Clemente Ruiz Duran

Censos económicos: la ratificación de la desigualdad empresarial, una historia no contada

A lo largo de estos noventa años, INEGI (en sus diversas modalidades institucionales) ha mantenido el esfuerzo, consciente de que los censos son un instrumento invaluable para conocer y reflexionar sin calificativos, cómo avanza la estructura productiva del país.

El INEGI presentó ayer los resultados definitivos de los censos 2019, lo cual es una muy buena noticia, ya que con ello se mantiene actualizada la información sobre el aparato productivo. Este ha sido un proyecto de largo aliento, se inició después de que en 1929 el presidente Emilio Portes Gil expidiera el decreto por el que se declaraba de utilidad social la ejecución de los censos de Población, Agrícola-Ganadero e Industrial. A lo largo de estos noventa años, INEGI (en sus diversas modalidades institucionales) ha mantenido el esfuerzo, consciente de que los censos son un instrumento invaluable para conocer y reflexionar sin calificativos, cómo avanza la estructura productiva del país.

Esta nueva entrega de los censos permitirá la elaboración de la matriz de insumo producto 2019, instrumento básico de planeación del país, ya que articula la forma como están interrelacionados todos los sectores de la economía, y permite con ello ver dónde podemos reforzar las interrelaciones para que todos marchemos juntos en la construcción de nuevas capacidades productivas. Sin embargo, en esta entrega aparecen advertencias para un país con problemas de crecimiento, pone en evidencia la falta de una política industrial que debiera haber reducido las diferencias entre tamaños de empresas, sin embargo, en vez de reducirlas se han incrementado. Las diferencias entre micro y grandes empresas se incrementaron, en 2013 una microempresa para lograr una capitalización similar a la de una grande hubiera requerido multiplicarse por 3,956 veces, en 2019 esta diferencia creció y el multiplicador para lograr el mismo efecto resultó ser de 12,379 veces. Esto da cuenta de cómo se ha abierto la brecha derivado de la falta de política efectiva para transformar al segmento más débil del empresariado para capitalizarse.

Empresas con baja capitalización tienen por resultado baja productividad y generan empleos mal pagados, ahí es donde reside el origen de la desigualdad del país, esto significa que la raíz de la mala distribución del ingreso en México radica en la debilidad y heterogeneidad del universo empresarial. La política pública debiera fijarse como meta reducir estas brechas, capitalizando a las micro y pequeñas empresas, ya que el índice de GINI en producción, en generación de valor agregado, en acervos de capital y en ingresos totales oscilan entre 0.96 y 0.98, que compara con el 0.69 cuando medimos la desigualdad por los ingresos de las familias.

Se requiere reestructurar al sector empresarial, nuestras micro y pequeñas empresas son de subsistencia y da por consecuencia que sean empresas que se crean y desaparecen con facilidad, dando lugar a una baja maduración empresarial y por consecuencia con baja capitalización. El 40 por ciento viven menos de 5 años, lo que repercute en la solidez del mercado laboral y afecta a sus trabajadores puesto que al ser contratados por micro y pequeñas empresas no logran generar antigüedad ni ahorro para el retiro. Se requiere una política de extensión empresarial que apoye a estos negocios. Hay necesidad de apoyarlas financieramente, pero sobretodo transformarlas en generadoras de mayor valor agregado. A esto podría ayudar mucho la política industrial a través de las compras de gobierno, estas deberían ser enfocadas a tratar de sustituir importaciones para ayudar a capitalizar a estas empresas. Hoy la política de compras gubernamentales juega en su contra, se ha enfocado a comprar medicamentos en el extranjero, en vez de por este medio impulsar la industria químico-farmacéutica en nuestro país.

El censo también da cuenta de que las empresas que recibieron financiamiento bancario se redujeron de 16,5 por ciento en 2013 a 12,4 por ciento en 2018, lo que derivó que las empresas micro y pequeñas que recibieron apoyo financiero pasó del 40 al 35 por ciento. Es decir, la política financiera del gobierno en vez de apoyar a los más débiles les quitó los escalones que requerían para poder seguir construyendo un mejor futuro.

En la dimensión regional el censo muestra que entidades han logrado especializarse en actividades de mayor valor agregado. Aquí nuevamente encontramos que el proceso en vez de alentar a las entidades más atrasadas a lograr una mayor especialización las ha llevado a concentrarse en actividades de bajo valor agregado profundizando el círculo de la pobreza.

Finalmente cabe señalar que las sociedades avanzadas han impulsado la digitalización de la economía, desafortunadamente el censo muestra que en México este proceso está lejano, sólo el 20,7 por ciento cuenta con internet, y sólo un 23 por ciento con equipo de computo. Con estos números no se puede competir en la economía globalizada, requerimos una campaña de profundización digital para todas las empresas del país. El lema debería ser equipo de cómputo e internet para todas las empresas.

Requerimos modificar la política de desarrollo empresarial, aprender de países como los asiáticos y los europeos donde se toma como parámetro de éxito en materia empresarial es la evolución de los pequeños negocios, parametrizando su desempeño y sobre todo fijando metas de desarrollo empresarial, la expectativa es que todos aprendamos de los censos y ayudemos a impulsar una política de transformación productiva que permita cambiar el triste relato de las diferencias empresariales.

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