Dolores Padierna

El segundo piso y la educación

Tras el fraude electoral de 2006, Claudia Sheinbaum ya nunca abandonó las batallas que desde entonces encabezó Andrés Manuel López Obrador, escribe Dolores Padierna.

Claudia Sheinbaum Pardo, la próxima presidenta de México, y eso es una excelente noticia para la educación pública. Lo es porque Sheinbaum ha sido congruente con sus orígenes, su formación y con las luchas en las que participó desde su temprana juventud.

Tuvo, como es sabido, una participación destacada en el Consejo Estudiantil Universitario de la UNAM (1986-1987) que se opuso a la reforma planteada por el rector Jorge Carpizo por considerarla una vía hacia la privatización y porque, de concretarse, hubiese profundizado la exclusión de generaciones enteras de mexicanas y mexicanos de escasos recursos.

La misma Sheinbaum ha descrito se ha referido, en repetidas ocasiones, al CEU como “un movimiento en defensa de la educación pública”.

La congruencia ha sido uno de los rasgos vitales de la actuación de Claudia Sheinbaum en la vida pública. Tras el fraude electoral de 2006, por ejemplo, la ahora candidata presidencial volvió a sus tareas de investigadora universitaria, aunque ya nunca abandonó las batallas que desde entonces encabezó Andrés Manuel López Obrador.

Cuando ocupó su primer cargo público, la titularidad de la Secretaría de Medio Ambiente del entonces Distrito Federal, Sheinbaum ya era una investigadora sólida y reconocida. De esa etapa es de la que retoma la idea del “segundo piso de la transformación”, ya que estuvo al frente de una emblemática obra vial.

Antes de llegar a la alcaldía de Tlalpan, la antesala de su arribo a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México era investigadora definitiva titular B en el Instituto de Ingeniería de la UNAM e integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Había escrito, además, más de un centenar de artículos científicos y dos libros sobre temas de energía, medio ambiente y desarrollo sustentable.

Un dato de su formación que enorgullece a sus seguidores es su participación en el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IFCC, por sus siglas en inglés), instancia que integrada por expertos que fue galardonada con el Premio Nobel.

Los méritos personales están ahí y son importantes porque tendremos en la presidencia a una mujer, una profesora universitaria, una científica. Pero la formación y el compromiso de Sheinbaum no se agotan en los límites de la meritocracia.

Su trayectoria se ha plasmado en sus acciones y compromisos con la educación y, por supuesto, en sus hechos al frente del gobierno de la capital del país.

“La educación no es un privilegio, la educación es un derecho; la educación transforma personas y la educación transforma naciones”, ha dicho repetidamente y en el gobierno honró esas palabras.

Sheinbaum también ha sostenido que “…. la educación pública, científica y humanista posibilita la formación de ciudadanos conscientes y con mayor compromiso social… construye sociedades más libres y democráticas”.

Todas estas aseveraciones cobraron forma en el gobierno de la Ciudad de México, donde la ahora aspirante a la presidencia estableció la beca universal para niñas y niños (frente a un programa similar que sólo beneficiaba a 10% de los menores); hizo crecer 120% el programa de útiles escolares; invirtió en la reconstrucción y mantenimiento mayor de mil 256 planteles de educación básica con una inversión histórica.

Igualmente, durante su gobierno se amplió la cobertura del programa de alimentos escolares fríos en 30 por ciento y además en 360 escuelas se brindaron alimentos calientes a casi 80 mil escolares.

En lo que hace al nivel medio superior, se crearon siete nuevas preparatorias.

En el nivel superior fueron creadas dos nuevas universidades públicas gratuitas: la Universidad Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud.

La primera cuenta con siete planteles y atiende a cerca de 40 mil estudiantes, en 22 licenciaturas, cinco especialidades, siete maestrías y dos doctorados.

Mención aparte merecen los 293 Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes, PILARES, es decir, centros comunitarios para la educación, cultura, deporte y autonomía económica a los que acuden cerca de 400 mil personas.

Con estos hechos, Sheinbaum ha probado, como ella lo señala, que “…invertir en la educación es la mejor forma de avanzar en todos los indicadores de desarrollo humano”.

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