Eduardo Guerrero Gutiérrez

De Arturo ‘El Negro’ Durazo a Omar García Harfuch

Es un hecho inédito que un mando policial, a partir de su buen desempeño, llegue a tener el reconocimiento público para aspirar a un cargo tan relevante como el Gobierno de la CDMX.

Mañana martes tocará comparecer, ante el Congreso de la Ciudad de México, al flamante secretario de Seguridad local, Pablo Vázquez Camacho, quien asumió el cargo el pasado 9 de septiembre. Lo anterior, en el marco de la glosa del quinto Informe de Gobierno capitalino. Esta comparecencia tiene un inusual peso político. A Vázquez Camacho le tocará defender la gestión de quienes fueron sus jefes hasta hace algunas semanas, nada menos que Claudia Sheinbaum, la futura candidata morenista a la presidencia de la República, y el exsecretario Omar García Harfuch, quien es el gallo de Sheinbaum y, de acuerdo con las encuestas, el aspirante mejor posicionado para contender por Morena al gobierno de la Ciudad de México.

Pablo Vázquez podrá presumir de algunos logros importantes. Cuando Sheinbaum tomó las riendas, la capital se encaminaba a ser zona de desastre. Durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera, la Unión Tepito y otros grupos delictivos expandieron sus operaciones, los homicidios estaban al alza y los capitalinos, de forma generalizada, se sentían inseguros. Después de un arranque accidentado, Sheinbaum nombró como secretario de Seguridad a Omar García Harfuch, un mando policial de alto nivel con una larga trayectoria en el sector.

García Harfuch tuvo varios aciertos. El principal fue la determinación con la que se realizaron operativos de alto perfil y se fueron recuperando espacios que en años previos habían quedado bajo el control de la delincuencia. El resultado más evidente de esta estrategia fue una progresiva pacificación de la capital. Durante la gestión de Claudia Sheinbaum, los homicidios dolosos se redujeron a la mitad.

Omar García Harfuch también buscó hacer mancuerna con la Fiscalía General de Justicia, así como establecer un equipo sólido dentro de la policía capitalina. Lo anterior le permitió desarrollar estrategias eficaces, a partir de investigación e inteligencia accionable, contra varios delitos. Gracias a estas estrategias, de 2018 a 2022 fue posible reducir en una tercera parte la incidencia delictiva en la capital (lo anterior, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI). Esta reducción de la incidencia delictiva, a su vez, ha contribuido a que los capitalinos reporten sentirse cada vez más seguros. Por supuesto, no se pueden echar las campanas al vuelo, pues, a pesar de la mejora, la Ciudad de México sigue siendo la entidad federativa con mayor incidencia delictiva del país.

Otro ingrediente importante en la política de seguridad en la Ciudad de México ha sido la colaboración con la sociedad y con las empresas, que en muchos casos reciben capacitación y apoyo para prevenir delitos al interior de sus instalaciones, y para trabajar de manera estrecha con el C5 y con la policía. El buen papel que en este sentido desempeñó Pablo Vázquez, como subsecretario de Participación Ciudadana y Prevención del Delito, seguramente le valió el nombramiento como relevo de García Harfuch.

Finalmente, el gobierno de Sheinbaum también deja un precedente importante en materia de prevención social de la delincuencia. A partir de 2021 se puso en marcha en la capital Reconecta con la Paz. Se trata de un programa que incluye acciones de trabajo comunitario, educación, promoción cultural y deportiva, y tratamiento de adicciones. El rasgo distintivo de Reconecta con la Paz es que –a diferencia de otras iniciativas de supuesta prevención de la delincuencia que no tienen criterios relevantes de focalización– se dirige específicamente a jóvenes en conflicto con la ley, que son canalizados por el Poder Judicial. Desafortunadamente, hasta ahora, el programa ha tenido una escala relativamente simbólica. En sus dos primeros años de operación, Reconecta con la Paz atendió a poco más de mil personas (cifra que apenas equivale a 4 por ciento de la población penal de la capital). Será interesante saber si se le da continuidad, y si se puede ampliar para atender a más personas.

Como comentaba en este espacio el mes pasado, me parece que el fenómeno García Harfuch tiene implicaciones muy importantes para la vida pública del país. Es un hecho inédito que un mando policial, a partir de su buen desempeño, llegue a tener el prestigio y el reconocimiento público para aspirar a un cargo tan relevante como la Jefatura de Gobierno de la capital. En alguna medida, la historia de Omar se contrapone a la imagen del mando policial impresentable que construyeron figuras como Arturo el Negro Durazo. La eventual candidatura de Omar García Harfuch también podría contribuir a algo que ha hecho mucha falta en la Ciudad de México: tener continuidad en el esfuerzo para construir una ciudad segura, con una policía confiable, y a la vanguardia en la prevención del delito.

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