Eduardo Guerrero Gutierrez

De aduanas y violencia durante la pandemia

La situación de las aduanas resume mucho de lo bueno y lo malo de la 4T: determinación para combatir a la corrupción, pero condenada al fracaso por falta de inversión.

La semana pasada escribía en este espacio sobre el problema al que hacen frente las aduanas. Por muchos años, las agencias aduanales –que son las principales responsables de inspeccionar la mercancía que llega a los puertos y cruces fronterizos, así como de determinar cuánto se debe pagar de impuestos– han sido utilizadas como una herramienta de los políticos para enriquecer a cuates y parientes. Como en todo, hay honrosas excepciones. Sin embargo, es claro que muchas de las patentes que otorga la SHCP para prestar ese servicio curiosamente terminaron en manos de familiares de alcaldes, legisladores, prestanombres de gobernadores y otras personas cercanas al poder.

Este esquema de agencias aduanales ha sido desastroso por la sencilla razón de que no se puede conciliar el interés público (tener un control efectivo sobre las mercancías que ingresan al país y recaudar impuestos) con el interés particular de las agencias aduanales (tener contentos a sus clientes y hacer negocio). En este caso el interés particular, además, está bien respaldado por las conexiones de complicidad y parentesco con la clase política que tienen varios 'magnates aduaneros'. El resultado es que no han podido poner orden ni la Administración General de Aduanas, ni el SAT (cuando han querido), ni la Semar –que, por instrucción presidencial, ha ido incrementando desde el año pasado sus operaciones en torno a las aduanas marítimas.

No tengo duda de que muchos en este gobierno, empezando por el nuevo titular de la Administración General de Aduanas, Horacio Duarte, de verdad quisieran acabar con la corrupción que envuelve las aduanas y de paso aumentar la recaudación en medio billón de pesos al año. Sin embargo, veo difícil que haya grandes cambios en el futuro próximo. La razón también es sencilla: el gobierno no quiere invertir. Ese fue el talón de Aquiles de los dos antecesores de Duarte.

Hace un año, Ricardo Peralta explicaba su intención de hacer un uso más intensivo de tecnología para disminuir la discrecionalidad y con ello la corrupción en el ingreso de mercancía. Señalaba que serían necesarios 2 mil funcionarios aduaneros más. A los pocos días salió de la Administración General de Aduanas. En febrero pasado, Ricardo Ahued exponía su plan para acabar con las corruptelas, "si nos dejan". El plan implicaba establecer un centro de corte empresarial para controlar las 49 aduanas del país y en buena medida dependía de la contratación de mil 100 funcionarios. De acuerdo con el exfuncionario, la principal debilidad estaba en plazas de mandos altos. No lo dejaron.

La situación de las aduanas resume mucho de lo bueno y lo malo de la 4T. Una determinación que parece real para combatir a la corrupción, pero que está condenada al fracaso por una serie de dogmas y fobias sobre lo que constituye despilfarro (alta burocracia y tecnología) y sobre lo que es inversión (obra pública, sobre todo cuando está en manos de las Fuerzas Armadas). Buenas intenciones y malos resultados.

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En otros temas, la violencia criminal continuó imparable en abril, a pesar de la pandemia. De acuerdo con la base de datos de Lantia Consultores, el mes pasado se contabilizaron 2 mil 57 homicidios probablemente vinculados con el crimen organizado. Es el tercer registro más alto en la historia del país, sólo por debajo del número de ejecuciones que se registraron en octubre y noviembre de 2019.

En términos de distribución geográfica, Guanajuato mantuvo su acostumbrado primer lugar como el estado con más ejecuciones. Sin embargo, se registraron algunas variaciones importantes en otras regiones. Por un lado, la violencia aumentó de forma significativa en algunas ciudades fronterizas. De marzo a abril, las ejecuciones crecieron 31 por ciento en Tijuana y 43 por ciento en Ciudad Juárez.

En contraste, en Quintana Roo las ejecuciones disminuyeron 42 por ciento y se colocaron en el nivel más bajo de los últimos doce meses. El gobierno de dicho estado ha sido sumamente activo en la promoción del #QuédateEnCasa y ha sido uno de los que ha logrado mayores reducciones en la movilidad. Es probable que la cuarentena, si se hiciera cumplir de forma estricta, sí tendría el potencial para disminuir la violencia (y tal vez otros delitos). En la mayor parte del país, ese no ha sido el caso.

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