Colaborador Invitado

La transición del TLCAN al T-MEC

Al atraer más inversión para América del Norte, habrá mayor inversión y por ende mayor crecimiento, que se traducirá en mayor bienestar para la población.

Por Alejandro Armenta Mier, Presidente de la Comisión de Hacienda del Senado.

Los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde 1994 han sido beneficiosos para las economías de Estados Unidos, Canadá y México, pero sin duda, también ha dejado efectos nocivos en lo económico y social.

El comercio entre los tres países aumentó en 390 por ciento, yendo de 300 billones en 1993 a 1.3 trillones para el 2017. Particularmente el comercio entre Estados Unidos y México creció seis veces, alcanzando 616 billones para 2017, lo que implica un intercambio comercial de un millón de dólares por minuto.

Uno de los beneficios más importantes es el gran número de trabajos creados en la región de Norteamérica debido a este tratado, ya que se calculan 12 millones de trabajos ligados al comercio entre Mexico, Estados Unidos y Canada.

Con el TLCAN México se convirtió en una potencia exportadora, tanto de manufacturas como de productos de los sectores agropecuario y agroindustrial. Esto vino de la mano de la modernización de una parte del sector agrícola, el relativo a frutas y vegetales. De tal suerte que nuestro país exporta 2 billones al año en jitomates, lo que representa un millón de empleos, además de que somos el principal productor de aguacate.

Sin embargo, con el paso del tiempo y con la falta de un monitoreo y evaluación del TLCAN hasta 2017, se convirtió en un dilema significativo para el Poder Ejecutivo mexicano. Es por ello que su proceso de renegociación, en el cual hemos trabajado arduamente desde hace un año en el Gobierno de la Cuarta Transformación que encabeza nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido prioritario para lograr conseguir una negociación justa y favorable.

Hasta marzo de 2018 se habían realizado siete rondas para decidir si se renegociaba o se cancelaba el Tratado Comercial Estados Unidos, Canadá y México. Y fue en octubre de 2018 que, anunciada la renegociación por parte de estos tres gobiernos, siguieron las pláticas con miras a concertar el ahora llamado T-MEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá) que sustituirá al viejo Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Fue hasta el martes 9 de diciembre que se logró la luz verde por parte del Partido Demócrata de Estados Unidos, lo que garantiza su aprobación en el Congreso de ese país, con la firma del protocolo modificatorio del T-MEC tras una serie de pláticas que se vieron complicadas ante el planteamiento de que inspectores estadounidenses vigilaran las actividades de las empresas mexicanas, lo cual quedó atrás con la integración de un panel de expertos que estará compuesto por un representante mexicano, uno estadounidense y un tercero.

Desde el Senado de la República, en el Grupo Parlamentario de Morena, coincidimos con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien fungió como testigo de honor de la firma y señaló que el T-MEC es de grandes dimensiones y que ayudará a impulsar el crecimiento económico de las tres naciones.

Al atraer más inversión para América del Norte, habrá mayor inversión y por ende mayor crecimiento, que se traducirá en mayor bienestar para la población. Por lo que estamos conscientes de que ello representa masivos retos para el sector productivo mexicano en el contexto del T-MEC, tanto desde una perspectiva local, como nacional y regional.

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