Edna Jaime

Corre México, corre

La apertura de las puertas del salón de plenos del INAI debe llenarse de significados para la institución y para el país. Porque implica que los resortes para contener el poder funcionan.

Se abren de nuevo las puertas del salón de sesiones del INAI. Las cerró el presidente con la ayuda de su grupo parlamentario en el Senado de la República. Las sesiones del pleno del INAI que debe sesionar con al menos cinco de los siete comisionados que la integran, tiene vacantes tres posiciones desde hace meses, un par hace más de un año. El pleno decide, entre otras cosas, sobre los recursos de revisión que interponen ciudadanos inconformes con las respuestas que reciben de las autoridades obligadas a abrir su información. El presidente López Obrador colocó al INAI del lado de los enemigos del pueblo, cuando en realidad es una institución que garantiza el derecho de la sociedad, un derecho humano por cierto, el de acceso a la información. Un instrumento con el que los ciudadanos contamos para poder decirle al gobierno al que delegamos autoridad, aquí estoy, tómame en cuenta, porque en mí recae la soberanía original.

El salón de sesiones del INAI abre sus puertas de nuevo, no porque los legisladores hayan logrado el acuerdo necesario para suplir las vacantes, sino por una determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Sin esta intervención, sin una Corte respondiendo al mandato de la protección de derechos, que es el mandato más íntimo y potente en la estructura del Estado, estaríamos errantes entre escenarios indeseables.

Inevitablemente pienso en escenarios. Y no he visto hasta ahora algo más elocuente para describirlos que la película alemana Corre Lola, corre (si no la ha visto, le sugiero fuertemente que lo haga). En la trama, Lola tiene 20 minutos para salvar a su novio de una serie de situaciones complicadas y potencialmente peligrosas. La película presenta tres posibles desenlaces, explorando cómo pequeñas decisiones pueden tener un gran impacto en el resultado de la historia. Eventos que por cuestión del azar, o decisión, pueden ser la diferencia entre vivir o morir.

La trama de la película me encanta, porque nos permite asumir que nada está predeterminado. Que eventos inesperados pueden tener repercusiones sustantivas.

Y el regreso del INAI es un ejemplo. Y me pregunto, qué hubiera pasado de no haber existido una denuncia pública de plagio de la ministra Yasmín Esquivel. E inevitablemente imagino a la Corte bajo el liderazgo de esta persona y el servicio que ella hubiera dado al poder en detrimento de los derechos ciudadanos. Y discurro sobre el papel de los ministros, el diseño de la Corte y lo que hay que transformar en ella, para que quien llegue a la Presidencia no pueda abusar de su poder. Vaya, cuántos escenarios para un solo evento, como el de Corre Lola, corre. México, corre y hazlo rápido.

En materia de transparencia terminamos con uno de los mejores escenarios. El pleno del INAI podrá operar bajo una condición excepcional. Y la apertura de su pleno debe tener un significado especial. En principio, resolver el rezago y hacer un planteamiento firme del para qué de su existencia. Nuestro instituto de transparencia vuelve a nacer. Un volver a la vida para una persona, que después de ello se replantea todo desde lo más profundo. Porque lo que vivió la institución no fue una muerte definitiva, pero sí una de esas experiencias profundas que sirven para plantear las cosas mejor.

La apertura de las puertas de su salón de plenos, debe llenarse de significados para la institución y para el país. Porque implica que los resortes para contener el poder funcionan. En adelante, cada recurso de inconformidad debe ser visto como la oportunidad de hacer a la institución más fuerte y no escatimar en esfuerzos para que la autoridad responda. El INAI no es de papel.

Dicho todo lo anterior, siento que nos salvamos por un pelito. Como en la película que les describo antes. Fue una sucesión de eventos los que están permitiendo el renacer del INAI. Pero no perdamos de vista que pudo ocurrir algo distinto. Que la Corte fuera capturada plenamente, que los recursos interpuestos fueran desestimados o ignorados y que las puertas de ese salón de plenos siguieran cerradas y con ello se negara el acceso a la información. Un pelito, una denuncia de plagio, una concatenación de eventos.

Yo no quiero vivir con el Jesús en la boca o esperando una sucesión de eventos afortunados. Por eso, quiero que el país corra a la certidumbre, que surge de un Estado de derecho que opera. Ahí debemos correr.

La autora es directora de México Evalúa.

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