Carlos Serrano Herrera

¿El berrinche de 2021?

Lo que desató el reciente episodio de volatilidad es una gran e interesante discusión acerca de si el programa de apoyos fiscales del presidente Biden causará aumentos en la inflación que puedan hacer que la Fed abandone su política de tasas cero.

El autor es economista en jefe de BBVA México

En 2013, cuando el entonces presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed), Ben Bernanke, anunció la mera posibilidad de que dicho banco central comenzara a reducir el programa de compra de bonos que se había implementado para inyectar liquidez a la economía tras la crisis financiera global, los mercados reaccionaron con pánico lo cual se tradujo, entre otros factores, en un aumento en los rendimientos de los bonos del tesoro estadounidense y en un fortalecimiento generalizado del dólar ante la mayoría de monedas en el mundo. A ese episodio, que dejó ver la enorme dependencia que los mercados habían desarrollado a las tasas bajas y a la liquidez de la Fed, se le denominó taper tantrum o el berrinche del retiro.

Desde hace unas tres o cuatro semanas se ha observado lo que, a mi juicio, representa un fenómeno similar y que explica la reciente depreciación del peso. Poco después de que la crisis de la pandemia estallara, la Fed volvió a actuar de forma decisiva y acertada, bajando las tasas de interés de corto plazo a cero e implementando un agresivo programa de compra de bonos (más agresivo que el adoptado hace más de una década como respuesta a la crisis financiera global). Esta institución además ha indicado que mantendrá la política monetaria expansiva hasta al menos el año 2023 cuando estima que se alcancen condiciones de pleno empleo. Eso ayudó a mitigar el impacto de la pandemia en la economía y también trajo un aumento en el apetito de riesgo de los inversionistas.

Lo que desató este episodio de volatilidad es una gran e interesante discusión acerca de si el programa de apoyos fiscales del presidente Biden causará aumentos en la inflación que puedan hacer que la Fed abandone su política de tasas cero y compras de bonos. La mera posibilidad de que esto suceda es lo que ha resultado en aumentos en las tasas de interés en Estados Unidos (hace poco menos de un año, en la fase crítica de la crisis, los bonos a 10 años del tesoro llegaron a tener rendimientos de 0.6 por ciento mientras que ahora han subido a 1.5 por ciento. Las bolsas en Estados Unidos han tenido una corrección a la baja y el peso se ha depreciado.

Creo que los miedos inflacionarios son exagerados. Es cierto que el paquete fiscal de Biden es enorme. Seguramente va a dar un impulso muy relevante a la economía de Estados Unidos: es factible que ésta crezca más de 6.0 por ciento este año. Pero eso no necesariamente quiere decir que este crecimiento se verá acompañado de presiones inflacionarias. Para que ello ocurriera el mercado laboral debería alcanzar condiciones de pleno empleo, cosa que no pasará este año y muy posiblemente no veremos hasta el 2023. La realidad es que la economía estadounidense todavía no se recupera de la crisis financiera global de 2009 en el sentido en que aún no está en los niveles de producto que debería tener de haber seguido la tendencia de crecimiento en la que estaba antes del estallido de dicho episodio.

Es cierto que la inflación aumentará este mes y el próximo (tanto en Estados Unidos como en México) por efectos base, ya que se comparará con los niveles observados el año pasado cuando se desplomaron los precios internacionales del petróleo, pero eso no significará un aumento sostenido en los precios. Y aun en el caso en que la inflación aumente por encima del objetivo de 2.0 por ciento de la Fed, esta institución ha sostenido que está dispuesta a tolerar un periodo en que la inflación supere la meta ya que llevamos más de una década en que este indicador se ha ubicado por debajo de ésta.

Más exageradas todavía me parecen las voces que dicen que, dado el aumento en los rendimientos de los bonos en Estados Unidos, pronto veremos fuertes salidas de capital desde mercados emergentes y que los bancos centrales de estos países deben de actuar en consecuencia. Es cierto, el aumento en rendimientos ha sido relevante, pero un rendimiento de 1.5 por ciento en un país con inflación de mediano plazo de alrededor de 2.0 por ciento es todavía un rendimiento negativo. Es muy factible que estemos ante otro episodio de berrinche de los mercados. No se debe de sobrerreaccionar.

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