Dolores Padierna

PISA y los orgánicos

Los cuestionamientos sobre los resultados de México en la prueba PISA apuntaron más a la intención de desinformar y hablar de un “fracaso”, de un “desastre” derivado de decisiones tomadas en los años recientes.

Los resultados de la prueba PISA, conocidos hace unas semanas, dieron lugar a una andanada de críticas a la política educativa del gobierno actual. El grueso de los cuestionamientos apuntó más a la intención de desinformar y aprovechar los números para hablar de un “fracaso”, de un “desastre” derivado de decisiones tomadas en los años recientes.

Muchos de los comentarios publicados en columnas y esparcidos en programas de radio y televisión pasaron por alto un dato esencial que deja sin fuerza sus argumentos: la prueba fue realizada en 2022, cuando seguían vigentes el currículum y las políticas trazadas por la mal llamada reforma educativa de Enrique Peña Nieto y Aurelio Nuño.

Entre los críticos más fieros estuvieron miembros del clan de intelectuales orgánicos que fue consejero, en materia educativa, del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Con Ernesto Zedillo y los gobiernos del PAN, mantuvo su influencia en el diseño de la política educativa.

Por supuesto, todo ese respaldo a los modelos que imperaron durante décadas no fue gratuito: los intelectuales orgánicos del salinismo hicieron grandes negocios que fueron de la elaboración de libros de texto a la compra anticipada de sus revistas y las asesorías bien pagadas.

Para decirlo en sus términos: la prueba PISA midió justamente la política que ese clan aplaudió con Peña Nieto.

Los intelectuales de Salinas nada dijeron de la evaluación de 2018, que colocó a México en el lugar 64 de 77 países. Y menos aludieron a que en la más reciente evaluación el lugar ocupado por nuestro país fue el 57.

Evidentemente tenemos malos resultados, pero la caída, si tenemos en cuenta los efectos de la pandemia, fue mucho menor de lo que algunos esperaban.

A diferencia de muchos países que bajaron entre 17 y 20 por ciento con respecto a la medición de 2018, México cayó 2.14 en ciencias; 3.4 en matemáticas; 1.19 en lectura (todas estas cifras respecto de la misma medición de 2018).

Para poner las cosas en claro, los expertos afirman que una caída de 20 puntos equivale a la pérdida de un año escolar, y en México estuvimos lejos de llegar a ese escenario.

Desde el flanco opositor se anticipó una tragedia (al estilo de “el dólar estará a 30 pesos”), pero lo que ocurrió en la realidad fue que la pérdida -que es real- no equivale siquiera a un año lectivo.

A los intelectuales orgánicos del salinismo y sus plumas actuales en los medios les importa muy poco la educación de las mayorías. Pongamos un ejemplo: la prueba PRISA, que se aplica a personas de 15 años edad, preguntó si eran felices.

Nuestro país ocupa el segundo lugar en esa lista de la felicidad. Pero el diario favorito de la oposición presentó esos datos como si fuésemos el penúltimo sitio. Y con esa lógica actuaron todos los que se enriquecieron con contratos de asesorías y libros de texto, incluyendo a aquellos que ocuparon altos cargos en varias administraciones.

Si a los intelectuales orgánicos del salinismo les importara algo la educación harían algo más que repetir mentiras y renunciar a la inteligencia que alguna vez tuvieron.

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