Colaborador Invitado

La falta de valores carcome la política mexicana

Por la carencia de identidad y de convicción ideológica, los políticos son presa de los caprichos del poder.

Exgobernador de Chiapas

En la política mexicana, la ausencia de valores esenciales ha distorsionado y envilecido esta noble profesión. Es un síndrome generalizado que ha permeado todos los gobiernos y expresiones políticas. El mercantilismo, por años, se ha apoderado de la vida pública. En los últimos tiempos, la mayoría de los políticos que han sido presidentes de la República o gobernadores están en la liviandad de la insignificancia y varios en el desprecio popular. Su legado ha sido nulo y han faltado a su deber y compromiso con el pueblo.

La política debe ser una profesión de servicio a la comunidad, de entrega y misión sagrada para proporcionar libertad, democracia, seguridad, salud, educación, economía, bienestar y felicidad a la gente. Un apostolado para hacer posible que los seres humanos puedan realizar sus sueños y esperanzas.

Es triste reconocer la realidad y comprobar, con legítima preocupación, que estamos muy lejos de cumplir esos objetivos. La corrupción, la impunidad y la ineptitud han sido la constante y característica de la cosa pública. Se ha desvirtuado la profesión. La dinámica social se ha contaminado por el vértigo y esencia de la sociedad de consumo, que ha capturado el alma humana convirtiéndola en rehén de la búsqueda del paraíso material.

Se han trastocado los principios y el respeto a la ley. La descomposición ha avanzado en extremo. El mundo del revés. El éxito se finca en el desprecio a la norma, en la transgresión a la estructura legal, en el silencio de una gran mayoría y en la sumisión a los poderosos. Existe un gran déficit de ciudadanos, en el amplio sentido de la palabra; abundan los representantes populares y funcionarios públicos al servicio del dinero y persogados por sus largas colas de complicidades y corruptelas.

Hoy México es otro, una sociedad insatisfecha y con serios problemas. Los jóvenes no encuentran posibilidades ciertas de futuro; están inseguros de su desarrollo y experimentan complejas dificultades emocionales. Les ha tocado vivir el final de una época y el principio de otra que no logra consolidarse. La transición es dolorosa y les provoca incertidumbre, angustia, tristeza y desorientación.

Un joven amigo me comentaba que un compañero, con poca vocación de servicio, le expresaba su deseo de dedicarse a la política y a su pregunta de cuál era el motivo de su determinación, la respuesta fue aleccionadora y preocupante: para hacer dinero y volverse millonario. Dramático el asunto: la política concebida como un simple nicho de mercado. El reflejo de la corrupción y la impunidad.

La falta de valores carcome la política mexicana. Por la carencia de identidad y de convicción ideológica, los políticos son presa de los caprichos del poder. El país no está en su mejor momento, los problemas nacionales e internacionales están a la vista. El presidente en plena campaña electoral para garantizar el triunfo de Morena en 2024.

Para muestra un botón: la presión oficial para enjuiciar y meter a la cárcel por corrupción al presidente del PRI ha resultado efectiva y la alianza de los partidos de oposición está a punto de colapsar. El PRI en momentos difíciles, dividido y sin autoridad moral. Un partido, secuestrado, que no aprende a ser oposición, décadas de sumisión al poder.

Estos lamentables acontecimientos provocarán un reacomodo de las fuerzas políticas. La alianza de los partidos opositores no está liquidada, es posible la incorporación de Movimiento Ciudadano y, como ya hemos señalado en artículos anteriores, la fortaleza opositora estará integrada también por los colectivos sociales. Además, es factible la creación de un nuevo movimiento político nacional plural que enarbole causas sociales específicas y participe en el proceso de selección del candidato de oposición a la Presidencia de la República.

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