Rotoscopio

'Hotel Mumbai': suspenso puro

La cinta dirigida por Anthony Maras está basada en hechos reales: los ataques que sacudieron a Mumbai en 2008.

United 93, de Paul Greengrass, relata los esfuerzos de un grupo de pasajeros para impedir que terroristas de Al-Qaeda secuestraran aquel vuelo el 11 de septiembre. A través de un manejo de cámara progresivamente convulso y narrando la historia en tiempo real, Greengrass intenta apegarse a los hechos o al menos contagiarnos de la ansiedad que sintieron quienes iban en ese fatídico vuelo. Die Hard tiene un concepto similar, pero una ejecución distinta: sin hechos reales a los que ceñirse, el director John McTiernan ensambla una máquina de suspenso vertical, con secuencias casi de fantasía. A diferencia del ímpetu aleccionador de Greengrass, McTiernan parece concentrado en entretener. Y eso, entre otras cosas, hace que Die Hard me guste mucho más que United 93.

Menciono estas dos películas porque Hotel Mumbai, dirigida por Anthony Maras, parte de una premisa similar –un espacio cerrado, invadido por terroristas– y, como United 93, está basada en hechos reales: los ataques que sacudieron a Mumbai en 2008. Maras podría haber abordado su cinta como Greengrass, buscando dar un recuento fiel de lo ocurrido, con seriedad, colocando su mensaje al frente. Por fortuna, hasta en los males podiátricos de sus protagonistas, Hotel Mumbai es más parecida a Die Hard que a United 93. La película de Maras nunca se detiene para pontificar sobre la yihad o la naturaleza del terrorismo: el resultado nos mantiene al filo del asiento, engancha al espectador. Amén de sus personajes esquemáticos y su abundante cursilería, disfruté esa claridad; esa falta de ínfulas aleccionadoras.

A pesar de su capacidad para entretener, Hotel Mumbai no es hueca. Más que el caos de aquel día, lo que la cinta de Maras registra es la banalidad del mal. Entre disparos, los asesinos que acechan a los huéspedes platican de estupideces, comen pizza, bromean. Pero estos bobos tienen armas de asalto y, frente a ellas, nadie está a salvo. Por escueta que sea, esta observación es más pertinente hoy que nunca. Y si no me creen, vean lo que ocurrió en El Paso.

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