Carlos Serrano Herrera

El sistema financiero tiene fortalezas para enfrentar la desaceleración

El sistema financiero mexicano está en buena posición para enfrentar la situación económica actual, aunque hay riesgos que se deben de vigilar, como Pemex.

En el actual contexto de una pronunciada desaceleración económica —el país en los últimos años crecía a ritmos de 2 por ciento, mientras que ahora prácticamente no crece—, de significativa incertidumbre en torno al rumbo que tomarán las políticas económicas y al futuro de la relación comercial con Estados Unidos y de una creciente aversión al riesgo a nivel global que ha resultado en que una cuarta parte de los instrumentos de renta fija con grado de inversión en el mundo ofrezcan rendimientos negativos, vale la pena preguntarse qué tan bien preparado está el sistema financiero mexicano ante los retos que dicho contexto representa.

En general pienso que el sistema está en buena posición para enfrentar la situación económica actual, aunque hay riesgos que se deben de vigilar. El sistema financiero tiene ahora varias fortalezas. Tiene altos niveles de solvencia lo cual se refleja en los altos índices de capitalización que tienen los bancos: dicho índice, a nivel sistema, es de 15.8 por ciento, cómodamente por encima de lo requerido por las reglas de Basilea III. No solamente se observan altos niveles de capitalización, sino que el capital es de muy alta calidad pues más del 85 por ciento está compuesto por capital fundamental (acciones pagadas y utilidades reinvertidas) que es el capital que mayor capacidad de absorción de pérdidas tiene.

Asimismo, los niveles de provisiones para cubrir pérdidas son adecuados. La regulación mexicana requiere que para la mayoría de las carteras las provisiones se calculen con base en un enfoque de pérdidas esperadas en lugar de uno de pérdidas observadas, lo cual es mucho más robusto en lo que se refiere a manejo de riesgos y que ha resultado, junto con mejoras en las técnicas de originación crediticia de las instituciones, en bajos niveles de cartera vencida (2.6 por ciento con respecto al total de la cartera).

Además de solvencia, el sistema bancario muestra niveles altos de liquidez. A diferencia de lo que se observó en diversos sistemas bancarios durante la crisis financiera global de 2009 en que varios países tenían sistemas bancarios con una alta dependencia al fondeo de corto plazo de los mercados (fondeo que es más susceptible de interrumpirse ante escenarios de aversión al riesgo) el sistema mexicano se fondea mayoritariamente con depósitos del público que son mucho más estables.

No solamente los balances bancarios tienen una buena salud, sino que también los de empresas y familias. Los niveles de endeudamiento de las empresas mexicanas son bajos si se les compara con los de otros países emergentes con grado de desarrollo similar. Más aún, no existen descalces significativos de tipo de cambio; después de los episodios de 2009 en que varios corporativos adoptaron exposiciones importantes en contra del dólar y que resultaron en problemas financieros para varias de ellos y en algunos casos incumplimientos de pagos, hoy las empresas tienen una baja exposición cambiaria y además la regulación impone regímenes de revelación más claros y transparentes que permiten corroborar lo anterior.

Los hogares también muestran bajos niveles de apalancamiento que además han mostrado un comportamiento estable. Esto obedece, en buena medida y lamentablemente, a los bajos niveles de bancarización que hay en el país.

Todo lo anterior se refleja en que las pruebas de estrés que hacen las autoridades regulatorias indiquen que el sistema financiero mexicano puede enfrentar escenarios severamente adversos, como pueden ser una recesión, depreciaciones significativas del tipo de cambio o aumentos importantes en las tasas de interés, sin sufrir pérdidas que pongan en peligro su sano funcionamiento.

Reconociendo estas fortalezas es necesario también identificar los riesgos. Creo que el mayor de ellos es la situación financiera de Pemex. En caso de que no se resuelvan los problemas fundamentales de la empresa: muy alto endeudamiento y una producción decreciente, sus problemas financieros se reflejarán en un deterioro de la posición fiscal del país; asumo, desde luego, que el apoyo del gobierno federal a Pemex continuará y que la calidad crediticia de la empresa es la misma que la del gobierno federal. Otro riesgo que se debe de mitigar es el de ataques cibernéticos. En muchos países hemos visto este tipo de ataques, y México no ha sido excepción. Ataques de mayor nivel pueden poner en riesgo la estabilidad del sistema en su conjunto.

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