Colaborador Invitado

Valores no negociables (I)

Hay valores que pueden dar fuerzas para seguir viviendo, aunque las circunstancias sean muy difíciles o valores que pueden iluminar nuestra existencia y elevarnos a una dimensión superior.

Por Cristóforo Gutiérrez L.C.

Follow your heart”. Un americano le puso este título a un libro suyo. Y curiosamente un escritor francés y una escritora italiana coincidieron en el título de su libro: “Ve a donde tu corazón te lleva”. Todo esto nos indica la importancia que tiene el corazón al momento de decidirnos. Saint Exupery hace decir al principito: He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos. Parece una afirmación sorprendente, pero el corazón nos lleva donde hemos puesto nuestro tesoro. “Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”.

Cada hombre se deja llevar por sus aficiones, ilusiones, preferencias, intereses. Organiza su día a día de acuerdo con ellas. En definitiva, poco a poco podemos darnos cuenta con qué tipo de persona tratamos. Cuáles son los valores que rigen su vida y denotan lo que es.

“Era tan pobre que sólo tenía dinero”. No es una paradoja ni una contradicción. A lo mejor alguna vez te has encontrado con alguna persona con esta característica: creen que el dinero lo es y lo puede todo. De una matrona romana, en tiempos del imperio, se decía que fuera de su belleza una persona decente no encontraba nada digno de respeto.

Hay valores que pueden darte fuerzas para seguir viviendo, aunque las circunstancias sean muy difíciles o valores que pueden iluminar nuestra existencia y elevarnos a una dimensión superior que nos acerca a Dios.

Tal el caso de Víctor Frankl. Se encontraba en el campo de concentración, veía las limitaciones, torturas y sufrimientos de sus compañeros de prisión. Le sobrevino la tentación de suicidarse. Pero el pensamiento del amor a su esposa, que tenía que vivir para ayudarle, le dio fuerza y vigor para mantenerse y superar aquella situación tan dolorosa y humillante. Ahí nació la Logoterapia. Una tendencia psicológica que subraya la importancia de tener en la vida un sentido, un valor que fundamente y oriente nuestra existencia. Armonizará e iluminará nuestra vida.

Edith Stein, judía y destacada filósofa, esperaba encontrar a su amiga toda desconsolada y psicológicamente inestable y hundida. Su esposo, que también era amigo de Edith, acababa de morir en la guerra. Fue una sorpresa. Edith había sido enfermera voluntaria durante la guerra y había estado en contacto con heridos y enfermos a punto de morir. Se quedó impactada al ver la serenidad y resignación de su amiga. Todo era fruto de su visión sobrenatural. La fe cristiana iluminaba su actitud. Reflejaba aquella verdad: aunque nos entristece la certeza de la muerte, la vida no se acaba, se transforma y se nos prepara otra morada en el cielo.

Edith Stein había estado en contacto con Max Scheler. Precisamente cuando Scheler estaba desarrollando y divulgando su filosofía de los valores. Una nueva corriente dinámica y de actualidad en la filosofía de su tiempo y que todavía sigue vigente ahora. Algunos de los amigos de Scheler se convirtieron al cristianismo. Para Edith Stein representó un momento clave en su orientación hacia el cristianismo. En ese tiempo Max Scheler ponía por encima de todo los valores religiosos.

En su clasificación de los valores Scheler colocaba los valores religiosos en el grado más alto. Para él los mártires y los santos figuraban como las personas más representativas y ejemplares como tipos de hombre. Si examinamos su trayectoria nos encontramos que en un determinado momento se encontraron no con un dilema o una disyuntiva. Para ellos era clarísimo de encontrarse con unos valores a los que no podían renunciar, unos valores no negociables. El amor a Dios, la fidelidad a Dios.

En un grado menos elevado, dentro de nuestra condición de hombres, nos encontramos con unos valores que no se pueden negociar. Si lo hacemos nuestra condición de hombres, de personas humanas queda disminuida.  Si esos valores no se defienden, a la larga y en un corto plazo, ponen en peligro la existencia y bienestar de nuestros semejantes.

El Papa Benedicto enumeraba unos cuantos. No son todos, pero vale la pena resaltar su importancia. Por encima de todo la iglesia católica busca defender la dignidad de la persona humana, la valoración de la vida humana en todos sus momentos, reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, su integridad y recta concepción. El derecho a la libertad religiosa y no querer reducirla a la esfera privada y subjetiva.

Somos libres para respetarlos, descuidarlos o pisotearlos. Podemos vivir sin ellos, pero dada su importancia, la humanidad, los hombres saldremos perdiendo. Vale la pena tener y defender unos valores no negociables.

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