David Calderon

Dejar atrás

Aunque se jura que hay un cambio cultural que esta administración procura, y que es 'no dejar a nadie atrás', la distribución del dinero lo desmiente.

El autor es presidente ejecutivo de Mexicanos Primero .

Los momentos de dificultad exigen medidas extraordinarias. Justamente la lógica de la justicia es que, si hay condiciones de desventaja, ésas se atajen y evitemos su reproducción, su consolidación. Somos todas y todos de igual dignidad y mismos derechos, y el ajuste debido es que no veamos como normal que alguien sufra, se quede marginado, sea olvidado o dañado. Por ello, debemos poner toda la energía social requerida en que nadie nos falte, que nadie se quede atrás.

En mi artículo anterior abordé el abandono escolar, y en días pasados dos campañas convergentes están posicionando el mensaje, que nunca será suficientemente reiterado: no abandonemos a quienes pueden dejar de estudiar por la situación presente. Las campañas #SúbeteAEsteNuevoCicloEscolar y #YoTmbMeQuedo nos interpelan y nos convocan para que todos seamos apoyo de todos (incluso, con el acento en todas, pues las adolescentes son un grupo de alto riesgo porque se las deja al cuidado de enfermos, de los hermanos más pequeños, quienes están sujetas con mayor frecuencia, tristemente, al maltrato psicológico y a la violencia sexual en el contexto familiar).

El fenómeno de la ausencia temporal de la escuela, que se convierte en permanente, es un mal endémico y atávico, es decir arraigado y de larga data presente en el sistema educativo nacional. Es, tristemente, una tendencia: revisando los últimos veinte años, vemos que se expande la cobertura en el país de los servicios educativos, pero, aunque sumamos a miles, se nos van cientos. Cientos de miles. Ya la proyección 'típica' del ciclo que concluyó en mayo nos hacía estimar que 900 mil alumnos dejarían las aulas (de ellas y ellos, alrededor de la mitad en los grados del bachillerato).

Pero se recrudece, se magnifica, se puede desbordar aparatosamente en la presente emergencia sanitaria. Con el resguardo por la pandemia, los últimos meses con Aprende en Casa I –es decir, libro, televisión y para algunos plataforma y contacto con su propio maestro– la conclusión del ciclo fue un cortón, que nos hace temer por la continuidad educativa: 6.9 por ciento de los hogares reportaron inexistente comunicación con los maestros (ENCOVID 19, mayo 2020, p. 25),

El 20 por ciento de los docentes no mantuvo contacto con sus alumnos y/o familias mediante celular, internet y/o WhatsApp (SEP, Cierre de Aprende en Casa, 10 de junio de 2020, p. 11), lo que nos lleva a estimar alrededor de cuatro millones de estudiantes en riesgo claro y presente de no continuar.

El tema es siempre multifactorial: en el encierro se aceleran las dificultades en los hogares que explotan en violaciones a los derechos de niñas y niños (negligencia, maltrato, violencias, abuso sexual); se elevan las barreras relacionadas con la salud (desde el Covid mismo hasta enfermedades que se dejaron de tratar en los chicos, o enfermedad y fallecimientos en sus familias); se desarticulan las referencias al domicilio (por pérdida de empleo, disolución del vínculo de los adultos, migración) y sobre todo por la desarticulación de las oportunidades de aprendizaje: no sólo las carencias que impidan tener acceso a la programación televisiva, sino también el desánimo, el cálculo de supervivencia con los adolescentes que comienzan a trabajar.

Mi punto es que ahora es justo cuando más se necesita un presupuesto público sólido y con las debidas compensaciones para prevenir y revertir el abandono, el rezago, el golpazo socioemocional y el estrechamiento de perspectivas vitales para toda una generación de mexicanas y mexicanos. El Presupuesto es el instrumento más explícito de voluntad política: los discursos pueden ser mucho aire caliente y saliva, muchas citas célebres y conceptos conmovedores, pero es en los dineros públicos y su destino (y obvio, también y en consecuencia su manejo honesto, transparente y eficiente) donde se ven las verdaderas convicciones de un régimen.

Con la marea picada que toca contener para evitar que el formidable oleaje se arrastre a los más chiquitos, a los adolescentes en transición, a los alumnos con discapacidad, a los estudiantes de las localidades remotas, a los que están en arreglos multigrado, a quienes tenían en la escuela su primera y a veces única comida, a ellas y a ellos que en la escuela encuentran refugio y sentido de propósito, ahora, para el tremendo año escolar y fiscal que tenemos por delante, necesitamos fondos extraordinarios.

¿Qué presentó Hacienda a los representantes populares esta semana, como parte del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación? Tal vez el peor presupuesto en lo que va del siglo XXI. Becas no focalizadas por la necesidad ni ligadas a responsabilidades, en lo que parece una derrama con tintes de dádiva en contexto electoral. Cero pesos –sí, leyó bien– para Escuelas de Tiempo Completo. Una burla para destinar a la formación continua de los maestros. Sin dinero para el Sistema de Gestión e Información –para que, en el momento que más se necesita precisión en las intervenciones, con datos sólidos y localización, se decide desde el gobierno federal mejor ir a ciegas. ¿Qué Conafe, la benemérita opción en la que se atiende a las poblaciones más dispersas y marginadas va a cumplir 50 años de honor y compromiso con los más pobres? "Ah, entonces no que se amplíe para compensar el encierro y la marginación de las localidades más pobres… mejor vamos a quitarle". ¿Qué primera infancia es la inversión de mayor retorno social y en materia de derechos humanos, y que por mandato de la Constitución, educación inicial ya no es una modalidad deseable, sino un nivel obligatorio de ofrecer por el Estado mexicano? "Que se den de buenas que no les quitamos más, aunque sí hay que dejar para seguirle repartiendo a los amigos del PT, con su modelo opaco de gestión y carísimo en costo institucional".

Aunque en la exposición de motivos se jura y se perjura que hay un cambio cultural que esta administración procura, y que es 'no dejar a nadie atrás', la distribución del dinero lo desmiente. Hay un riesgo gravísimo de abandono, y el primer abandono lo está perpetrando, si los diputados no hacen algo al respecto, la propia administración que tanto aspira a pasar a la historia. Un Presupuesto contra la equidad y el aprendizaje en la educación pública es, de forma macabra, dejar atrás. No podemos dejarlo pasar así y, menos aún, dejar de alzar la voz.

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