Opinión David Calderon

Participar para regresar

El modelo híbrido que México requiere no es para 2025, es para ahorita. Ya vamos tardamos, y la falta de imaginación, la soberbia y el adultocentrismo nos tienen aún varados.

Urge regresar, y necesitamos hablarlo. En esta semana la conversación se ha ido haciendo más frecuente, más variada y más rica, y se va nombrando –por fin– lo que se requiere para lograr un regreso a actividades presenciales en la educación obligatoria. Por un lado, retomando la afirmación de la secretaria Delfina Gómez, es claro que "hacer posible el regreso" implica un esfuerzo serio y honesto de diálogo en la comunidad de aprendizaje, en cada una de ellas.

No puede ser simple orden o contraorden del presidente. No puede ser algo que resuelva con una sola declaración el Consejo de Salubridad General, el cual, como se ha visto, es muchas cosas, pero no rápido ni claro en sus determinaciones. No le alcanza a la SEP, a la que sus acuerdos ya le quedaron cortos y rebasados. No tiene atribuciones por sí misma la autoridad educativa local, ni el homólogo de cada entidad en materia de salud. Ni ayuda ni resuelve que se arranquen por su cuenta la asociación 'X' o 'Y' de escuelas, y menos sin el consenso de sus representados, y sin aterrizarlo con las respectivas familias.

Presencial es esencial. El modelo híbrido y la reapertura de aulas no son dos temas separados: precisamente un modelo híbrido es el que reconoce la importancia de distribuir las actividades presenciales y las actividades a distancia, y define la distribución, la 'mezcla' adecuada según la edad de las y los estudiantes, y las características de los aprendizajes que se quieren lograr. El modelo híbrido que México requiere no es para 2025, es para ahorita; ya nos tardamos, y la falta de imaginación, la soberbia y el adultocentrismo nos tienen todavía varados en que el recurso a la televisión sea prácticamente lo único disponible para los alumnos.

El doble discurso nos trae mareados. Los maestros son importantísimos, pero su trabajo según unas guías, es verificar puntualmente que los alumnos sigan el desarrollo temático de Aprende en Casa. Tú apunta si vieron y entendieron, califica lo que respondan, resuelve la duda de una clase televisada que tú no diste. O no: propone el supervisor o el director hacer guías, tareas, cuadernillos que sigan el libro de texto, o lo que tú consideres mejor, profe.

Todos apreciamos, del presidente al conductor de televisión, pasando por el académico y el lector de noticias en Twitter, el heroísmo, creatividad, compromiso y ternura de la maestra que hace su camioneta un aula móvil, de quien da clase con megáfono en el zocalito del pueblo, de quien hace la visita domiciliaria y explica a media calle con su alumna en la ventana. Pero, aunque estén abiertos cafés y gimnasios, los planteles no. Se han robado cosas de la escuela, la maleza llena el patio, se está perdiendo la impermeabilización y hay filtraciones, pero no podemos abrir. O hay que abrir apresuradamente la escuela para vacunar, con montones de personas en cada equipo de vacunación, aglomeraciones, todos tocando las superficies… pero cinco o seis alumnos por día, eso no.

Supuestamente, en semáforo amarillo se puede abrir "Centros de Aprendizaje Comunitarios" (CAC); no es la escuela reiniciando todas sus labores, sino el plantel abierto para formas intermedias de presencia, actividades con pocos alumnos y maestros, todos participando voluntariamente. Bueno el concepto, tiene fundamento en la Ley General de Educación. ¿Hay manual, lineamientos? No. ¿Queda claro quién lo autoriza? No. ¿Es un buen justificante? Sí. Chiapas lleva un largo rato con semáforo más favorable con respecto del resto del país… ¿está repleto de actividad en sus planteles, la SEP todo apoya y favorece? No.

¿Dónde se recaba la autorización para que mi escuela pase ya a esa actividad? ¿Lo define la asamblea de las familias, que no se han reunido? ¿Lo define el colectivo docente en su Consejo Técnico y nada más avisa al supervisor? Por qué, cuando se dice "lo que se puede" en abstracto parece tan fácil, y cuando ya hay unos pioneros, la respuesta de las autoridades educativas es de cajón: "hasta el semáforo verde, y eso lo determinan las autoridades de Salud; nosotros, no".

Sube el clamor en distintos formatos, movimientos, en una variedad de voces. Si el escalonamiento de actividades presenciales va a ser un proceso atento a los derechos y, además, si va a realmente ser un proceso sustentable y no lleno de tropiezos, tiene que ser participativo. La SEP ofreció escuchar. Urge que ponga los medios accesibles de esa escucha. Participar para regresar tiene que ser prioridad verdadera; si todos queremos el bien de niñas y niños, ya llevamos más de la mitad de los acuerdos.

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