Colaborador Invitado

Las 3C para fomentar el emprendimiento femenino

Todos los días, millones de mujeres impulsan el mundo. Muchas de ellas desde la trinchera del emprendimiento, con el objetivo de tener su propia compañía y convertirse en sí mismas en una fuente de patrimonio y de generación de empleos.

Por Cristina Palmaka, Presidenta de SAP Latinoamérica y el Caribe

Las empresas tienen en sus manos la oportunidad de fomentar ecosistemas de negocios sostenibles –más allá de un impacto económico–, que generen la posibilidad de mejorar la vida de las personas. ¿Un ejemplo? Incorporando a nuestras cadenas de suministro compañías lideradas por mujeres.

En México, el número de Pymes lideradas por mujeres alcanza el 60 por ciento, lo que cobra mayor relevancia si se considera que el 98 por ciento de la economía mexicana es sostenida por pequeñas y medianas empresas. Pero, ¿por qué colocar este tema entre las prioridades de las grandes organizaciones? Porque está comprobado que con la participación de emprendimientos femeninos en sus redes de proveeduría, la economía se fortalece, y hoy –más que nunca– se necesitan motores que generen oportunidades de empleo.

Las cifras hablan. En el caso de México, de acuerdo con un análisis de la OCDE, reducir a la mitad la brecha de género incrementaría en mil 100 dólares el PIB per cápita; o visto desde otra óptica, impulsar la participación de mujeres significaría un crecimiento económico de 26 por ciento para 2025.

No solo en el emprendimiento hay muestras claras del valor del liderazgo femenino en la competitividad empresarial; estudios indican que las empresas que cotizan en bolsa con mujeres presidentas (CEO) o directoras financieras (CFO) muestran mayor rentabilidad, y no solo eso, sino que tienen un mejor rendimiento en el precio de las acciones.

Por ejemplo, en el estudio de S&P Global Market Intelligence, cuyo análisis comprende un periodo de 17 años, se halló que las compañías en que había mujeres en estos puestos generaron una ganancia bruta combinada de 1.8 billones de dólares más que los promedios de su sector.

En lo que se refiere al emprendimiento femenino, aún existen diversos retos a considerar. Datos del Banco Interamericano de Desarrollo muestran que solo el uno por ciento de los presupuestos de los sectores público y privado a nivel mundial se destina a empresas con liderazgo femenino, lo que nos indica que hay un largo camino que recorrer.

Para lograr un escenario que favorezca la competitividad y desarrollo empresarial femenino, se requiere una visión de negocio aplicada a tres conceptos clave durante el proceso de proveeduría:

Considerar

El primer paso es implementar lineamientos de compras que incluyan criterios de proveeduría diversa, es decir, que al momento de licitar algún producto o servicio, las empresas con liderazgo femenino estén representadas en las bases de la convocatoria y en los procesos de licitación.

Contratar

Si bien lo relevante al momento de elegir a una empresa proveedora siempre debe ser la calidad y beneficios del producto o servicio, tener indicadores y metas de participación de compañías de empresarias en la cadena de suministro, orientará a la organización hacia acciones conscientes de inclusión y de fomento al desarrollo de empresas fundadas y lideradas por mujeres. Es decir, no basta solo incluirlas en la licitación para cumplir con normas, sino que demos votos de confianza sustentados con datos y contratemos a más emprendedoras.

Contribuir

Además del impacto positivo que implica un contrato, los grandes corporativos tienen la oportunidad de ir más allá y apoyar la profesionalización de sus proveedores, a través de redes de proveeduría o programas que impulsen su crecimiento y visualización ante más corporativos, así como fortalecer su capacitación tecnológica, al tiempo que se comparten mejores prácticas de negocios. Ir un paso más allá garantiza tanto el fortalecimiento de la cadena de suministro, como la consecución de una meta que contribuirá a la mejora general de la economía.

Todos los días, millones de mujeres impulsan el mundo. Muchas de ellas desde la trinchera del emprendimiento, con el objetivo de tener su propia compañía y convertirse en sí mismas en una fuente de patrimonio y de generación de empleos. Nos toca a los tomadores de decisiones promover políticas de proveeduría diversa, que ofrezcan oportunidades tangibles de crecimiento que impacten positivamente a nuestras comunidades.

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