expolicías y con exmilitares, la idea es dispersar a los policías en batallones integrados mayoritariamente por militares, de forma que en toda la Guardia Nacional se trabaje al estilo militar".

Hay diferencias muy grandes entre la cultura organizacional de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal. Poner a trabajar juntos a policías y militares no iba a ser sencillo. A los soldados se les recluta en un esquema francamente premoderno. Para ingresar a la Sedena se les exige ser solteros y firmar un "contrato de enganche". Muchos vienen de comunidades muy marginadas. El Ejército es una de las pocas alternativas que tienen, tal vez la única, para escapar de la pobreza extrema.

En contraste, la Policía Federal ofreció, desde su origen, condiciones laborales que buscaban ser mejores en comparación con la precariedad extrema de otras corporaciones. Nada que pueda considerarse escandaloso. Los beneficios abusivos, que los hubo, nunca fueron para los policías de a pie. "A algunos de arriba, que de verdad llegaron a robar con manos llenas, nadie los toca". Sin embargo, desde la perspectiva militar las condiciones laborales de los policías debieron parecer un privilegio injustificado. Como ha sido la norma en este gobierno, se pensó que era fácil regatear los compromisos que en otro tiempo –para bien o para mal– asumió el Estado mexicano. Sin embargo, en este caso el compromiso no es con inversionistas o proveedores. Es con casi 40 mil elementos de la Policía Federal y sus familias.

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