Por Juan-Pablo Calderón Patiño , internacionalista de la Universidad Iberoamericana.
Se ha tomado la decisión que México ingrese como miembro no permanente al Consejo de Seguridad (CS) de la ONU, la máxima instancia multilateral en seguridad. No es menor el asunto, por más que en la discusión pública no haya mucho interés en discutir un tema que rebasa a la política exterior. Los especialistas, algunos con experiencia diplomática, están divididos entre el optimismo de ensanchar nuestra influencia internacional y otros, que mejor aconsejan dejar dicha meta para mejor ocasión. Se entre (por 5ª. ocasión) o no, un vector asemeja las posiciones contrarias; el riesgo de quedar raspados con alguno de los miembros del "club nuclear", que son las cinco potencias permanentes del Consejo.
Se ha querido señalar que ingresar al CS es sinónimo de una política exterior activa. ¿Qué doctrina y sentido de Estado domina al quehacer internacional del gobierno mexicano que ha pretendido lograr una cuarta transformación histórica? La notable ausencia de un capítulo de política exterior, la primera vez desde que los PND se presentan, es un indicador de la escasa orientación para una decisión de esa envergadura.
El largo intervalo entre la primera y segunda ocasión que México fue miembro del CS se ha visto como un aislacionismo olvidando las propias condiciones del entorno global de aquel entonces. Lejos de ello, México supo abrir cauce a la desnuclearización en América Latina con el célebre Tratado de Tlatelolco, además de abrir brecha con espacios de diversificación como el de la Europa comunitaria en formación. Sin embargo, su débil visión global en materia energética para que México ingresara a la OPEP ha tenido consecuencias hasta la actualidad. Lo contrario fue el proceso de ingresó al GATT que inició en los 70´s, al que México esperaría para ingresar con una nueva estrategia económica hasta 1986. El "aislacionismo" que se crítica olvida circunstancias globales como el fin de patrón oro-dólar o la temporalidad del proceso de la sustitución de importaciones.
La segunda ocasión en que México ingresó al CS fue ante el empate entre Colombia y Cuba que por tres meses estuvo en un impasse. Con el gobierno de la primera alternancia presidencial se reingresó lidiando con el caso de Irak que no llegó al CS, por lo cual la guerra de EEUU en dicho país fue ilegal, tal como los bombardeos de la OTAN en la última ex Yugoslavia en 1999. La falta de cohesión de los políticos mexicanos adelantó, sin razón de ser, el sentido del voto que nunca llegó a materializarse. Las consecuencias, una mayor incertidumbre con el vecino del Norte.
De las 14 misiones de paz que autorizó el CS, México sólo tiene embajadas localizadas en Haití, India, Serbia, Líbano e Israel. La embajada en Pakistán duró un suspiro y la presencia en África es casi inexistente. ¿El monitor global desde Nueva York o la cancillería basta para no tener presencia in situ?
Los conflictos se han vuelto más domésticos y han disminuido los conflictos interestatales representando un vuelco a la soberanía. México, en los últimos dos sexenios un mayor número de muertos, incluso que países en guerra, lo que exhibe una crisis de seguridad y un abierto desafío a la legítima autoridad. Sumado a declaraciones del propio Presidente de la República cuando dijo "Si por mí fuera, desaparecería al Ejército", se quiebra la capacidad de fortalecimiento interno para participar en el CS.
En aras de un mayor paso extremo a la austeridad ¿qué soporte presupuestal se garantiza en los próximos dos años a la SRE para cumplir el mandato en el CS? ¿Después se volvería al presupuesto inercial?
Es atrevido ingresar al Consejo cuando no se ha realizado un sistema de alianzas globales. Las acciones y omisiones del Presidente López Obrador, parece que están hechas para no incomodar a Trump. Visto así, por ahora, volver a ingresar al CS sería un salto sin red.