Opinión Colaborador Invitado

Pensiones del futuro

Las acciones que se lleven a cabo en el presente para reformar los sistemas de pensiones tendrán un impacto importante, para que cada persona cuente con un capital de jubilación que cubra sus necesidades en el futuro.

Por Francisco Díaz, Head of Reinsurance para México y Centroamérica de Swiss Re.

Son innumerables los artículos que han expuesto la situación en la que nos encontramos actualmente alrededor del mundo con respecto al envejecimiento de la población. Estamos frente a un panorama demográfico donde hay un continuo crecimiento de la esperanza de vida y un decremento global de las tasas de natalidad, especialmente en Latinoamérica, lo que deriva en una pirámide poblacional invertida en la que las generaciones más jóvenes no tendrán forma de sostener a las mayores.

Esta situación, aunada a las contracciones de presupuestos nacionales e inversiones con bajos rendimientos en años recientes, han traído como consecuencia la necesidad de ajustar los sistemas de pensiones en todo el mundo. Con una brecha que asciende a los 2.2 billones de dólares en los seis mayores mercados de Latinoamérica, la urgencia por encontrar soluciones que aseguren un mejor futuro para los pensionados es cada vez mayor.

En la región de Latinoamérica y el Caribe, se prevé que la tasa de dependencia de las personas de edad avanzada aumente más, por lo que la evolución hacia modelos más sostenibles de forma oportuna es necesaria dado que se ha demostrado que las tasas de ahorro son menores al realizar una transición gradual.

En México ya nos tocó vivir la transición a un marco de pensiones más sostenible en los años 90, primero para los trabajadores del sector privado y posteriormente para los trabajadores del sector público. Como resultado del paso a un sistema de pensiones basado en aportaciones individuales, muchos han manifestado sus dudas por las diferencias que tendrán las últimas generaciones frente a las actuales al momento de su jubilación.

Ante tasas de aportación obligatoria a planes de pensiones notoriamente bajas, los organismos encargados de cubrir el financiamiento de los jubilados o las aseguradoras podrían no tener la capacidad de cubrir la protección de riesgos de mortalidad o de longevidad, que hace referencia al tiempo que vivirá un individuo, en un futuro.

Se necesita un esfuerzo conjunto de los sectores público y privado para eliminar la brecha de las pensiones, y aquí es donde las reaseguradoras aportan una base firme para proteger a este grupo demográfico, ya que la labor que tienen es tomar una parte o el total del riesgo de longevidad de las aseguradoras una vez que una persona se ha pensionado.

Ajustar la edad de jubilación, como en diversos países de Europa; incrementar la tasa de aportación obligatoria; reducir las restricciones de inversión a diversos tipos de fondos con mayor oportunidad de invertir el capital en activos de renta variable; impulsar el ahorro voluntario mediante incentivos fiscales, o permitir que, nuevos actores participen en la industria de gestión de fondos de inversiones, son tan solo algunas de las opciones para garantizar un mejor futuro para los jubilados.

Si bien aún queda camino por recorrer en la transformación de los sistemas de pensiones en Latinoamérica y el mundo, creo sin duda que las acciones que se lleven a cabo en el presente, tendrán un impacto importante para que cada persona cuente con un capital de jubilación que cubra sus necesidades en el futuro.

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