Edna Jaime

#SonEllas

Hay enorme responsabilidad en estos liderazgos que no sólo asumirán la conducción del país; también se convertirán en el espejo en el que se miren muchas mexicanas.

Son dos mujeres las que contendrán por la presidencia de la República en 2024. Tendremos presidenta. Y me imagino la cantidad de repercusiones que podría tener un liderazgo femenino al frente del país. Comenzando por la campaña. Dos mujeres recorriendo el país, buscando simpatías del elector, haciendo propuestas para el futuro de México. El impacto puede ser profundo: en la autopercepción de las mujeres adultas, en las aspiraciones de las niñas y las jovencitas. Dos mujeres, una ingeniera y otra científica que, además, rompen con la preconcepción de que las mujeres pueden solo realizar tareas de poco reto intelectual. Hay enorme responsabilidad en estos dos liderazgos que no sólo asumirán la responsabilidad de la conducción del país, sino también se convertirán en el espejo en el que se miren muchas mexicanas.

Me imagino muchas cosas.

Como que se puede plantear una agenda para el país desde una visión feminista. Toco de inicio el tema económico, porque es sabido que la baja participación de mujeres en el mercado laboral y, sobre todo, en actividades formales, atora la productividad de la economía y su potencial de crecimiento. Mujeres, cada vez más educadas en el mercado laboral, ampliarían nuestra frontera de posibilidades productivas de manera marcada (esto ya está medido). Y también cambiaría la vida de estas mujeres que tendrían un abanico de opciones más amplio, por cuál optar antes de ser la niña y luego adulta que desempeña tareas de cuidado, no remuneradas, que las ponen en desventaja, dependientes y vulnerables al maltrato, incluso a la violencia.

Así, tiene todo el sentido impulsar un sistema de cuidados y la reforma fiscal necesaria para financiarlo. Poner primero el propósito y luego las decisiones gubernamentales para lograrlo. Imaginemos entonces que la reforma fiscal necesaria parte desde una concepción de derechos antes que de una meta de recaudación asilada. Desvinculada de un proyecto que nos lleve a imaginar el futuro que queremos, con énfasis para las mujeres.

Esta hebra con agenda de género, me lleva al tema casi innombrable que es el de la violencia y la inseguridad. Porque créame, querido lector, que la violencia se genera desde el entorno del hogar. Cuando se analizan carreras criminales, se constata que éstas surgen de entornos familiares disfuncionales donde la violencia hacia la mujer es una constante. He pensado que liderazgos femeninos serían más sensibles a estos temas. Que antes que el brazo punitivo militarizado, entenderían que existen otros esquemas de intervención que podrían cambiar trayectorias de vida. De eso trata la prevención del delito. Un tema olvidado que, sin embargo, debe ser un componente de toda política criminal.

Imagino, querido lector, que se puede construir una respuesta a nuestras violencias desde el espacio de la atención temprana. Desarrollando capacidades en el Estado mexicano para intervenir oportunamente y detener carreras criminales. Para estar presente en los momentos decisivos en la vida de un joven que opta o no por una carrera al margen de la ley. La arrogancia de la fuerza punitiva no es de naturaleza femenina, quiero pensar. Aunque siempre es necesario reconocer que se necesita un cuerpo de reacción potente frente a amenazas serias del Estado y sus instituciones, como recurso de última instancia. Recurso de última instancia, lo reitero.

Para cada tema público y de política pública puedo pensar una respuesta desde una perspectiva femenina o de género, como usted quiera llamarle. Y me congratulo que desde este espacio se pueda construir política pública para todos, más aterrizada, más sensible a las realidades, más humana, más ajena a lógicas de poder puras. Por eso cuando pienso que #SonEllas, abro el abanico de lo que es posible para el país y sonrío. No porque lo idealice, sino porque creo que habrá más sensibilidad a estructurar la política pública que se necesita.

Porque parto de la premisa que serán liderazgos distintos. Dispuestos a romper con las prácticas del establishment político que no es deseable replicar. Porque quienes han detentado el poder se han servido para perpetuar la lógica del más para ellos, y de poco para el resto. Porque pienso que estamos abriendo la puerta de una nueva era, encabezada por mujeres y un estilo de liderazgo distinto. Por eso tuvo tanto peso el planteamiento de Beatriz Paredes, cuando se deslindó de una decisión cupular, machista, insensible e irrespetuosa de la cabeza de su partido que decidía por ella. Qué arrogancia expresó al ignorar una trayectoria de vida política tan rica y densa como la ella, la de Beatriz, con el nombre en mayúsculas. Todo un atrevimiento, estimada, lectora, lector.

#Son Ellas.

Xóchitl por su propio mérito venció las resistencias de su propio partido que quería encumbrar a un representante del establishment político con todas las cualidades que le reconozco. Xóchitl no era la candidata idónea, porque no encarna lo tradicional, esa representación del monopolio de poder que se resiste a dejar sus privilegios. Claudia es talento subordinado al patriarca. Una promesa si logra imprimir su sello, encontrarse con ella sin la intermediación de su mentor. Realidades inéditas, querido lector, que serán fructíferas, porque #SonEllas. Es su oportunidad. Y quienes tenemos aspiraciones para transformar al país no las dejamos ir a la ligera, desde donde estemos buscamos avanzarlas. #SonEllas las que las tienen ahora. Auguro buenos tiempos para el país.

Edna Jaime es decana de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey.

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