Por Xavier Ordoñez, Socio Líder para Cadena de Suministro en Consultoría, Deloitte México
Una crisis de la escala del Covid-19 seguirá teniendo repercusiones inmediatas y de largo plazo en todo el mundo. El resultado de los esfuerzos de gobiernos, organizaciones e individuos por superarla y reducir su impacto se materializarán a medida que las aguas vuelvan a su cauce y sea posible regresar a trabajar y operar bajo the new normal (la nueva normalidad).
Una vez que han respondido a un evento de tales dimensiones, todos estos actores han comenzado a coordinarse y colaborar como nunca antes para comenzar a transitar el camino hacia la recuperación. De hecho, las acciones que se lleven a cabo durante esta fase van a sentar las bases para prosperar y lograr un crecimiento y desempeño sostenidos una vez que la pandemia haya finalizado.
Las organizaciones seguirán atentas a la salud y bienestar de sus colaboradores, y, al mismo tiempo, se enfocarán en reactivar sus cadenas de suministro afectadas por interrupciones y la intermitencia de la demanda. En este sentido, para lograr una recuperación robusta y gradual es fundamental la colaboración interna y el trabajo coordinado con miembros externos que participan en la cadena de suministro extendida.
Las lecciones aprendidas durante el primer tercio del año también contribuirán a reiniciar y darle un nuevo sentido a las cadenas de suministro, las cuales serán uno de los pilares críticos para el funcionamiento del negocio ante cualquier eventualidad que pudiera surgir en el futuro.
De este modo, se han identificado una serie de estrategias que contribuyen de manera significativa al fortalecimiento de las cadenas de suministro, y que las organizaciones pueden poner en práctica a medida que se recuperan.
Por ejemplo, implementar procesos dinámicos de planeación de ventas y operaciones les ayuda a alinear más ágilmente sus objetivos y planes de negocio, y responder con rapidez a las cambiantes condiciones del entorno comercial, especialmente cuando la oferta y la demanda se desfasarán durante el periodo de recuperación.
Asimismo, al identificar las posibles limitaciones de cada área de la cadena de suministro, como de la fuerza de trabajo, materias primas y líneas de producción, es posible crear una estrategia para afrontar dichas limitaciones y entender su impacto en el desempeño financiero y evitar así la pérdida de oportunidades.
Por su parte, el manejo del inventario cobra mayor importancia cuando es casi imposible anticipar el movimiento de mercancías. A medida que se recupera el negocio, las empresas podrían detectar desajustes en su red de distribución que requerirán una acción inmediata para determinar cuándo se moverá el inventario para satisfacer la demanda de los clientes.
La fase de recuperación puede caracterizarse además por los flujos irregulares de productos durante largos periodos, debido a la cuarentena en varias regiones y a la demanda de servicios de transporte de mercancías. Asegurar la capacidad logística considerando estos factores permitirá a las organizaciones anticiparse y planear la reactivación de sus redes, así como crear rutas logísticas alternas con anticipación.
Como el Covid-19 lo ha demostrado, incluso las redes de suministro mejor planeadas han tenido dificultades para operar durante la pandemia, por lo que para prosperar en el futuro, los negocios buscarán ampliar su asociación con una mayor variedad de proveedores, tener una visibilidad amplia de la red que integran, negociar costos y conocer las implicaciones de los contratos que establezcan con ellos de ahora en adelante.
El mundo ha enfrentado crisis como ésta antes y seguramente enfrentará otras en el futuro. Lo importante ha sido cómo la sociedad y las organizaciones han respondido, qué están haciendo para recuperarse y qué harán para adaptarse y prosperar en una nueva realidad.