Clemente Ruiz Duran

País fragmentado: el reto del rediseño

La fragmentación del mercado laboral muestra que los trabajadores carecen de los mínimos de bienestar para poder enfrentar el reto de la subsistencia.

Nuevamente celebramos el Día del Trabajo el pasado lunes, sin embargo, en las celebraciones poca reflexión se dio sobre lo que está aconteciendo en el mercado de trabajo. Este mercado es el más fragmentado de la economía mexicana, creando las raíces de la gran desigualdad que prevalece en el país. No hemos logrado otorgar condiciones adecuadas de trabajo a la mayor parte de la población. Para darnos una idea de lo complejo del problema, tenemos que desglosar la situación de la población, que alcanzó los 128.9 millones de personas en febrero de este año, la población económicamente activa sumó los 60 millones; 36 millones, hombres y 24 millones, mujeres, el nivel de educación promedio es secundaria. La población ocupada, 58.3 millones de personas, es decir, un 45 por ciento de la población total es la que trabaja y mantiene al resto de la sociedad, sin embargo, las personas ocupadas no todas trabajan en el mercado formal con buenas condiciones laborales, 55.8 de los ocupados se encuentra trabajando en la informalidad, es decir, 37 millones de personas. Esto crea un mercado del trabajo sumamente fragmentado que no hemos logrado unificar, hemos dejado que la informalidad invada nuestra vida cotidiana, de esta forma, el tránsito por las calles muestra día a día la idea de la fragmentación sin que la política pública haya podido acotarla o reducirla.

Esta desigualdad se hace más evidente a nivel estatal, algunas entidades de la frontera norte son los que más baja informalidad tienen como es el caso de Coahuila, con 64 por ciento, o Nuevo León, con 67 por ciento, estimadas con las matrices de Hussman estatales. En el resto de las entidades se alcanzan niveles de informalidad realmente importantes, como es el caso de entidades como Guerrero, que alcanza 98 por ciento; Michoacán, 91 por ciento; Puebla, 95 por ciento; Sinaloa, 83.8 por ciento; Tabasco, 83.7; Tamaulipas, 87.6 por ciento; Tlaxcala, 92 por ciento; Veracruz, 93 por ciento y Zacatecas, 92 por ciento.

Esta fragmentación del mercado laboral da cuenta de un país que se debate entre el orden y el desorden y en donde los trabajadores carecen de los mínimos de bienestar para poder enfrentar el reto de la subsistencia. Esto se hace más dramático al analizar los sectores en donde se encuentra ubicada la población: una quinta parte se encuentra laborando en el comercio y solo un 17 por ciento en las manufacturas. Esto da por consecuencia que las percepciones sean tan bajas: 36 por ciento percibe hasta un salario mínimo y otro 34 por ciento percibe entre dos y tres salarios mínimos.

Esta perspectiva muestra que el país requiere de una fuerte política económica que rediseñe el mercado laboral, ya que la forma como estamos ocupando a la población económicamente activa muestra una gran fragmentación con muy bajas remuneraciones. Requerimos rediseñar el modelo para promover la movilidad social, y con ello, el paso a una sociedad de mayor crecimiento. Se requiere que tanto el sector público como el privado eleven la inversión para crear centros de trabajo fundamentados en el conocimiento, que vayan lentamente absorbiendo a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. En esta perspectiva, tenemos que focalizar para hacer crecer a los micro y pequeños negocios, que absorben a 57 por ciento de los negocios del país.

En algún momento se perdió la brújula y el Estado se dedicó a financiar a los grandes empresarios, en los años treinta, el presidente Cárdenas tenía claro que el segmento que había que apoyar era a los micro y pequeños negocios para lograr un crecimiento sólido del aparato económico. Sin embargo, en el camino entramos a zonas obscuras y decidimos que el financiamiento se diera a los grandes negocios, esto dejó en la soledad a este tipo de negocios. En otras latitudes, el aparato del Estado apoya en forma amplia el desarrollo de estos negocios para que se conviertan en la fuerza innovadora de la sociedad. En Estados Unidos, el Pentágono tiene un programa para que la fuerza innovadora venga de este tipo de negocios.

El rediseño del mercado laboral requiere de un gran esfuerzo y para ello se requiere rediseñar a las instituciones que hoy parecen alejadas del propósito principal que es el desarrollo acelerado de la economía, todo ello requiere de un plan de ruta para saber a dónde queremos llegar y otro de navegación para eliminar los obstáculos al desarrollo. Es decir, el país requiere volver a pensar en el largo plazo, saber qué país queremos construir para el año 2050, buscando que el discurso político tenga como paradigma la reconstrucción de la sociedad mexicana.

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