Colaborador Invitado

En política nada está escrito, todo puede pasar

Xóchitl Gálvez, de nuevo, está tocando la puerta de Palacio Nacional. Un fantasma político que puede despertar y concitar el apoyo de las y los ciudadanos.

Los agoreros de la política se equivocan con frecuencia en sus pronósticos. Consideran acontecimientos circunstanciales como permanentes y se olvidan de los efectos de causalidad, a veces imperceptibles, pero siempre presentes. Es la realidad. Todo pasa, todo se mueve. Nada es permanente ni eterno. En fracción de segundos nos cambia la vida. La suerte, visitante volátil.

En política nada está escrito, todo puede pasar. Era muy difícil, casi imposible, que 26 tripulantes del Granma hicieran la Revolución cubana. A Madero lo tildaban de loco y soñador y prendió la llama de la Revolución mexicana.

El avance democrático del país y la alternancia del poder sólo fueron posibles gracias al esfuerzo y la participación de las y los ciudadanos. Se antojaba difícil y muy complicado desterrar el sistema del partido único, que a golpe de pueblo se fue a la basura.

El desgaste y la falta de compromiso social de los últimos sexenios dieron al traste con la esperanza colectiva de mejorar las condiciones de vida. El hartazgo hizo posible la rebelión democrática. Corrían vientos de cambio. El sistema, en picada; la gente, en busca de nuevos derroteros. El pueblo, cansado de discursos y promesas.

La presión ciudadana tocaba fibras delicadas y el rostro de la violencia aparecía como una amenaza real. El antídoto de contención fue la creación de instituciones electorales independientes. El INE y el Trife abrieron la pista del tránsito político. Al darle confianza a los electores hicieron realidad el respeto al voto ciudadano.

La de México es una democracia joven. Hay mucho camino por transitar, pero su avance debe ser irreversible y nuestro objetivo es corregir imperfecciones y evitar regresiones autoritarias. Somos los responsables y los custodios de nuestra democracia. Hay que velar por su defensa, ejercicio legítimo y transparente y garantizar el mandato popular.

El abstencionismo ha sido un síndrome de irresponsabilidad y falta de compromiso con nuestro país. Sin embargo, cuando a la gente le interesa el tema sale a ejercer su responsabilidad ciudadana. Tanto 2000 como 2018 son años espejo que convalidan esta afirmación.

Los últimos acontecimientos políticos del país están anunciando cambios drásticos y hallazgos políticos inéditos. La oposición despierta de su letargo y muestra signos de vida. Por fin ha logrado consensuar un método y un protocolo para seleccionar su candidato a la Presidencia de la República.

Sociedad civil y partidos han conformado un órgano que conduzca el proceso de selección de su candidato, integrado por seis representantes de los partidos y siete de la sociedad. En total, 13 personas con capacidad y experiencia en estos menesteres serán los responsables de vigilar y conducir esta acción política. Se establecieron requisitos, los más importantes: 150 mil firmas para registrarse, debates, encuestas y, al final, votación entre los tres finalistas.

Por lo pronto, han logrado la atención pública; los medios de comunicación han dado amplia cobertura y, en cierto modo, empiezan a competir con las mañaneras del presidente. La agenda política nacional dictada por López Obrador empieza a enfocarse en otros temas propios de la oposición.

Asimismo, comenzó el surgimiento de los posibles candidatos del Frente Amplio por México. Lo inédito y sorpresivo: Xóchitl Gálvez irrumpe en el escenario como una revelación y se coloca, en forma vertiginosa, en los primeros lugares de preferencia popular. Creel, Xóchitl y De la Madrid son los punteros de arranque.

La gente busca liderazgo, credibilidad y arrojo. Se mueve por sentimientos. El presidente fortaleció a Xóchitl al negarle su derecho de réplica. Ella anunció su arribo a la mañanera, llegó en bicicleta e irrumpió soportando insultos y empujones. Tocó la puerta de Palacio Nacional y no le abrieron. Aprovechó la coyuntura, montó su video y su mensaje tuvo más de cuatro millones de visitantes. Increíble, pero cierto.

Somos destino, una mezcla de circunstancias, coyunturas y suerte. Xóchitl, de nuevo, está tocando la puerta de Palacio Nacional. Un fantasma político que puede despertar y concitar el apoyo de las y los ciudadanos. Con Xóchitl «hay tiro» para 2024.

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